Antonio Pineda Vergara

La capacidad del poder empresarial para hacer valer sus intereses y su ideología en los sistemas de partidos políticos parece no tener límites. Tras la ruptura del sistema bipartidista, la defensa de los intereses empresariales adopta formas ideológico-políticas muy variadas, desde el social-liberalismo del PSOE al liberal-conservadurismo del Partido Popular, pasando por el liberalismo derechista de Ciudadanos. A esta lista, que podría ampliarse aún más con partidos minoritarios y marginales, se ha incorporado recientemente una formación nacional-populista de extrema derecha, VOX.

Lo interesante de VOX es que, bajo de una estrategia propagandística que prima aspectos socialmente reaccionarios, patriotas y xenófobos, hay en realidad una de las formaciones que se encuentran más a la derecha en términos económicos.

Históricamente, las relaciones de la extrema derecha española y europea con el capitalismo y el liberalismo económico no han sido necesariamente lineales. El caso de VOX, no obstante, demuestra que el extremismo nacional-populista es compatible con ciertas posturas liberales. Como ejemplo de ello se puede citar la apuesta, de este partido heredero del franquismo, por la privatización del sistema de pensiones. Además, quieren favorecer a las grandes empresas frente a las pequeñas y medianas. Véase la actitud de la líder racista de VOX Rocío Monasterio en la campaña electoral de noviembre de 2019 en contra de la intervención estatal y la regulación de las empresas privadas o la postura del gurú económico del partido, Rubén Manso, partidario de un Estado reducido al mínimo (es decir, reducido a Defensa, seguridad ciudadana y justicia, entregando todo lo demás a la gestión privada).

El juego político entre tradicionalismo cultural y libertarismo económico no es nuevo. De hecho, hace décadas que forma parte de la estrategia del Partido Republicano de Estados Unidos, que logra captar el voto de la clase trabajadora blanca para, sin embargo, aplicar políticas económicas que van directamente en contra de sus intereses.

Por consiguiente, es importante que desde la izquierda se insista en que el sustrato ideológico ultra-liberal de VOX es una amenaza para las clases trabajadoras que están empezando a verse atraídas por el mensaje nacional-populista, racista y machista de esta formación ultraderechista.

El obrero desclasado y desinformado puede verse seducido por el miedo a la inmigración o el éxtasis emocional envuelto en la bandera, pero es más probable que deje de escuchar los cantos de sirena de VOX si es consciente de que estos ultra-patriotas atacarán sin dudarlo sus derechos, sus libertades y su bolsillo.


Antonio Pineda Vergara es militante de Marx21 Andalucía