Kyle Chun
Desde la sorprendente victoria de las maestras de West Virginia contra un gobierno estatal que trataba de recortar su seguro de salud, en marzo de 2018, este país ha sido testigo de una serie de huelgas marcadas por una especie de audacia y combatividad que no se han visto en una generación. Huelgas de maestros en Oklahoma, Arizona y Los Ángeles que ganaron grandes aumentos salariales; una huelga de dos meses en los hoteles Marriott en ocho ciudades diferentes a finales de 2018 que ganó aumentos de dos dígitos; las huelgas de empleados de Google en protesta por la conducta sexual inapropiada en el lugar de trabajo a finales de 2018, una huelga victoriosa en la cadena minorista Stop and Shop que cerró cientos de tiendas en Nueva Inglaterra durante 11 días en abril de 2019… Y ahora General Motors (GM).
Involucrando a 49.000 trabajadores y a punto de entrar en la segunda semana en el momento de escribir esto, la huelga nacional en el fabricante de automóviles (que fue el lugar de nacimiento del movimiento sindical más militante en EEUU durante la década de 1930), es una señal inequívoca de las réplicas a largo plazo de la  huelga en West Virginia.
Si los trabajadores de GM ganan esta batalla, sería aún más estimulante. Reviviría el arma de la huelga como un medio viable para mejorar las condiciones de millones de trabajadores del sector privado, y señalaría una recuperación largamente esperada en el movimiento obrero estadounidense que había sido completamente destruido a raíz de los años de Reagan. Y esta huelga, del tipo de trabajadores a los que Trump pretendía representar, ha puesto de manifiesto la naturaleza antiobrera del gobierno.
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La burocracia sindical limita la lucha

Lamentablemente, el liderazgo de United Automobile Workers (UAW) que convocó la huelga de GM está seriamente limitado en su capacidad para llevar la huelga a la victoria.
Mucho antes de los recientes cargos presentados contra el actual presidente Gary Jones y otros altos funcionarios de la UAW por malversación de fondos sindicales, se reveló que Fiat/Chrysler America pagó a los funcionarios de la UAW millones en sobornos para obtener concesiones en sus negociaciones contractuales de 2011 y 2015. Tal corrupción absoluta es una manifestación extrema de un problema fundamental con la burocracia sindical: la capa de funcionarios sindicales a tiempo completo que se especializan en negociar con el empleador y que no trabajan día a día en los lugares de trabajo que representan.
Aunque los funcionarios sindicales son a menudo antiguos activistas, una vez que ocupan los primeros puestos en la maquinaria sindical, la preservación de esa maquinaria se convierte en su principal preocupación. Las confrontaciones con la gerencia deben evitarse siempre que sea posible, en la medida en que la confrontación represente un riesgo para la existencia continua del sindicato. Desde la perspectiva de la gerencia, esa moderación por parte del liderazgo sindical es lo que hace que valga la pena tolerar a los sindicatos: cultivar burócratas que puedan dominar de manera más efectiva la combatividad de las bases es menos costoso que la alternativa de un ataque frontal que corre el riesgo de sublevar a toda la fuerza laboral.
Pero la burocracia sindical a veces también se ve obligada a luchar, porque también debe su existencia a la legitimidad que tenga ante los trabajadores. Al ser una institución fundamentalmente democrática (aunque capitalista), los sindicatos deben entregar un mínimo de ganancias materiales a los miembros para sobrevivir, y en el proceso de luchar por tales ganancias, los trabajadores tienen una primera visión de su poder colectivo para transformar la sociedad. Es por eso que las y los socialistas siempre deben ponerse del lado de los sindicatos contra el estado y la clase patronal.
Sin embargo, incluso cuando convocan una huelga, el primer instinto de la burocracia sindical es llegar a un acuerdo lo más rápido posible con logros mínimos. Con ese fin, se esfuerzan por mantener un control estricto sobre la conducta de la huelga y limitan las iniciativas de base más combativas. Esto es de hecho lo que parece estar sucediendo en la huelga de GM.
En primer lugar, es muy posible que la convocatoria de huelga haya sido motivada por una repentina necesidad de demostrar que el liderazgo de la UAW no estaba completamente en los bolsillos de los jefes, en respuesta a los escándalos de corrupción que estallaron en el período previo a la huelga. La aparente falta de preparación (por ejemplo, ninguna campaña de contrato para dinamizar a los miembros) y la organización al azar (los trabajadores de producción de GM fueron obligados a cruzar las líneas de piquetes de los empleados de Aramark en las plantas de GM representadas por la UAW, que se declararon en huelga un día antes) dan peso a esta conjetura. Como tal, no se puede confiar en el liderazgo para llevar a cabo esta lucha. Ni siquiera están divulgando sus demandas de negociación, ha habido poco o ningún esfuerzo oficial de divulgación pública, y se ha informado que no se permiten carteles hechos a mano en algunas líneas de piquete.
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La combatividad de las bases muestra el camino

Lo notable es la magnífica participación de la militancia de base a pesar de todas las deficiencias del liderazgo. Esto refleja indignación ante la agresividad sin precedentes de GM. En las negociaciones contractuales, GM ha exigido una tasa de crecimiento salarial menor que la inflación (2%), un aumento en la participación de los empleados en los costos del seguro de salud (del 3% al 15%) y ningún cambio en el odiado sistema salarial de dos niveles (acordado en 2007) que discrimina las nuevas contrataciones y a los trabajadores temporales, cuando GM recaudó 11 mil millones de dólares en ganancias sólo el año pasado.
Existe la sensación palpable de que después de muchas concesiones tras la Gran Recesión, éstas no han servido para nada más que nuevas exigencias de sacrificios por parte de los trabajadores, a pesar de la supuesta recuperación del sistema, un tema común que atraviesa toda la serie de huelgas recientes. El 17 de septiembre, GM hizo el movimiento cruel de abandonar la cobertura de salud de los huelguistas. La compañía claramente va a por sangre. Cualquier signo de debilidad por parte del sindicato solo alimentará su sed de venganza.
La huelga se ha convertido literalmente en una lucha a vida o muerte. Para ganar, las iniciativas de base serán cruciales. Los huelguistas deben formar una red nacional de militantes de base que puedan mantener la acción independientemente de la dirección desde arriba y, si es necesario, actuar desafiando al liderazgo sindical si trata de poner fin a la huelga prematuramente. Pueden comenzar organizando reuniones en el lugar de trabajo para discutir qué hacer a continuación. Pueden establecer un grupo de Facebook para todo GM y así realizar un seguimiento de los desarrollos en los 52 lugares de huelga, compartir tácticas, etc. Pueden exigir negociaciones abiertas. Pueden organizar actividades de alcance comunitario. Fue una actividad combativa y organizada como ésta la que animó al profesorado de West Virginia a desafiar al llamamiento prematuro de los líderes sindicales a abandonar la huelga, asegurando su victoria final. Los y las activistas de base en Chrysler persuadieron de manera similar a los miembros para rechazar un terrible acuerdo impuesto por el liderazgo de la UAW en 2015 y lograron obtener mejoras significativas en el sistema de dos niveles.
Las y los trabajadores de base de GM deberían luchar por un liderazgo real sobre su huelga. Su lucha es demasiado importante para dejarla en las manos de los líderes corruptos.
Además, si bien la huelga se ganará por iniciativa de los propios trabajadores, la solidaridad también es crucial. Una señal positiva es la promesa del sindicato de los Teamsters de respetar las líneas de piquete de GM, y los trabajadores de comida rápida y otros solidarios que entregan sándwiches, pizza y agua a los piquetes.
Los y las socialistas deben hacer todo lo posible para apoyar a los huelguistas. Las iniciativas de los socialistas demócratas de América para visitar los piquetes y de los eco-socialistas para invitar a los huelguistas a hablar en las reuniones de Green New Deal también son bienvenidas en este sentido.


Kyle Chun es militante de Marx21 USA, red hermana en EEUU de Marx21.net
Este artículo apareció en inglés en su web.
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