David Karvala
El pasado 28 de mayo, Nissan comunicó oficialmente el cierre, a finales de año, de sus plantas en Catalunya. Éstas generan 3.200 empleos directos, entre la fábrica principal en Zona Franca y dos centros más pequeños, en Sant Andreu de la Barca y Montcada i Reixac. Además, implican unos 25.000 empleos indirectos, en centenares de empresas auxiliares.
La resistencia ante el cierre empezó cuando éste aún era un rumor. Se inició una huelga indefinida en la planta de Moncada el 4 de mayo. El mismo 28 de mayo, hubo una concentración enorme ante las instalaciones de Nissan.
Desde entonces, ha habido una serie de protestas, a veces muy contundentes, con bloqueos de autovías y manifestaciones por el centro de Barcelona.
Nissan no incluyó en el cierre otras dos plantas en el Estado español. La de Ávila pasará a producir recambios para Renault. Por otro lado, quieren mantener abierta la planta cántabra de Corrales de Buelna, con 600 empleos: suministrará a la fábrica de Nissan en Sunderland, donde se seguirá produciendo. Aun así, la empresa propuso rebajas salariales en Cantabria de hasta el 40% como condición para mantener la fábrica abierta.
El comité de empresa cántabro rechazó este chantaje, y también otra exigencia de concesiones algo menores… aunque no ha excluido en principio la posibilidad de aceptar algunas rebajas.
Voces de la plantilla
Marx21 habló con varias personas que trabajan en Nissan en una multitudinaria manifestación por la Rambla de Barcelona, la noche del 9 de junio. Miriam nos dijo: “estamos luchando para que continúe la fábrica, aquí no vamos a parar hasta que nos den un futuro”. También propuso que el gobierno español diera dinero a la empresa.
Otro manifestante, Manolo, insistió: “somos competitivos, y sabemos fabricar coches”. Finalmente, otra persona nos dijo: “Estamos protestando para intentar salvar nuestros puestos de trabajo y a nuestras familias”.
Fueron mucho más concretas y duras las palabras de Javier Turrillo, miembro del Comité de Empresa por la CGT, recogidas en el Diario16 por José Luis Carretero:
“La situación está muy mal. Llevamos más de un mes de huelga indefinida. Hemos estado semanas como piquete delante la planta y no entra ni sale nadie, pero la movilización es complicada con la pandemia… A pesar de las ayudas que han recibido, del esfuerzo que hemos hecho los trabajadores desde 2009, se van. Han sido muchos años sin subida salarial. Hemos cedido hasta en los horarios. Hemos trabajado hasta los sábados. Ha habido dobles escalas salariales, con menor sueldo para los que entraban nuevos.”
Todo esto confirma que la política seguida por algunos burócratas sindicales, de hacer concesiones, no sirve.
Javier continua: “Nissan no debería de irse. Nuestra alternativa es la nacionalización y su reconversión, para dar trabajo a todos los talleres, proveedores, etc. Que el Estado la nacionalice, como están haciendo con decenas de empresas en toda Europa.”
Millones de euros
Las cantidades de dinero implicadas en este asunto son enormes. Durante el año pasado Nissan anunció pérdidas a escala mundial de más de 5.688 millones de euros. En años anteriores, en cambio, había obtenido beneficios de entre 4 y 8 mil millones.
Por otro lado, entre 2009 y 2019, Nissan recibió casi 180 millones de euros de dinero público, entre el Estado y la Generalitat de Catalunya, según denunció el comité de empresa en marzo del año pasado cuando la empresa anunció despidos masivos.
Las estimaciones del coste del cierre suben a unos 1.450 millones de euros, entre indemnizaciones por despido, pagos a proveedores por la ruptura de contratos… En cambio, se calcula que mantener Nissan Barcelona funcionando cuesta unos 210 millones de euros al año.
Sin embargo, la propuesta de cerrar refleja una decisión empresarial por parte de Nissan, de dejar el mercado europeo principalmente para su socia francesa, Renault. Esto simboliza un cambio en el modelo de globalización reinante en las últimas décadas. No se va a resolver mediante debates acerca de los costes, para convencer a la empresa de que sería más beneficioso seguir como hasta ahora.
Para que se atiendan los intereses de la gente trabajadora, habrá que mantener y fortalecer las luchas.
Soluciones
Hace 10 o 20 años, quizá se podría haber tratado el conflicto como un tema puramente laboral, con el objetivo de mantener la producción actual. Ahora, con la gravedad de la crisis climática, esto no es posible. Por otro lado, cualquier ecologista que piense que la plantilla de Nissan tendrá que sacrificarse por el planeta también se equivoca. No hay solución al cambio climático que no pase por la justicia social y la defensa de la gente trabajadora.
Por otro lado, más concesiones respecto a las condiciones de trabajo, o más ayudas estatales para la fabricación de coches que destrozan el planeta, tampoco representan ninguna solución. Aunque pasasen a producir coches eléctricos, no se resolvería el problema, todo el modelo de transporte privado es un desastre ecológico.
Así que hay que recoger lo que comentó Javier Turrillo, y lo que defienden otras voces en la izquierda alternativa: la nacionalización sin compensación —de hecho, Nissan ya ha recibido bastante dinero— y la reconversión de la planta y su red de suministradores para fabricar productos necesarios que no destrocen el planeta.
Parece que hay debates entre los sindicatos sobre cómo se debe tratar este conflicto: como una disputa puramente industrial, o más como una lucha política. En realidad, no debería haber conflicto entre las dos cosas. Sería un error perder el aspecto específicamente sindical de lucha obrera, a favor de una campaña política basada en “la opinión pública”. Pero la lucha sí tiene repercusiones políticas, y para ganarla es necesario tratar este aspecto, hay que movilizar la solidaridad, sin perder la centralidad de la gente trabajadora. Sin olvidar tampoco que la gente trabajadora también necesita un planeta en el que vivir.
Dejemos la última palabra a Albert Gil, estibador del puerto de Barcelona y portavoz de la OEPB (Organización de Estibadores Portuarios de Barcelona), sindicato que ha declarado su solidaridad con la plantilla de Nissan. Declaró a Marx21:
“Dicen que si no luchamos juntos nos matarán por separado, esto es lo que acabará pasando en el sector del automóvil, la lucha de los compañeros de Nissan es la lucha de la necesidad de una reconversión industrial, que debe ir de la mano de todos los colectivos vinculados y de una apuesta clara de la administración por el sector y frente al cambio climático.”
Caja de resistencia de los Comités de Empresa de Nissan Zona Franca y Montcada