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Crecen protestas masivas y revueltas por todo el mundo, desde Hong Kong hasta Chile.

Suelen empezar como una reacción a un problema específico pero se pueden convertir, rápidamente, en desafíos generales al sistema.

En Líbano las protestas masivas empezaron el 17 de octubre contra un plan del gobierno —una coalición del partido Futuro del millonario pro saudita, Hariri, y el partido proiraní, Hezbolá— de cobrar impuestos por llamadas vía WhatsApp y Messenger. Al día siguiente, el gobierno ya había retirado la propuesta pero las y los manifestantes ya cantaban: “Revolución, revolución” y “El pueblo quiere la caída del régimen”, el grito de las revoluciones de 2011.

Frente a las divisiones sectarias que fueron insertadas en la propia estructura política del Líbano, ésta es una lucha de clases. Gente pobre y trabajadora lucha contra un sistema que entrega el 80% de los ingresos al 11% más rico, sea cual sea su religión, dejando al 89% de la población —cristianos, musulmanes, drusos…— el 20% de los ingresos restantes para sobrevivir.

En Chile, la propuesta de subir el precio del billete de Metro provocó manifestaciones masivas y combativas. Desató el hartazgo popular tras años de creciente desigualdad y carencias en los servicios públicos; es decir, de la aplicación del neoliberalismo.

En Hong Kong, las protestas llevan ya 20 semanas; han conseguido el objetivo inicial, la retirada de la ley de extradición, pero se han convertido en un movimiento más general por la democracia. (Ver entrevista abajo)

Otros países envueltos en protestas de masas durante estos meses incluyen a Puerto Rico, Sudán, Haití, Irak, Egipto, Argelia, Ecuador… Los Chalecos Amarillos mantienen sus movilizaciones en Francia, donde son sólo un ejemplo de las luchas sociales. Las protestas por todo el mundo contra el cambio climático tampoco son ajenas a esta dinámica.

La reacción de rabia ante las condenas a los y las dirigentes independentistas en Catalunya, que se ha extendido a otros territorios del Estado español, debe verse como un ejemplo más de esta dinámica. (Ver abajo)

Todas estas luchas reflejan una sensación de que la gente corriente está harta del sistema.

Colapso

Las revueltas se producen una década después del colapso económico que marcó el comienzo de una brutal austeridad. Recortaron nuestros salarios, recortaron nuestros servicios sociales, recortaron puestos de trabajo y saquearon los sistemas de pensiones.

A menudo nos dicen que este sistema es la mejor manera de administrar la sociedad. Pero el crash de 2008 minó la legitimidad del capitalismo. Incluso los defensores del sistema tuvieron que reconocer que había fracasado.

Dijeron que la austeridad arreglaría las cosas, pero no ha detenido la crisis, sólo ha permitido que los ricos se enriquezcan más, mientras el resto sufrimos. La desigualdad obscena entre ricos y pobres ha crecido y es más evidente para más personas. Ya no confían en los políticos que les han fallado repetidamente.

Por esta razón, muchas protestas ya no pasan por “caminos normales”; no surgen en respuesta a convocatorias de partidos de izquierdas, sindicatos o movimientos establecidos.

A veces, la derecha ha intentado aprovecharse de la rabia para buscar audiencia. La extrema derecha finge combatir a una élite que está fuera de contacto con “la gente corriente”. En realidad, el fascismo no representa alternativa alguna, sino una forma aún más brutal de capitalismo.

Pero si parece que nadie más le hace caso a la gente, la extrema derecha puede ganar apoyo. Recordemos que, sobre todo en sus inicios, sectores de la izquierda tildaron a los Chalecos Amarillos de movimiento reaccionario. Se suele identificar el voto a favor del Brexit simplemente con el racismo —que sí es un factor— pero para mucha gente trabajadora el voto contra la UE refleja el rechazo a la austeridad.

Dirección

Ante movilizaciones que realmente representan los intereses de la gente corriente y trabajadora frente a un sistema explotador, es esencial que la izquierda radical participe activamente. La dirección que tomen estos movimientos no está escrita, depende de las ideas y propuestas que se presenten a la gente.

Esto se aplica a la necesidad de expulsar de ellos a la extrema derecha y a cualquier idea que fomente la opresión y la discriminación. Pero también hay que combatir, dentro de los movimientos, la influencia del reformismo.

Estas protestas pueden enfrentarse a las fuerzas represivas del Estado, pero esta combatividad no resuelve mágicamente todos los problemas.

A menudo, los líderes reformistas de siempre intentan debilitar las luchas, llamando a la desmovilización a cambio de migajas.

Por otro lado, a veces encontramos a activistas nuevos que se dejan deslumbrar por acciones más bien minoritarias, y que pierden de vista la necesidad de ganar un apoyo más amplio dentro de la clase trabajadora, que es la única fuerza capaz de derrotar definitivamente al capitalismo.

Ideas

En cada lucha contra el sistema también hay una batalla interna de ideas.

Si queremos que las luchas ganen, no basta con simplemente apoyarlas. Hay que participar con ideas y estrategias que las puedan llevar hacia adelante, en función de la situación concreta de cada momento. En esto, un grupo de activistas anticapitalistas, marxistas, puede jugar un papel importante.

No se trata en absoluto de anteponer unas teorías carcas a la realidad. El marxismo de verdad (no la visión abstracta que sale de la academia ni las fórmulas muertas que defendía la burocracia estalinista) representa la experiencia de dos siglos de luchas de clases, dos siglos de lecciones esenciales que nos pueden ayudar a ganar las luchas actuales y venideras.

Las jornadas de Marx21, que se celebran en Barcelona el 1 y 2 de noviembre, serán una oportunidad para compartir ideas y experiencias, para promover un análisis marxista del mundo y —sobre todo— para hablar sobre cómo cambiarlo.


En el acto final de las jornadas de Marx21 habrá intervenciones sobre las luchas en Ecuador, Puerto Rico, Hong Kong, Francia. Las jornadas se celebran en Nou Barris, viernes 1 y sábado 2 de noviembre. Inscríbete aquí