Marx21 USA
Minneapolis está ardiendo y el fuego se está extendiendo por todo el país.
George Floyd fue asesinado el 25 de mayo por el Departamento de Policía de Minneapolis. Fue asesinado por Derek Chauvin, un oficial que asesinó a personas inocentes en el pasado y se salió con la suya. Chauvin puso su rodilla y su peso sobre el cuello de Floyd durante un arresto por presunto fraude con cheques falsos. Floyd no se resistía al arresto. En el vídeo de su asesinato, se puede ver a Floyd diciendo: “No puedo respirar”, seguido de la inquietante imagen de los oficiales levantando su cuerpo flácido del pavimento.
La rabia atraviesa callos de resistencia que se han endurecido con el tiempo para proteger el espíritu de los traumas externos de la rutina diaria. La ira llena nuestros cuerpos. La historia de la muerte de George Floyd es como tantas otras que hemos escuchado antes. Las autoridades han hecho muy poco para corregir el problema de hombres y mujeres negros, hispanos y racializados desarmados que son asesinados por la policía. Las personas comunes se dan cuenta de que la justicia para George Floyd depende de ellos, y entienden que eso significa salir a la calle.
Durante tres noches seguidas, Minneapolis ha estado en llamas. Multitudes se han reunido, incendiando edificios, destruyendo coches de policía y luchando contra la represión policial. En la noche del jueves, el 28 de mayo, una estación de policía cercana a donde George Floyd fue asesinado fue incendiada. Una imagen de las palabras de Marx, pintada con aerosol en el exterior de una tienda, se volvió viral: “Cuando llegue nuestro turno, no tendremos excusas para el terror”.
Estas protestas se han extendido por todo el país, con manifestaciones en Portland, Los Ángeles, Phoenix, Albuquerque, Denver, Memphis, Columbus y Nueva York. Algunas han sido violentas. En Denver, la policía disparó gases lacrimógenos para evacuar a los manifestantes de la autopista interestatal, y al final de la manifestación un desconocido disparó seis o siete veces. No está claro si iban dirigidos a lxs manifestantes. En Columbus, lxs manifestantes rompieron las ventanas del Capitolio del Estado cuando la policía disparó gas pimienta contra la multitud. En Phoenix, hubo enfrentamientos entre los manifestantes y la policía. En Nueva York, al menos 40 personas fueron arrestadas en un enfrentamiento con la policía en Union Square.
Los conservadores y algunos liberales han condenado la destrucción de propiedades privadas, que ven como violencia. Creen que esta lucha debería ser de persuasión moral pacífica. Trump ha llamado a los manifestantes “matones”, y les ha amenazado con violencia, tuiteando, “cuando comience el saqueo, comienzan los disparos”. Twitter marcó esta publicación por violar su política contra la glorificación de la violencia. La incitación a la violencia de Trump no sólo apunta a la policía, sino a las milicias de extrema derecha que pueden atacar a manifestantes. En Louisville, Kentucky, siete personas fueron alcanzadas por disparos el jueves mientras protestaban por la muerte de Breona Taylor, una mujer negra asesinada por la policía en marzo.
Dejando a un lado la barbarie de Trump, el punto más importante es que estos disturbios se volvieron inevitables cuando la principal solución presentada por algunos, frente a los asesinatos de personas negras y racializadas, es que se actúe de manera respetable y cortés con la policía. En lugar de abordar las causas profundas de la violencia policial, las autoridades no han hecho nada, y se nos dice que seamos pacientes y actuemos con persuasión pacífica.
Pero esta propuesta es un juego amañado. El capitalismo estadounidense se construyó sobre las espaldas de los negros traídos aquí contra su voluntad. Como Malcolm X dijo: “no se puede tener capitalismo sin racismo”. El racismo era la justificación para esclavizar a todo un grupo de personas, simplemente por el color de su piel, para utilizar como mano de obra. Esta mano de obra fue el combustible que impulsó el motor del incipiente capitalismo. El racismo se ha utilizado durante siglos como una herramienta para dividir a la clase trabajadora, dando a los y las trabajadoras blancas un motivo para defender el sistema que los oprime a través de pequeños privilegios negados a las personas racializadas de la clase trabajadora.
Es importante tener en cuenta que gran parte de lo que fue etiquetado como saqueo oportunista fue, en realidad, impulsado por la necesidad de suministros para tratar a las personas afectadas por armas policiales, como el gas pimienta. La crisis económica también ha privado a muchas personas de la capacidad de obtener recursos básicos. Este fue otro factor que impulsó este “saqueo”. Además, ¿qué es coger artículos pequeños de una tienda para uso personal en comparación con los 434 mil millones de dólares que los multimillonarios estadounidenses se han guardado en sus bolsillos durante la pandemia? Este es el verdadero crimen.
El alcalde de Minneapolis, Jacob Frey, ha pedido que los oficiales involucrados en la muerte de George Floyd sean procesados. Los oficiales ya han sido despedidos y Derek Chauvin ha sido puesto bajo custodia policial . Al pedir que se acabe con la destrucción de propiedad privada, Frey dijo que entendía la ira de los residentes de la ciudad, llegando incluso a decir que “el simbolismo de un edificio no puede superar la importancia de la vida”.
Si bien este es un paso adelante en la larga historia de alcaldes que obstaculizan y apoyan a sus fuerzas policiales racistas, es importante recordar que su respuesta no ocurrió en el vacío. Se necesitaron años de organización y acción sobre el terreno, desde el asesinato de Ferguson hasta Black Lives Matter, para cambiar el discurso, incluso de políticos electos. Esto es un recordatorio importante sobre el tipo de acciones necesarias para impulsar el cambio social. El hecho de que el policía Derek Chauvin fuera arrestado tan rápidamente es una prueba más de que las movilizaciones son útiles y necesarias.
En un impresionante acto de solidaridad, los conductores de autobuses de Minneapolis se han negado a transportar a la policía a manifestaciones, y a actuar como camionetas de la policía que llevan a los manifestantes arrestados a los calabozos. Su sindicato los ha respaldado, y el presidente del Sindicato de Transportes, John Costa, declaró el jueves “nuestros miembros, conductores de autobuses, tienen derecho a rechazar el trabajo que consideran peligroso o inseguro durante la pandemia, también los conductores de autobuses de Minneapolis tienen el derecho a rechazar el peligroso trabajo de transportar a la policía a las protestas y a los manifestantes arrestados lejos de las mismas comunidades donde viven muchos de estos conductores”.
ATU Local 1005, el capítulo sindical en Minneapolis y St. Paul, emitió una carta de solidaridad con los manifestantes, llamando a “un nuevo Movimiento de Derechos Civiles… que se una al movimiento obrero”.
“Los miembros de ATU se enfrentan al racismo a diario. Nuestros miembros viven y trabajan en los vecindarios donde ocurren acciones como ésta, que ahora se ve con horror en todo el mundo”, dice la declaración del sindicato. “¡La brutalidad policial es inaceptable! Decimos ‘NI UNA MÁS’, basta ya de ejecuciones de personas racializadas por parte de la policía. ¡NI UNA MÁS! ¡JUSTICIA PARA GEORGE FLOYD!”
El estado está tratando de cerrar la tapa de la olla a presión después de que ésta explotara, pero las protestas contra el asesinato de George Floyd continuarán. El descontento con el estado racista, el colapso económico y la inequidad de la pandemia se están fusionando. Estamos viendo el comienzo de una rebelión. ¡Nos vemos en las calles!
Esta declaración la publicó nuestro grupo hermano en Estados Unidos el 29/05/2020.