Yesong Lee analiza algunas razones detrás de la propagación del coronavirus, así como las respuestas racistas e ineficaces de los gobiernos a la enfermedad, y explica qué necesitaremos para derrotarla.
Actualmente hay más de 100.000 casos confirmados del nuevo coronavirus (Covid-19), incluidas al menos 3.500 muertes en todo el mundo. La mayoría de los casos y muertes han tenido lugar en China, donde se detectaron las primeras infecciones, pero los brotes en Europa, Oriente Medio y América están causando más muertes cada día.
El origen del brote de coronavirus en humanos se remonta a un mercado de alimentos en Wuhan, China. Esta noticia fue recibida con respuestas racistas en los medios de comunicación con comentarios sobre los hábitos alimenticios “sucios” de los chinos. Algunas imágenes y memes de una mujer china que comía murciélagos, que resultaron ser falsas, se difundieron en las redes sociales.
Capitalismo, mercados y enfermedades
Dejando a un lado la pregunta de por qué comer murciélagos es más “sucio” que comer vacas, es importante tener en cuenta que los mercados no eran tan diferentes en Estados Unidos hace unas décadas. Si pudiéramos ver un mercado de carne en Nueva York en la década de 1920, nos encontraríamos con una escena similar: procesamiento y venta no regulada de carne de animales. Las normas de seguridad alimentaria son una preocupación en China como en gran parte del mundo. Pero no son los gustos de la gente común los que tienen la culpa. Es el fracaso del gobierno para regular la industria.
En los últimos años, hemos visto una serie de brotes como el SARS, MERS y el Ébola, donde los virus se desarrollaron por primera vez en animales y se transfirieron a humanos. Ciertamente, los humanos siempre han contraído enfermedades de los animales, pero a medida que las áreas urbanas se extienden a los hábitats de los animales, el contacto entre animales infectados y otras especies es cada vez más probable. Las grandes ciudades que surgieron en el sur global en las últimas décadas son anfitriones perfectos para nuevas enfermedades como el coronavirus. Pero los empresarios sólo están interesados en explotar a los trabajadores de bajos ingresos que viven en barrios marginales y evitar hacer las inversiones en la infraestructura de salud necesarias para mantener la salud de los trabajadores.
China y el coronavirus
China no es la excepción. China es ahora la segunda economía más grande del mundo. Su crecimiento económico en las últimas décadas se basa en la explotación de cientos de millones de trabajadores migrantes que se mudaron de las zonas rurales a las ciudades para vivir en barrios marginales a cambio de salarios exiguos, y sin derechos sindicales.
Sin embargo, el sistema de salud en China está sobrecargado y es insuficiente. Como se informó en el New York Times, con un número limitado de camas de hospital y personal médico en Wuhan, China, las personas fueron devueltas a sus propios hogares para cuidarse. Incluso aquellos que tuvieron la suerte de ser hospitalizados en camas improvisadas, construidas más de una semana después del brote, dicen que “a nadie le importa” y describen sentirse como si estuvieran encerrados dentro del hospital en lugar de ser tratados.
La crisis de salud puede llevar a una crisis política para la clase dominante china. La muerte del médico chino que descubrió la enfermedad —había tratado de advertir a las autoridades chinas sobre el peligro del brote del virus desde el principio, pero fue silenciado e incluso recibió medidas disciplinarias— provocó indignación entre el público chino.
Prohibiciones de viaje racistas
Ahora, fuera de China, muchos países han impuesto prohibiciones de viaje a quienes viajan desde China y otras áreas afectadas. El hecho de que el 99% de los casos de infección y muertes ocurrieron en China en ese momento no impidió que los gobiernos de EEUU, Corea del Sur, Australia, el Reino Unido y muchos otros países impusieran severas prohibiciones de viaje. Este tipo de prohibiciones no fueron recomendadas por las organizaciones de salud en ese momento y se impusieron por razones políticas, no médicas. Sería relativamente comprensible si los países en desarrollo con pocos recursos y capacidad limitada para abordar el brote impusieran este tipo de prohibiciones de viaje. Pero estos países con economías avanzadas tienen una tecnología de prevención de enfermedades, recursos de salud e infraestructura mucho mejores. No es que no sean capaces de proporcionar más recursos de atención médica y personal médico para abordar la situación. Simplemente no están dispuestos a hacerlo.
Estos gobiernos utilizan las prohibiciones de viaje como una oportunidad para fortalecer y justificar su control fronterizo. La medida del gobierno australiano para poner en cuarentena a los evacuados australianos en el centro de detención de Christmas Island no se trataba de atención médica. Fue un truco político demostrar que es “duro en las fronteras”. Cualquier persona en la Isla de Navidad que realmente enfermara tendría que ser trasladada a hospitales continentales para recibir tratamiento.
Las prohibiciones de viaje a su vez alimentan el sentimiento racista que conduce a insultos y ataques racistas contra aquellos con apariencia de Asia oriental. Obviamente, cuando el gobierno y los medios dicen que el viaje de la persona que porta el virus es el problema, no es de extrañar que los que creemos que son asiáticos sean el objetivo de ataques racistas. En California, muchos asiáticos dicen que sus pequeñas toses o estornudos se encuentran con miradas sospechosas y crean pánico. En el Reino Unido, un hombre tailandés fue atacado en las calles por un matón que gritó “coronavirus”.
En el siglo XIX, muchos migrantes de Asia a EEUU estaban sujetos a humillantes reconocimientos médicos al llegar a la Isla del Ángel que no se aplicaban a los europeos que llegaban a través de Ellis Island. Los estados capitalistas han usado las enfermedades como una excusa para controlar la inmigración durante mucho tiempo.
Este tipo de racismo disfrazado de asistencia sanitaria requiere una respuesta política. Es crucial resistirse a las políticas gubernamentales que crean prejuicios y racismo, y exigir soluciones reales para enfrentar el brote. Necesitamos ser parte de los esfuerzos para construir resistencia y movimiento contra el racismo. El día internacional para la eliminación de la discriminación racial el 21 de marzo será una importante oportunidad para movilizarse y ganar fuerza para luchar contra el racismo.
¿Está listo Estados Unidos para combatir el brote?
El 25 de febrero, el CDC (Centro de Control de Enfermedades) advirtió de que inevitablemente el nuevo virus se propagaría en Estados Unidos, diciendo que “ya no se trata de si esto sucederá, sino más bien de cuándo exactamente ocurrirá”. Ahora Estados Unidos tiene más de 500 casos confirmados y varias muertes. Ha habido signos de una extensión de la comunidad en la costa oeste, con varios casos confirmados en el estado de Washington y el norte de California cuyas rutas de infección no están claras.
La administración Trump argumenta que el país está bien preparado para un brote, pero los expertos en salud y los trabajadores médicos en el campo se sienten de manera muy diferente. El sindicato de enfermería National Nurses United está llevando a cabo una encuesta que descubrió que aproximadamente un tercio de las casi 5.000 enfermeras encuestadas dijeron que no tenían suficiente equipo de protección para manejar un aumento de casos de coronavirus. Sólo el 9% dijo que su hospital o clínica tenía planes para aislar pacientes potencialmente infectados. Muchos expertos en salud dicen que la solicitud inicial de la Casa Blanca de 2,5 mil millones de dólares en fondos de emergencia para manejar el coronavirus es extremadamente insuficiente, aunque desde entonces el Congreso ha aprobado $ 8,3 mil millones de dólares. Mientras tanto, la administración Trump ha recortado el presupuesto para agencias y programas relacionados con la salud pública, incluidos el CDC.
Cuando comienza una propagación comunitaria, el paso más importante es confirmar los casos de infección lo antes posible y proporcionar el tratamiento necesario de inmediato. Sin embargo, el sistema de salud inquietantemente desigual en EEUU hace que esto sea mucho más difícil. La atención médica es muy costosa. Un hombre en Miami que había viajado a China desarrolló síntomas parecidos a la gripe y fue al hospital para hacerse una prueba de coronavirus. El hospital le cobró 3.270 dólares. Uno de cada cinco estadounidenses no tiene seguro o tiene un seguro de salud deficiente. Si las personas evitan la ayuda médica debido al coste, no hay forma de contener el brote. Las pruebas y el tratamiento gratuitos del virus son clave para la solución del brote. El coronavirus Covid-19 es otro ejemplo urgente de la necesidad de la necesidad de un sistema público de salud para todo el mundo en EEUU, financiado con fondos públicos.
Un problema de clase
El CDC aconseja al público de que se laven las manos con frecuencia y se queden en casa cuando se sienten enfermos. Esta sencilla guía es difícil de seguir en EEUU, el único país rico del mundo que no requiere que los empleadores les den a los trabajadores días de baja por enfermedad pagados.
Para las personas en trabajos públicos con bajos salarios, quedarse en casa fuera del trabajo rara vez es una opción. Es probable que estos trabajadores incluyan a personas que trabajan cara al público, como servidores de alimentos y conductores de autobuses, o personas que trabajan con poblaciones vulnerables, como personal de hogares con asistencia y personas que trabajan en guarderías. Los centros de atención ya envejecidos en Estados Unidos están siendo afectados de manera desproporcionada por brotes de coronavirus.
Un estudio encontró que durante la epidemia de gripe porcina H1N1 de 2009, al menos 3 de cada 10 trabajadores del sector privado no se tomaron tiempo libre cuando estaban enfermos con el virus. Se estima que esto causó hasta siete millones de infecciones adicionales y que pudo haber extendido la duración del brote.
En un reciente piquete de un restaurante Chipotle, los trabajadores de la rama 32BJ del sindicato SEIU señalaron que (incluso con una política de baja por enfermedad demasiado restrictiva), los trabajadores a menudo son presionados por la gerencia para trabajar mientras están enfermos y para trabajar sin parar, sin tiempo para lavarse las manos durante horas y horas.
Todos los trabajadores que se sientan enfermos deben recibir una licencia por enfermedad remunerada que garantice salarios dignos durante su ausencia. Cuando las escuelas cierran debido al miedo al brote, los padres y cuidadores también deben poder tomarse un tiempo libre del trabajo para cuidar a sus hijos.
Los expertos en salud prevén que la infraestructura de salud de EEUU se vea abrumada una vez que aumente el número de pacientes infectados con el coronavirus. Por el momento, muchos hospitales en todo el país carecen de medidas de precaución de seguridad, incluido el aislamiento de pacientes enfermos en habitaciones con sistemas de ventilación especiales y la capacitación del personal con el uso adecuado de los equipos de seguridad, que deben prepararse lo antes posible.
El gobierno no aceptará tales demandas fácilmente, ya que van en contra de la lógica del mercado y las ganancias. Pero la clase trabajadora y la gente común tienen derecho a estas medidas y demandas porque somos los más afectados por el brote.
Necesitamos luchar contra el racismo que sólo sirve para distraernos y dividirnos, y necesitamos un sistema de salud totalmente financiado, “Medicare para todos”, y licencia por enfermedad remunerada que se haga cumplir adecuadamente para contener este virus.
Yesong Lee es militante de Marx21 US, grupo hermano en Marx21 en EE.UU. Este artículo se publicó en su web el 10/03/2020.
Traducción: Xoán Vázquez