Santi Amador

El debate del lunes 4 de noviembre entre los principales candidatos a la presidencia del gobierno del Estado tuvo en primer lugar una grave anomalía democrática. El partido de ultraderecha VOX, con fascistas dentro, fue normalizado primero como un miembro más del debate y después sus mentiras no fueron rebatidas por el resto de candidatos. Me gustaría dar unas breves pinceladas sobre el tema.

Como suelen ser estos debates, son sumamente encorsetados y en los cuales los candidatos no se salen del guión establecido y pactado con sus asesores y los organizadores del debate.

Pedro Sánchez, posiblemente el candidato más votado el próximo domingo, no paraba de leer sus notas. No respondía a las interpelaciones de sus adversarios. Albert Rivera —como viene siendo habitual— dijo poco más allá de Catalunya y se limitó a sacar objetos al atril. Pablo Casado, tras fracasar su tono más ultra en las pasadas elecciones, se mostró parecido al estilo de Mariano Rajoy. Pablo Iglesias se centró en sus propuestas habituales y tuvo habilidad pedagógica, mientras Abascal, a pesar de no decir mucho más allá de suspender las autonomías y expresar sus propuestas xenófobas, se presentó como el candidato “antisistema”, lo que me temo le dará réditos electorales.

Para mí lo más grave del debate fue la normalización de VOX. Criminalizó a los menores no acompañados extranjeros, escupió islamofobia (habló de “islamización”) y racismo, vinculando a los migrantes con la delincuencia y agresiones sexuales. Sólo Pablo Iglesias al final afeó la equiparación que hacía el ultraderechista vasco de fascistas y antifascistas. Pero nada de desmentir sus repugnantes mentiras.

Unidas Podemos de nuevo defendió los artículos sociales de la Constitución e hizo propuestas sociales favorables a las personas corrientes. También habló de plurinacionalidad. La cuestión no es que las propuestas no sean interesantes para mejorar la vida de la gente humilde (aunque patinó queriendo demostrar ser un patriota; en última instancia la patria es un concepto de exclusión respecto a otros), sino cómo se llevan a cabo. ¿En serio el PSOE que trata a la formación de izquierdas como a parias va a llevar a cabo esos cambios? ¿El mismo PSOE que pretende gobernar con la abstención de la derecha? ¿Cómo se implementan medidas progresistas sin movilización social?

De cara al domingo, las personas de izquierdas tenemos que votar a las opciones a la izquierda del PSOE, a Unidas Podemos en el Estado y formaciones como la CUP en Catalunya o EH Bildu en Euskal Herria. No podemos permitir que la abstención nos lleve a la ultraderecha y a la derecha al poder, como lamentablemente estamos sufriendo en Andalucía.

Aún así, lo más importante es construir movimientos sociales (para parar a la ultraderecha de VOX formando unidad amplia como UCFR (Unidad contra el Fascismo y el Racismo en Catalunya), contra el cambio climático y formando movimiento feminista) y organizarnos sindicalmente y apoyar la movilización por la ruptura democrática en Catalunya el lunes.


Santi Amador es militante de Marx21 de Andalucía