Jesús Melillero
Como todos los años, el pasado 17 de septiembre se celebró el día de Melilla, festividad rodeada de controversia.
Hace 522 años, un noble castellano, Pedro de Estopiñán, se hizo con el enclave norteafricano que pasaría años después a ser parte del Estado español. Es difícil hallar en la historiografía oficial cómo se produjo el asentamiento, pero no cabe duda de que la ciudad se encuentra en la región natural del Rif, por lo que lo más probable es que se produjera una matanza de la población autóctona. En cualquier caso, fue una aventura imperial de acaparamiento de un territorio fuera de las fronteras “naturales” del Estado español.
A pesar del cambio de gobierno —tras 20 años de un PP caciquil y racista— la coalición del segundo partido CpM (Coalición por Melilla) con PSOE y Ciudadanos ha seguido manteniendo la celebración.
CpM, partido socialdemócrata mayoritario entre la población musulmana-rifeña (seguramente el grupo humano más numeroso en una ciudad de 90.000 habitantes que incluye además cristianos de origen peninsular y pequeñas comunidades judías, gitanas e hindúes) nunca ha visto con buenos ojos la celebración y no participa en la conmemoración. Gesto que sin duda hay que aplaudir, más allá de las críticas a una formación de perfil institucional y defensora del status quo.
Actos como los del pasado martes dan oxígeno a VOX y a sus seguidores fascistas, con fotos brazo en alto haciendo el saludo romano, fotos que han dado la vuelta al mundo. En una ciudad multicultural, constituye una auténtica irresponsabilidad.
Por ello, se debería sustituir la celebración retrógrada y colonial, estableciendo un día que de verdad reivindique una ciudad abierta y tolerante.
Jesús Melillero es anticapitalista en Melilla