Marx21
El pasado 3 de enero de 2020, Trump hizo asesinar a Qasem Soleimani, un destacado general y número dos del Estado iraní. Amenazando así con un conflicto mucho más amplio, regional y quizá mundial. Hasta ahora, esto no ha ocurrido. Pero sí es una nueva muestra del peligro de la intervención estadounidense en la región.
Es muy positivo que se esté reactivando el movimiento antiguerra. En EEUU, ya se han celebrado decenas, quizá centenares de protestas.
Para el sábado 25 de enero, una amplia coalición antiguerra en EEUU ha hecho una llamada para realizar protestas internacionales. Habrá casi 200 acciones en EEUU y protestas en diversas ciudades de unos veinte países, desde Costa Rica hasta Japón.
Pero la situación también abre muchos debates.
Irán
Soleimani no era una buena persona. Estaba personalmente implicado en matanzas en Siria —donde jugó un papel clave en reforzar el régimen de Assad—, en Irak…
Irán no tiene el régimen más dictatorial y sanguinario del mundo, ni siquiera de Oriente Medio. Pero no deja de ser un gobierno autoritario que reprime a su población: al movimiento obrero, a las mujeres, a la juventud, a las minorías nacionales…
Pero nada de esto quita que el asesinato fue un crimen, cometido por EEUU, un Estado que es responsable de mucho más sufrimiento, más represión, más muertes. Y si con este acto el país de Trump se fortalece, es una terrible noticia para todo el mundo.
Debemos recordar qué han significado las intervenciones estadounidenses de las últimas décadas en Oriente Medio. La destrucción de Afganistán, donde lo más probable es que los talibanes vuelvan al poder de alguna manera. Más de un millón de muertes en Irak, la mitad niños. Con todo esto, EEUU creó las condiciones para el surgimiento de ISIS/Daesh.
Y esta vez debemos recordar que en 2003, EEUU se enfrentó a un Irak muy debilitado por dos décadas de guerras y sanciones. Irán también ha sufrido sanciones, pero es un estado mucho más poderoso de lo que lo fue el Irak de Sadam Hussein. Una guerra abierta entre EEUU e Irán tendría consecuencias impensables.
“Antiimperialismos” selectivos
Todo lo anterior hace muy necesario el resurgimiento del movimiento antiguerra. Sin embargo, algunas personas en la izquierda y los movimientos sociales que llevan años intentando promover la solidaridad con las luchas populares en Siria han planteado ciertas cuestiones.
El pueblo de Siria lleva desde 2011 sufriendo una guerra terrible, sobre todo los ataques mortíferos de “su” gobierno, por ejemplo tirando bombas barril sobre barrios populares. Han muerto medio millón de personas, la gran mayoría a manos del régimen de Assad y sus aliados, Rusia e Irán. Pero, escandalosamente, muchos sectores de la izquierda internacional han ignorado la matanza, cuando no han apoyado al gobierno asesino, todo en nombre de un “antiimperialismo” mal entendido.
Lo cierto es que si bien la potencia imperialista más grande del mundo es EEUU, no es la única. Rusia, China, la propia EU… también son poderes imperialistas. Por otro lado, Arabia Saudita, Israel e Irán son poderes sub-imperialistas, con el poder militar, político, económico… para imponerse sobre otros países en Oriente Medio.
Así que el antiimperialismo consecuente exige oponerse en primer lugar al imperialismo del “propio bando”, pero no implica de ninguna manera justificar los crímenes de otras potencias imperialistas o sub-imperialistas. Y tristemente, como se ha dicho, algunos sectores de la izquierda sí lo han hecho con respecto a Siria.
Aún así: ¡No a la guerra!
Teniendo claro todo esto, tampoco debemos olvidar otro hecho clave. Que las razones fundamentales que inspiraron a 35 millones de persones de todo el mundo a protestar contra la guerra en Irak, en la mayor movilización de la historia, el 15 de febrero de 2003, siguen vigentes. No queremos que personas inocentes mueran bajo las bombas; bombas enviadas además por países miembros de la alianza militar a la que pertenece el Estado español, la OTAN.
Así que hay motivos de sobra para movilizarse contra la guerra desde una visión puramente pacifista o antimilitarista. Pero no es sólo esto.
EEUU ya es la mayor potencia del mundo, en términos económicos, y aún más en términos militares. El gasto militar estadounidense es parecido al de los siguientes 8 estados más militarizados —China, Arabia Saudita, India, Francia, Rusia, Reino Unido, Alemania y Japón— ¡juntos! Que EEUU se fortalezca aún más representa un peligro para la gente corriente del mundo entero, desde Teherán y Bagdad hasta América latina, e incluso el mismo EEUU.
El EEUU que intenta imponerse en Oriente Medio mediante las armas es el mismo estado que apoya a los golpistas en Bolivia, el que impulsa las políticas neoliberales por todo el mundo mediante el FMI y el Banco Mundial. El mismo estado que dedica más esfuerzos a meter a los jóvenes de su propio país en la cárcel que en asegurarles una educación decente o atención sanitaria asequible.
Antiimperialismo internacionalista y de clase
Es esencial que haya movimientos antiguerra amplios, dedicados a este tema específico.
Sin embargo, la lucha más amplia contra el imperialismo no es una lucha que tenga que ver únicamente con las guerras. Una izquierda consecuente debe plantearse una lucha contra el sistema que produce estos conflictos. Y los gobernantes de China, Rusia e Irán forman parte de ese sistema tanto como lo hacen las clases dirigentes de EEUU, o del Estado español.
No tiene sentido alguno, entonces, plantear esa lucha en alianza con quienes explotan y oprimen a sus poblaciones en Rusia, China o los países de Oriente Medio.
Sí podemos forjar alianzas en estos países, y también en el mismo EEUU; con la gente trabajadora y los movimientos populares.
Ahora mismo, toda la región de Oriente Medio está en ebullición. Hay gente luchando en la calle contra todas las injerencias internacionales, contra la corrupción, por los derechos democráticos, por la justicia social, incluso por la provisión de servicios básicos… en Irán, en Irak, en el Líbano…
El ataque estadounidense del pasado 3 de enero fácilmente podría haber hecho descarrilar estos movimientos, invisibilizándolos bajo el mantra de “unidad nacional”. Es impresionante que se hayan mantenido firmes; en Irán han añadido a sus denuncias la manera en que el gobierno ha gestionado la crisis actual.
Así que en Occidente, debemos tener la misma capacidad: rechazar el poder imperialista de EEUU sin dejarnos llevar por ilusiones hacia ningún otro estado o líder.
La solución al sistema de guerra, explotación y opresión, se encuentra en la lucha popular e internacionalista, y esto es tan cierto en Barcelona, Madrid o Sevilla como en Bagdad, Beirut o Teherán.