David Karvala
Este año se iban a celebrar una multitud de protestas en la calle con motivo de la jornada de la ONU contra la discriminación racial, el 21 de marzo.
Fue en 2014 cuando KEERFA, Unidad Contra el Racismo y la Amenaza Fascista en Grecia, propuso por primera vez que, además de los actos formales que ya se celebraban, se convirtiera esta fecha en una jornada de movilización amplia en la calle. La primera convocatoria de esta naturaleza se celebró el sábado, 21 de marzo de 2015; desde entonces se ha convertido en un evento anual.
Hace un año y medio, la red internacional que se había ido forjando de facto se plasmó en el espacio de coordinación World Against Racism. Se acordó convocar las movilizaciones de este 21M el pasado octubre, en sendas reuniones internacionales en Londres y Atenas, encuentros que reunieron a representantes de movimientos unitarios de una veintena de países diferentes. La convocatoria del 21 de marzo de 2020 era la segunda movilización internacional coordinada mediante este espacio —en la de 2019, participaron más de 60 ciudades del mundo— y todo indicaba que ésta sería más grande.
Y luego llegó el confinamiento. Uno tras otro, los movimientos iban aceptando que ya no podían celebrar las manifestaciones previstas, y buscaron alternativas.
Protestas en la época del virus
Los gobiernos europeos, y ahora los de otros continentes, han declarado medidas de confinamiento, para intentar frenar el contagio del virus.
Hay que comentar de paso algunas de las contradicciones. Resulta que puedes ir cada día a trabajar —por ejemplo en una empresa armamentística o construyendo pisos de lujo— en un metro abarrotado: esto no representa amenaza alguna para la salud pública. En cambio, sí que es ilegal dar un paseo (si no llevas un perro) y está totalmente prohibido hacer actividad política en la calle, por mucho que mantengas las distancias de seguridad respecto a otras personas (precauciones que no se suelen tomar en los lugares de trabajo).
Por otro lado, tal y como ha denunciado la iniciativa Emergencia contra el racismo, a raíz la crisis del coronavirus se están produciendo casos de discriminación racista, por ejemplo en los controles policiales.
Sea como sea, del impresionante mapa de movilizaciones que se había ido ampliando durante las semanas anteriores —con muchas acciones en Europa y unas cuantas de más allá— en la mayoría de los casos se convirtieron en acciones online, desde mítines vía vídeo-conferencia hasta campañas en las redes sociales.
Estas acciones fueron un éxito dadas las circunstancias.
Hay que destacar la movilización en Grecia, donde KEERFA celebró una concentración en la plaza principal de Atenas, guardando las distancias entre unas decenas de activistas que aguantaban diferentes pancartas contra el racismo y el fascismo. Intervinieron una serie de ponentes —desde sindicalistas hasta activistas migrantes—con la demanda central de liberar a las personas refugiadas de los campos, y que se ofrecieran casas, tanto para ellas como para la gente sin techo. Miles de persones siguieron el acto vía streaming. No sólo esto, sino que los grupos locales de KEERFA hicieron acto de presencia, repartiendo octavillas con las mismas demandas, delante de 50 supermercados por todo el país. (Aquí, hay que tener en cuenta que el virus tiene unas 50 o 100 veces menos presencia en Grecia que en el Estado español.)
También en Francia hubo acciones simbólicas en la calle el 21 de marzo, como se ve en este vídeo, y como comenta este artículo.
Acto unitario en el Estado español
Unitat Contra el Feixisme i el Racisme de Catalunya se planteó la idea de cambiar la manifestación central por actos simbólicos y locales en las plazas, pero al final, bajo el estado de alarma, éstos habrían sido ilegales… mientras muchas empresas nada esenciales siguen obligando a sus plantillas a acudir al trabajo cada día. También es cierto que no habría habido consenso entre las personas y entidades que forman UCFR para celebrar tales actos presenciales.
Así que en el último momento se preparó el “acto online”, con intervenciones y contribuciones musicales muy diversas. Mientras, a lo largo del día se hizo una campaña muy activa en redes sociales, en la que personas y entidades enviaron mensajes, fotos, vídeos… con hashtags como #WorldAgainstRacism, #ElRacismeÉsUnVirus, #ElRacismoEsUnVirus, #21MStopRacismo o #21MProuRacisme.
Un aspecto muy positivo del acto, y de la jornada en conjunto, fue la colaboración entre movimientos de diferentes territorios. No sólo formó parte de una campaña internacional en teoría; en el acto intervinieron activistas desde Lesvos, Atenas, Berlín y New York, así como activistas en Catalunya de Mujeres Brasileñas contra el Fascismo o del movimiento italiano Sardinas. Otro paso adelante fue el hecho de contar con intervenciones de movimientos en València, Murcia, Andalucía, Madrid…
Esto es un reflejo del gradual crecimiento del modelo de lucha unitaria contra el racismo y la extrema derecha por más territorios del Estado. Poco a poco, más activistas empiezan a reconocer que la unidad y la colaboración son totalmente compatibles con la diversidad, incluso con las diferencias; que de esta manera tenemos más posibilidades de avanzar en esta lucha. Hagamos un breve repaso de la experiencia en este sentido en Catalunya.
10 años de UCFR
Estos días me he dado cuenta de que han pasado 10 años desde que escribí en mi blog que “Cal una Plataforma Aturem el Feixisme”, “Hace falta una plataforma paremos el fascismo” (en Catalunya, las masivas protestas contra la guerra en Iraq de 2003 fueron convocadas por la Plataforma Aturem la Guerra, una experiencia potente de lucha unitaria). Dos meses más tarde, en mayo de 2010, se publicó el artículo “Fascismo hoy: Qué es y cómo combatirlo”. Fueron intentos iniciales de plantear las ideas básicas que subyacen en movimientos como Unidad Contra el Fascismo y el Racismo.
En aquellos artículos de hace 10 años ya se comentaron algunos de los tópicos que se siguen oyendo hoy en día. Sólo cabe citar algunos de ellos: “no hay que hablar de la extrema derecha, eso es darles publicidad”; “ya estamos bajo el fascismo”; “la única manera de combatir el fascismo es mediante la acción directa por parte de la izquierda radical”… (Un objetivo central del libro No Pasarán…aunque lleven trajes fue poner sobre la mesa respuestas a estos tópicos.)
Se logró convertir en realidad aquella propuesta de una Plataforma Aturem el Feixisme. En otoño de 2010 se celebró el acto de presentación de Unitat Contra el Feixisme i el Racisme Catalunya. Su objetivo inicial —derrotar al partido fascista trajeado, Plataforma per Catalunya (PxC)— se logró. Tras las elecciones municipales de mayo de 2011, donde PxC logró un avance importante, esta formación ultra sólo conoció retrocesos, perdiendo casi toda su representación municipal en mayo de 2015, y al final se auto liquidó. Ese mismo mes, el centro neonazi en Barcelona, “Tramuntana”, bajó las persianas tras una fuerte campaña unitaria local.
No sólo esto, sino que desde entonces, UCFR ha logrado hacer un trabajo muy importante contra la islamofobia —por ejemplo, con el anual “Foro Social contra la islamofobia y todo tipo de racismo”— así como en otros ámbitos, sin olvidar las incontables iniciativas de los grupos locales de UCFR.
En una época en la que nos hemos acostumbrado a que nuestros proyectos políticos no consigan sus objetivos, se trata de una victoria notable, testimonio del trabajo de la gente muy diversa que forma Unitat.
Para StopVOX: UCFR por todas partes
Ante la creciente amenaza del partido ultra VOX, lo lógico es aprender de estas experiencias e intentar aplicarlas en otros sitios.
Ya hubo intentos de establecer movimientos tipo UCFR en 2014, pero ninguno pudo consolidarse. Luego, hace unos años, un grupo de activistas lograron crear un movimiento unitario sólido en Alacant, en el sur de País Valencià. Crida Contra el Feixisme i el Racisme (Llamada contra el fascismo y el racismo) ahora se ha arraigado también en València ciudad, donde hace años que hacía falta un movimiento más amplio contra la peligrosísima extrema derecha.
Y ante la subida de VOX, activistas en más sitios empiezan a plantearse la creación de un movimiento de este tipo, como se ha comentado antes. El mapa de las movilizaciones programadas para el 21 de marzo incluye varias iniciativas en esta línea.
Sin embargo, los tópicos que se comentaron en 2010 siguen haciendo acto de presencia. Ante el lema “StopVOX” es muy típico oír el argumento de que para frenar a este partido, no hay que denunciarlo, sino hablar de otra cosa. Asimismo, hoy aún más que en 2010, se insiste en que “ya vivimos bajo el fascismo”… con lo cual VOX no representaría ninguna amenaza especial, ni nada diferente que el PP, Cs y PSOE. Por otro lado, mucha gente en la izquierda radical insiste en el modelo de “Acción Antifascista”; la misma estrategia que se supone que esa izquierda lleva aplicando desde los años 90 y que, si bien puede funcionar contra grupos aislados de matones neonazis, no tiene efectividad contra un partido con millones de votos.
Y finalmente, se sugiere que no hace falta un movimiento específico como UCFR, que la respuesta a la extrema derecha es la lucha social en general, según las prioridades: la lucha sindical, movimientos tipo 15M, la PAH… Por supuesto que estos movimientos son importantes, y pueden contribuir a la lucha contra el racismo y la extrema derecha. Pero nadie parece haberse fijado en que en Francia, un país con un nivel altísimo de movimientos y luchas sociales de este tipo, el Frente Nacional es la primera o segunda fuerza política. También es un hecho que la PAH existe por todo el Estado español, pero esto no evitó la subida electoral de VOX (y tampoco era su tarea: ya tiene suficiente con intentar parar los desahucios).
No es tan complicado; hacen falta sindicatos, movimientos sociales y culturales de todo tipo, partidos y otras organizaciones políticas… y también hace falta un movimiento unitario cuyo eje central sea la lucha contra el racismo y la extrema derecha.
Debe existir un movimiento dedicado a este tema, porque los demás movimientos ya tienen otras tareas. Pero debe ser un movimiento unitario y plural, no simplemente un colectivo, porque se necesitan las fuerzas de diferentes espacios para poder llevar a cabo las movilizaciones y otras acciones necesarias para derrotar a la extrema derecha, aun más frente a un partido con tanta visibilidad como ha conseguido VOX.
Por tanto, igual que en Catalunya, para construir los movimientos unitarios que hacen falta, hará falta contar con personas en los diferentes territorios capaces de hacer frente a estas objeciones típicas, personas que puedan explicar, con muchísima paciencia, los argumentos detrás de la estrategia unitaria.
Ideas políticas: la lucha unitaria y el socialismo desde abajo
Aquí hay que hablar no sólo de los movimientos amplios y plurales, sino también de los debates dentro de la izquierda.
Se han comentado antes algunas de las objeciones típicas ante la idea de una lucha unitaria. Lo cierto es que estas objeciones las suelen expresar, no la gente de a pie, no personas nuevas en las luchas sociales, sino activistas con mucho bagaje en los movimientos sociales existentes, y sobre todo militantes de las organizaciones tradicionales de la izquierda: sean éstas de inspiración social demócrata, comunista/estalinista, trotskista, anarquista… También hay personas de todas estas sensibilidades que apoyan plenamente la lucha unitaria, y ayudan a impulsarla.
Así mismo, hay organizaciones y tradiciones políticas que se han volcado en la construcción de estos espacios unitarios. Si se miran los sitios donde existen movimientos de este tipo, en la mayoría de los casos se descubre que hay personas implicadas que comparten la misma visión política general que Marx21, gente y grupos de la corriente socialismo internacional (IST en sus siglas en inglés).
La Anti Nazi League (Liga Anti Nazi) que derrotó al Frente Nacional británico a finales de la década de 1970 fue un movimiento muy amplio y potente… pero el impulso inicial vino de activistas del Socialist Workers Party (SWP), organización hermana de Marx21. Ahora activistas del SWP trabajan codo con codo con dirigentes del Partido Laborista, con sindicalistas, con activistas de organizaciones de migrantes y de gente musulmana en el movimiento unitario actual, Stand Up To Racism.
En Grecia, KEERFA abarca a gente de la izquierda diversa, del movimiento sindical, de movimientos de mujeres y de gente LGTBI+ y, de manera muy importante, a diferentes comunidades de migrantes. Pero aquí también, activistas del SEK, partido hermano de Marx21, juegan un papel clave.
Y hay más ejemplos. También hay casos de movimientos unitarios impulsados por gente sin conexión con esta corriente, pero no son tan numerosos.
Se explica esto no para ganar puntos, sino para demostrar que las diferencias políticas no siempre son una cuestión de sectarismo, como en el sketch en la película La Vida de Brian. A la mayoría de organizaciones políticas de izquierdas les cuesta asumir el modelo de lucha unitaria, por diferentes motivos. Los partidos reformistas suelen intentar canalizar las demandas a través de las instituciones, bajo la tutela de su propio partido: un movimiento de base, no hegemonizado por su partido, choca con esta manera de actuar. Muchos grupos más radicales reaccionan ante un movimiento unitario intentando hacer que éste asuma todo su programa político, todas sus demandas y, en la medida en que realmente sea un movimiento unitario, esto no ocurrirá. Así que —ya sea desde visiones “trotskistas” o bien desde la defensa de una variante de la teoría decolonial, u de otra visión— muchos grupos radicales tienen graves dificultades para trabajar en espacios unitarios.
En cambio, desde la visión del socialismo desde abajo, con la autoorganización de la gente trabajadora como su eje central, el modelo de lucha unitaria —de gente diversa que colabora alrededor de unos objetivos de mínimos compartidos— estos problemas no existen. A diferencia de los partidos reformistas, no tenemos ningún interés en canalizarlo todo a través de las instituciones… aún reconociendo que como ciudadanía, podemos y debemos exigir cosas a las autoridades. A diferencia de muchos grupos de inspiración trotskista, no nos obsesiona un viejo programa con demandas escritas de antemano: nos interesa mucho más saber cuáles son las demandas actuales de la gente, qué demandas concretas ayudarán al movimiento a avanzar ahora mismo. Y sobre todo, como una corriente basada en la autoorganización y la democracia desde abajo, no tendría sentido alguno hacer trampas para imponer nuestra visión. Es cierto que defendemos nuestras ideas, pero lo hacemos con el objetivo de inspirar a más personas a compartirlas y luchar por ellas. Hacer maniobras para que se adopte una posición formal que la gente realmente no comparte sería como hacer trampas jugando al solitario.
Todo esto no contradice lo dicho sobre la necesidad de que los movimientos unitarios incluyan a gente muy diversa. Es esencial que haya activistas de procedencias y sensibilidades muy diversas que entiendan y luchen para fortalecer estos movimientos. Lo que ocurre es que a menudo las personas que militan en los partidos establecidos de la izquierda encuentran obstáculos para conseguir que su organización se implique en la lucha unitaria. A veces el partido se niega a apoyarla —quizá citando alguno de los tópicos mencionados— pero más a menudo, dará su apoyo formal, pero en la práctica seguirá habiendo fuertes resistencias internas, frente a la idea global de impulsar un movimiento unitario, o a veces respecto a algún aspecto concreto, por ejemplo, presentando un “laicismo” mal entendido como una excusa para no combatir la islamofobia.
La ventaja que tienen las personas que forman el grupo Marx21 es que su organización (actualmente muy pequeña) apoya plenamente la lucha unitaria, y no tiene duda alguna respecto a la importancia de combatir la islamofobia —actualmente la forma más extendida del racismo— junto con otros tipos de racismo, como el antisemitismo, el antigitanismo, etc. A su vez, Marx21 forma parte de una corriente de organizaciones, más grandes o más pequeñas, que también apoyan estas luchas en sus diferentes países.
Así que se trata de decir que las personas que comparten la idea más general de lucha desde abajo, de autoorganización, de rechazo a toda opresión, y con una visión de clase… en definitiva, del anticapitalismo revolucionario, deberían saber que además de participar en movimientos como UCFR, les podría interesar y gustar participar en un espacio político como lo es Marx21.
Y las muchas personas que participan activamente en estos movimientos desde otras visiones políticas, son bienvenidas. Sin estas personas, estos movimientos tampoco existirían.
Seguimos luchando
Volvamos al tema original, la movilización —poco usual— del 21 de marzo debe ser un paso más en el fortalecimiento de los movimientos unitarios contra el racismo y la extrema derecha.
En el momento de escribir, en medio de la crisis del COVID-19, VOX dice que quiere quitar el derecho a la atención sanitaria a migrantes sin papeles. También, y como se ha comentado arriba, el virus está ofreciendo la oportunidad de intensificar el racismo institucional ya existente. Por otro lado, y en un sentido más positivo, están floreciendo por todas partes redes de apoyo mutuo. Su naturaleza solidaria debe significar que sean automáticamente antirracistas, pero incluso aquí puede ser necesario tener algunos debates; el racismo está muy arraigado en las ideas dominantes. En todo caso, hay mucho trabajo por hacer.
Las y los activistas en diferentes territorios del Estado español donde aún no existe un movimiento unitario contra el racismo y la extrema derecha deberían plantear con otra gente en los movimientos la necesidad de crearlo. Donde ya hay iniciativas en marcha, se debería hacer todo lo posible para ayudar a que salgan adelante, mediante el trabajo práctico y los debates que hagan falta.
Este 21 de marzo no logramos salir a la calle, pero las manifestaciones sólo se han pospuesto, no se han anulado. Ya volveremos, y cuando lo hagamos, tenemos que ser mucha gente. Ahora, desde nuestras casas, podemos seguir tejiendo las redes que necesitaremos en el futuro.
David Karvala es militante de Marx21 en Catalunya. Es, además, uno de los fundadores de UCFR Catalunya y forma parte de la coordinadora internacional, World Against Racism.