Marina Morante
Este año, el 8M llega en medio de graves ataques, en todo el mundo, contra los derechos de las mujeres, y de hecho contra la gente trabajadora en general.
En los últimos años, se ha ido intensificando la explotación, mediante la precariedad, la inestabilidad laboral y los recortes en derechos sociales, laborales y democráticos. Esta explotación se retroalimenta con las estructuras de opresión, tales como el machismo o el racismo.
El capitalismo precisa del machismo para aplicar sus planes de ajuste y, a su vez, el machismo se ha visto fortalecido por los criminales niveles de explotación. En otras palabras, por ejemplo, que las tareas domésticas estén desvalorizadas favorece la consolidación de la subcontratación en sectores como el hotelero, véase el caso de las Kellys. Por otro lado, las subcontratas, entendidas como promotoras de precariedad, contribuyen al fenómeno de la feminización de la pobreza.
Así pues, lejos de los postulados de las teorías postfeministas, las cuales afirmaron la conquista de la “igualdad”, se confirma uno de los principales supuestos del feminismo de clase o anticapitalista: no es posible el fin de ningún sistema de opresión bajo el sistema capitalista, los derechos conquistados pueden ser recortados al servicio de los intereses de las clases dominantes.
El machismo sigue siendo una estructura brutalmente violenta, la cual golpea a las mujeres de manera desigual según otras condiciones sociales (como la orientación sexual, género, clase o “raza”).
Ningún ataque sin respuesta
Los estallidos sociales y las respuestas populares no obedecen a una lógica objetiva. En ocasiones, las situaciones de explotación y opresión son profundas pero la respuesta no está presente. En los últimos años, las mujeres sí han sido protagonistas de las respuestas políticas en las calles.
La respuesta a la sentencia de “la Manada” junto con el movimiento #MeToo han sido los precedentes para la masificación de las movilizaciones del 8 de marzo, el cual en recientes años se ha convertido en “día de paro internacional”. Este nuevo sentido recupera su origen de clase y puede ayudar a unir diferentes aspectos de la lucha, como las ligadas al movimiento antirracista o LGBTI+.
El hecho de que este año el 8M caiga en un domingo ha quitado centralidad al paro laboral; el año que viene tendremos que trabajar para que se vuelva a convocar una huelga general de manera amplia.
Del 8M al 21M
El auge de VOX también ha sido uno de los principales fenómenos políticos que ha impactado en la política del Estado español. Ya hemos visto como las mujeres han jugado un papel clave en la respuesta antifascista y antirracista.
Ante la gravedad del crecimiento de la extrema derecha, y la urgente situación creada por la brutalidad de la policía, el ejército y matones fascistas contra la gente refugiada en la frontera griega, este 8M también debe servir como un impulso para las movilizaciones unitarias contra el racismo y la extrema derecha, del próximo 21 de marzo, en el marco de la llamada de World Against Racism.
Un movimiento en el cual intervenir
El auge del movimiento de mujeres es sin duda una buena noticia para todas aquellas que deseamos cambios estructurales a nivel global. Sin embargo, el movimiento feminista actual tiene ciertas limitaciones que deben ser superadas.
Las compañeras antirracistas saben, mejor que nadie, que el feminismo sigue reproduciendo otras opresiones en su seno, como el racismo. En el contexto de movilizaciones contra el caso de “la Manada”, se destapó el caso de violaciones y secuestros de compañeras jornaleras marroquíes por parte de sus patrones, en el marco de la recogida de la fresa. La respuesta, a pesar de la gravedad y la aparición en prensa, fue escasa y protagonizada principalmente por el movimiento antirracista.
Por otro lado, es sabido que el movimiento feminista nunca se definió con una única ideología. Más bien, está conformado por ideologías múltiples que incluso pueden llegar a ser contradictorias. El movimiento que pone en jaque el capitalismo, la cisheteronorma y el colonialismo es intrínsecamente contrario al emergente capitalismo rosa y las teorías del empowerment, basadas en colocar a mujeres en situaciones de y con poder económico, político o social dentro de las estructuras actuales.
Las camisetas feministas de Inditex, producidas mediante la explotación y opresión de otras mujeres del sur global, no son el camino hacia la emancipación. Tampoco es garantía de mejores condiciones que más mujeres ocupen espacios de poder dentro del marco capitalista.
Así pues, sin ninguna duda, el auge del movimiento feminista es positivo para todes. Y no porque lo idealicemos, sino porque abre la posibilidad de intervenir políticamente en un movimiento que está movilizando a amplios sectores de la sociedad. Intervenir, acompañar a nuestras compañeras y ganarlas para una visión de lucha global: contra toda explotación y sistema de opresión.
Que este 8M sea un paso en esta dirección.
Marina Morante es una de las autoras del nuevo folleto de Marx21, Marxismo y Feminismo Hoy.
Con un total de 72 páginas, el folleto trata temas como clase y género, feminismo y racismo, opresión trans… Disponible por 4 euros de activistas de Marx21.