Tony Cliff nació en Palestina en 1917. En 1933 se hizo trotskista, un paso muy difícil en esa época, cuando toda la política se polarizó entre el fascismo y el estalinismo.

Después de la Segunda Guerra Mundial, fue a Gran Bretaña, donde se integró en el Partido Revolucionario Comunista, la organización trotskista de aquel país. Allí se le encargó el trabajo de analizar el surgimiento de las “democracias populares”, como se llamaban a los nuevos regímenes estalinistas de Europa del Este.

Hasta entonces, el movimiento trotskista, siguiendo las palabras de Trotski, veía a la URSS como un “Estado obrero degenerado”. En lo que se refiere a los países del Este, mantuvieron que seguían siendo capitalistas. Aquí realmente siguieron a Trotski, quien había afirmado que no se podía superar el capitalismo sino mediante una revolución socialista, y la posguerra no había visto ninguna revolución en estos países. Dado que la propiedad estaba en manos del Estado, los describían como sociedades de capitalismo de Estado.

Cliff se dedicó a estudiar y a analizar los datos, para comprender la naturaleza real de los países del Este y de la URSS, en vez de limitarse a repetir las fórmulas de Trotski. Llegó a la conclusión de que, igual que los países del Este, la URSS era capitalismo de Estado. Este libro es el producto principal de ese estudio.

Aparte de pasar por sucesivas ediciones en inglés, y de las ediciones en castellano, el libro se ha traducido (como mínimo) al alemán, árabe, bengalí, coreano, farsi, francés, griego, italiano, japonés, polaco, ruso, y turco.

Le siguieron otras obras sobre el mismo tema, tales como La China de Mao, y Los satélites de Stalin en Europa del Este.

El grueso del movimiento trotskista se resistió a aceptar sus conclusiones, y adoptó la idea de que, de alguna manera, el capitalismo había sido superado en Europa del Este, y que Polonia, Hungría, etc., eran Estados obreros igual que la URSS —sin revolución, ni intervención de la clase trabajadora—. Por lo tanto, el estalinismo, a la vez que representaba la contrarrevolución, había traído un avance histórico a la mitad de Europa; ésta fue una conclusión que seguiría perjudicando a sus adeptos hasta 1989 y aún después.

Las conclusiones políticas de este análisis —de que la izquierda no tenía razón alguna para apoyar a los Gobiernos de los países estalinistas— llevaron a la expulsión de Cliff, así como de las y los militantes que estaban de acuerdo con él, de la Cuarta Internacional.[1] El motivo directo fue la negación de Cliff a definir a Corea del Norte como “más progresista” que Corea del Sur, en la guerra imperialista que estaba dividiendo al país.

De hecho, esto fue sólo un ejemplo de una ruptura fundamental en cómo se concebía la política revolucionaria.

Los del Socialist Review Group, y luego los International Socialists, como se llamaba el grupo en torno a Cliff en los años sucesivos, destacaron en dos aspectos complementarios. Por un lado, estaban dispuestos a mirar la realidad tal y como era, y por consiguiente a formular la respuesta en función de ella, en vez de seguir ciegamente las viejas consignas. Por otro, mantenían, ya no las citas sagradas, sino los principios del marxismo, en vez de abandonar toda la tradición marxista, como les pasó a tantos que perdieron sus ilusiones en la URSS.

Esto se reflejó en una serie de avances en el entendimiento del mundo de la posguerra. En vez de la repetición continua de que el capitalismo sufría su “crisis final”, Cliff analizó el boom económico que estaba teniendo lugar, y desarrolló, junto con otros, la teoría de la economía permanente armamentística.[2]

Analizó las revoluciones en China y luego en Cuba como revoluciones genuinas, pero no socialistas, desmarcándose así de la ortodoxia trotskista, que mantenía que la única revolución posible en los países del “tercer mundo” era una revolución socialista, la “revolución permanente”, dirigida por la clase trabajadora.[3] Otra vez, en lugar de cambiar los hechos para cumplir con la teoría, o abandonar todo intento de tener un entendimiento teórico del mundo, Cliff desarrolló la teoría para poder explicar el mundo tal y como era.

En 1959, escribió uno de los primeros estudios sobre la obra de Rosa Luxemburg.[4] La elección de centrarse en una figura poco ortodoxa en su pensamiento, una revolucionaria dispuesta a poner en cuestión a las “autoridades” de su época, no debió ser fortuita.

Escribió mucho más a lo largo de su actividad política.

Entre otras obras importantes destacan una biografía de Lenin en cuatro tomos, donde extrajo lecciones para revolucionarios de hoy de la creación del partido bolchevique;[5] una biografía de Trotski, también en cuatro tomos; escritos sobre la historia del movimiento obrero británico; y un libro sobre la liberación de la mujer.

Hasta su muerte en abril de 2000, Cliff siguió activo en el Socialist Workers Party, la mayor organización revolucionaria en Gran Bretaña. En sus últimos años, dedicó bastante tiempo a apoyar a nuevos grupos revolucionarios en diferentes países del mundo. Tras su muerte, se publicó una colección de sus escritos a estos grupos, en el libro Marxism at the Millenium.[6]


Notas

[1]    La biografía de Cliff describe esta expulsión. Ver Birchall, Ian (2011), Tony Cliff, A Marxist for his time, Londres: Bookmarks, pp. 128-134. En ese momento sólo había una Cuarta Internacional. Desde los años 50 en adelante, las escisiones proliferaron, hasta la situación de hoy, cuando hay una multiplicidad de organizaciones muy pequeñas, incluso minúsculas, que se definen como “la Cuarta Internacional”.

[2]    La teoría de la economía permanente armamentística es la que explica el largo boom después de la segunda guerra mundial.

Muy brevemente, explica cómo la competencia militar entre las dos superpotencias, Estados Unidos y la URSS, era una forma de competencia capitalista, pero con un efecto especial. Al desviar enormes cantidades de capital hacia la producción armamentística, o sea, hacia el desecho, se retrasaba el crecimiento del capital, y por tanto se ralentizaba la tendencia a la baja de la cuota de ganancia, y consecuentemente se podían evitar las crisis durante un largo período.

El límite a esta situación consistía en que ninguna de las dos superpotencias poseía recursos ilimitados, y que, mientras ellos competían entre sí con gastos militares inútiles, otros países, como Japón y Alemania, invertían en la industria productiva. El resultado sería que EEUU y la URSS ya no tendrían los recursos suficientes para mantener el boom, y la economía mundial volvería al ciclo de boom y recesión.

Para una explicación completa de la teoría, ver Chris Harman, Explaining the crisis, Bookmarks, 1984. Desafortunadamente no existe una traducción al castellano.

Hay un resumen más breve en Chris Harman, La locura del mercado, escrito en 1995 y disponible en castellano en Marx21.net.

[3]    Ver T. Cliff Marxismo y revolución en el “tercer mundo”, escrito en 1963, disponible en castellano en Marx21.net.

[4]    Tony Cliff, Rosa Luxemburg, disponible en castellano en Marx21.net.

[5]    El primer volumen de esta biografía existe en castellano: Lenin. la construcción del partido, El Viejo Topo, 2011.

[6]    Existe una traducción catalana de la obra, El marxisme davant el mil·lenni, disponible en Marx21.net.


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