Huelgas y protestas expulsan a Roselló
Iannis Delatolas y Eric Fretz
Voces de la huelga general en Puerto Rico
“No nos vamos a cansar, te vamos a sacar” gritaban los manifestantes en Puerto Rico. Y tenían razón. El odiado gobernador Ricardo Rosselló anunció que renunciará a partir del 2 de agosto. Aún está por ver si eso satisfará las demandas de los manifestantes.
“Lo único bueno que hiciste fue unir a la gente”, se podía leer en un cartel en una de las protestas. Si las manifestaciones del 17 de julio fueron las más grandes en la historia de Puerto Rico hasta ese momento, las del día 22 fueron aún mayores. Las cifras de participantes se vieron incrementadas por una huelga general convocada por los principales sindicatos. Después de que los sindicatos convocaran la huelga, incluso las pequeñas tiendas cerraron sus puertas ese día.
El ascenso meteórico del movimiento #RickyRenuncia y la impresionante renuncia del gobernador a sólo 14 días de haberse iniciado el movimiento es un testimonio fuerte y atronador del poder que los trabajadores y las personas comunes tienen al hacerse cargo de sus destinos.
Colonialismo
Tras la guerra Hispano-Americana (conocida en el Estado español como el Desastre del 98) EEUU se anexionó Puerto Rico que se convirtió en una colonia a partir de 1917. Los puertorriqueños son ciudadanos estadounidenses desde que el Congreso de Estados Unidos aprobó la Ley Jones-Shafroth en 1917. Aunque su relación con Estados Unidos es similar a la de un estado de la Unión y se le permitió la redacción de una Constitución para el manejo de sus asuntos internos, está sujeto a los poderes plenos del Congreso estadounidense mediante la Cláusula Territorial. Esto significa que el poder de ejercer su soberanía recae en el Congreso de Estados Unidos y los poderes existentes en la isla, al no gozar de protección en la Constitución estadounidense, son revocables.
Los puertorriqueños no pueden votar en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, a menos que dispongan de residencia oficial en alguno de los cincuenta estados o en el Distrito de Columbia.
El Congreso aprobó en 1920 la Ley de la Marina Mercante, también conocida como Ley Jones, que nacionalizaba la industria de la construcción naval y, también, el tráfico de los buques mercantes en Estados Unidos. La ley estipula que únicamente los barcos estadounidenses pueden llevar mercancías y pasajeros de un puerto a otro de este país.
La ley sigue vigente y limita la llegada de barcos a Puerto Rico.
Y no es que los barcos extranjeros, en realidad, tengan imposibilitado el acceso total a territorio puertorriqueño. De hecho, pueden llegar, pero deben pagar antes una serie de aranceles, tasas e impuestos que, luego, son transferidos a los consumidores de la isla. Los puertorriqueños son, entonces, quienes lo pagan.
La opción más económica es que los buques lleguen hasta Florida, descarguen los productos y, desde allí, partan en barcos estadounidenses a Puerto Rico.
Pero, nuevamente, son los puertorriqueños quienes deben pagar con sus impuestos las tasas del cambio de la mercancía al nuevo transporte.
Desde 2016, Puerto Rico ha sido gobernado por una Junta de Control Fiscal no electa de siete miembros creada por el Congreso de Estados Unidos. Los miembros de la Junta representan el sector bancario, los fondos de cobertura y a la burguesía internacional en general. Han impuesto un programa de austeridad que ha recortado los salarios, asaltado las pensiones y desmantelado los servicios, extendiendo la pobreza y haciendo que el país fuera más vulnerable al huracán María. La respuesta al huracán fue mal gestionada por el gobernador, por FEMA (la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias de EEUU) y recibió poca financiación por culpa de las políticas racistas de Donald Trump. Después, las empresas buitres norteamericanas llegaron para forrarse con la deuda puertorriqueña.
La crueldad de esta política de desviar dinero del gasto social hacia Wall Street y el capital internacional fue, sin duda, el trasfondo del reciente movimiento que culminó con una huelga general convocada por los sindicatos el lunes 22 de julio. Los principales actores en esta huelga fueron dos sindicatos importantes con una larga historia de luchas: la Asociación de Maestros de Puerto Rico (afiliada a la American Federation of Teachers, Federación Americana de Profesores) y la Unión de Trabajadores de la Industria Eléctrica y Riego (UTIER). En el momento de escribir, la UTIER se ha comprometido a continuar las protestas contra todos los corruptos, incluso prometiendo enfrentarse a la propia Junta. A raíz de esta victoria contra Rosselló, las y los trabajadores han ganado confianza en su propio poder y el próximo objetivo lógico es la Junta.
Bajo el mandato de la Junta, ocurrieron una serie de privatizaciones de escuelas y severos recortes en salarios y pensiones. Hubo ataques simultáneos contra los sindicatos, para intentar disolverlos. La ex secretaria de Educación Julia Keheler, cuyo salario anual era de 250.000 dólares, fue arrestada por cargos de corrupción justo antes de que estallaran las protestas. Su trabajo era supervisar el cierre de 442 escuelas públicas en Puerto Rico. Esto significó que en el post-huracán María, 75.000 escolares se vieron obligados a caminar kilómetros, a través de carreteras en peligrosas condiciones e infraestructuras en ruinas, para ir a la escuela en instalaciones superpobladas mientras sus escuelas antiguas estaban vacías. 5.000 maestros no fijos también fueron despedidos. Hechos como éstos eran típicos de los componentes de la Junta y su funcionamiento.
Huracán
En septiembre de 2017, después de que el huracán María golpeara Puerto Rico, causando un sufrimiento inimaginable y un enorme daño estructural, se hizo más que evidente que la falta de respuesta eficiente por parte de FEMA, la administración de Trump y el gobernador fueron la principal causa de muertes. Las personas que necesitaban medicamentos para salvar sus vidas no los tenían. No había acceso a agua potable ni a comida, ya que tanto la comida como el agua que se enviaban en contenedores quedaron abandonados en las instalaciones de la Comisión Estatal de Elecciones (CEE), donde fueron invadidos por ratas y lagartijas. Botellas de antifebril infantil rotas, latas de frijoles cubiertas de excrementos de animales y productos caducados fueron descubiertos posteriormente.
Los duros recortes de austeridad aplicados desde 2016, pero también la desventaja de la economía puertorriqueña debido a los efectos paralizantes de la Ley Jones de 1920 y el estado colonial, dejaron vulnerable a la población puertorriqueña.
La privatización en 1998 de la compañía telefónica nacional provocó una larga huelga general de los dos sindicatos telefónicos de Puerto Rico, que se unieron para un cierre llamado “Huelga de los Pueblos”, que mostró el poder potencial de los trabajadores puertorriqueños. Desafortunadamente, esa huelga no revirtió la privatización, ya que se desconvocó y se envió a los trabajadores a trabajar en medio de gritos de “nos han vendido”.
Todo esto fue el trasfondo crucial de los recientes escándalos que llevaron a medio millón de personas a las calles, movilizaron a los sindicatos y derrocaron al gobernador. Ahora, la nueva huelga general, las manifestaciones aún más grandes y más amplias, y la victoria contra Rosselló han dado nueva confianza a las y los trabajadores sindicalizados y a otros puertorriqueños de clase trabajadora. Les será difícil encauzar esta confianza e ira para poder volver a la política “normal”.
Cuando comenzaron las manifestaciones, Rosselló (quien fue elegido con poco más del 40% de los votos) se cerró en banda, alegando que era una cuestión de “democracia” que no debía ceder, y envió a la policía contra los manifestantes. Luego, el domingo, 21 de julio dijo que no buscaría la reelección el próximo año y que dimitiría como jefe del Partido Nuevo Progresista, pero las concesiones aún no apaciguaron a los manifestantes. Luego, a última hora del miércoles, 24 de julio, Rosselló anunció que renunciaría a partir del 2 de agosto. Las protestas estallaron en celebración, cantando “Ricky, ¡te botamos!” (Ricky, te echamos). Pero esto no es el final.
#WandaRenuncia
Rosselló también anunció que la Secretaria de Justicia, Wanda Vázquez, lo sucedería. La Constitución de Puerto Rico sostiene que el secretario de Estado es el siguiente en la línea sucesoria, pero el secretario de Estado Luis Rivera Marín renunció en medio de las recientes protestas y ha sido acusado de corrupción.
Las organizaciones de mujeres puertorriqueñas han sido muy críticas con Vázquez por no hablar sobre la violencia de género, incluso cuando estaba en la Oficina de Asuntos de la Mujer y durante la sentada fuera de la oficina de Rosselló. Saadi Rosado, de la Colectiva Feminista, dijo: “Ella no abordó los problemas de violencia de género y era otra pieza de la burocracia gubernamental”. Durante sus años como Secretaria de Justicia Vázquez se enfrentó a quejas de la Fiscalía Especial Independiente, y se la vio actuar con lentitud para investigar las denuncias de corrupción en su propio partido. El hashtag #WandaRenuncia comenzó a ser tendencia inmediatamente después del anuncio de renuncia de Rosselló.
Otra marioneta de los mismos amos que no responderá a la ira de la gente. A lo largo del período moderno, los gobiernos neoliberales de Puerto Rico, ya sean del PPD de Ricky Rosselló (Partido Popular Democrático, vinculado al Partido Demócrata en EEUU) o del PNP (Partido Nuevo Progresista, conectado a los Republicanos), reaccionaron a la crisis con más austeridad.
En las protestas, una gran pancarta de la Asociación de Maestros de Puerto Rico decía “Ricky renuncia y llévate la Junta” y ese slogan se convirtió en un canto repetidamente entonado por la multitud.
Si la gente en las calles puede unirse con la combatividad de las ocupaciones universitarias puertorriqueñas, el poder de las huelgas escolares de 2018 y la huelga popular de 1998, el largo movimiento por la independencia de Puerto Rico y el reciente movimiento contra la violencia de género, verá una fuerza que podría barrer no solo a un gobernador, sino a la Junta, y enfrentarse a las décadas de gobierno colonial y al capitalismo neoliberal que representa.
Iannis Delatolas y Eric Fretz son militantes de Marx21 USA
Traducción: Xoán Vázquez, Marx21.net
Voces de la huelga general en Puerto Rico
Pabsi Livmar
El mundo entero conoce y ha visto las fotos de las protestas que durante más de una semana se han llevado y se llevan a cabo en Puerto Rico. Claro está que el país, por fin, luego de largas décadas de “estar dormido”, se rebela contra la corrupción y la austeridad. Aquí hemos caminado millas bajo el sol caliente de verano y soportando la humedad que nos toca por ser parte de El Caribe. Personas se han desmayado, decenas han sido arrestadas. Ni hablar de las injusticias que hemos vivido a manos de la fuerza que usa el estado para mantenernos silentes e invalidar nuestros reclamos. Cuando menos lo esperamos, se nos vienen arriba a macanazos, golpes, gases lacrimógenos y spray pimienta oficiales de operaciones tácticas.
El movimiento en las redes sociales #RickyRenuncia se ha convertido en nuestro pan de cada día. A las ocho de la noche, cada día, resuenan a grandes decibelios los golpes a cacerolas y sartenes de forma tan constante como el coquí. Esta es una de las protestas pacíficas que hacemos desde nuestros hogares. En fin, que el país entero está paralizado. Nadie hace mucho más que estar pendiente a la confirmación de rumores, las redes sociales, los periódicos en línea, los noticieros, los periodistas independientes que tan bien hacen su labor de cobertura de este acontecimiento histórico y sin precedentes. Figuras como Rey Charlie, Bad Bunny, Residente (René Pérez) y la #CacerolaGirl se han convertido en nuestros héroes nacionales del momento. Los memes, por supuesto, nos salvan de una crisis mental ante las noticias que se dan, en promedio, cada quince minutos: más casos de corrupción que salen a la luz; bajas en el Partido Nuevo Progresista; políticos, artistas y personas con poder económico pidiendo la renuncia o el residenciamiento [impeachment] del gobernador Ricardo Roselló.
Sin duda alguna, vivimos en un sinvivir y un sinsabor colectivo que a duras penas podría explicarse. A la vez, vivimos un despertar patriótico que nos cala hondo: nos da fuerza y une como pueblo como nunca antes.
En estas manifestaciones, que se dan prácticamente las 24 horas del día desde el 13 de julio de 2019, se conglomeran personas que otrora no habían asistido a protestas similares. Aquí no sólo están los jóvenes que luchan por un país con mejores condiciones de vida, sino además la gente del campo, los que vienen de pueblos pequeños, esos que en su tiempo votaron por el mismo Roselló, maestros, niños, abuelos, motociclistas, residentes de vivienda pública… Llegan caminando, en carro, en guaguas, en botes, a caballo, en fourtracks. En estas manifestaciones se reúne Puerto Rico.
Más allá de repetir las causas que llevaron a la debacle gubernamental y el empoderamiento del pueblo, aquí presentamos algunos testimonios de puertorriqueños que nos dicen por qué tomaron las calles y por qué se han movilizado:
Ana Castillo Muñoz
Periodista independiente y escritora, 29 años
Vine a la manifestación no sólo para exigir la renuncia del Gobernador, sino también para representar a todas las niñas y mujeres que no pueden estar aquí. Además de la renuncia de Ricardo Roselló, aquí se está levantando el cuestionamiento de qué pasará con las escuelas que cerraron, con los servicios de salud que se dejaron de ofrecer, con los desplazamientos. La renuncia no es todo.
Diana Bernard
Directora de una editorial puertorriqueña, 53 años
Me he unido al reclamo legítimo del país para solicitarle la renuncia al gobernador de Puerto Rico, Ricardo Rosselló, por liderar una administración señalada por corrupción, carente de sensibilidad con los ciudadanos, y que ha demostrado su incapacidad para atender las necesidades más apremiantes de Puerto Rico. Hoy [22 de julio], en esta manifestación, también le exigimos a la Cámara y al Senado que cumplan con su responsabilidad, que comiencen el proceso de residenciamiento del Gobernador. Que pongan al pueblo por encima de cualquier consideración político partidista. Y les recordamos que no los perderemos de vista. Que seguiremos aquí hasta que veamos atendidos nuestro reclamo.
Tere Marichal-Lugo
Contadora de cuentos, 63 años
Ante la situación que vive el país, nadie puede hacerse la vista gorda y limpiarse las manos. Tenemos que salir a la calle y expresar nuestro repudio al gobierno colonial y a su inmensa cola de abuso. Por ser contadora de cuentos, tengo que volverme parte de nuestra historia y contar lo que nos han hecho, y cómo hemos crecido y resistido estos gobiernos coloniales.
Ferdinand Rivera
Especialista de logística, gobierno federal, 34 años
Asisto a estas manifestaciones por aquellos amigos y familiares que se tuvieron que ir de la isla por la falta de oportunidades y esperanzas de progreso, por las almas que vimos irse luego del huracán María y que fueron olvidadas por este régimen corrupto en el que vivimos. Protesto por un mejor Puerto Rico y ese futuro mejor que nos merecemos.
Lcda. Gisela E. Sánchez Alemán
Abogada, 27 años
Asisto a las manifestaciones porque formo parte de un pueblo que se cansó de la corrupción, la indiferencia y las faltas de respeto de quienes se supone que los lideran. Luchamos por un mejor futuro y porque nuestros líderes políticos actuales, y los que están por venir, entiendan que fueron y serán elegidos para trabajar en pro de los mejores intereses de Puerto Rico en vez de los personales. Asisto y continuaré asistiendo a las manifestaciones porque es tiempo de demostrarle a estos políticos que, de ahora en adelante, deberán rendir cuenta por sus acciones.
Ana María Fuster Lavín
Escritora y correctora legal, 51 años
Participo en paros y marchas desde la década de 1980. Creo en la lucha del pueblo y la libertad de expresión social. En esta ocasión, lo hago indignada y militante contra la corrupción salvaje de este grupo de amigos del gobernador; por cómo nos trataron y se burlaron tras el paso del huracán; por los casi cinco mil muertos de los que se burlan [en un chat]; por la destrucción de nuestro sistema de educación público y la Universidad de Puerto Rico; por la conspiración burda contra el pueblo, contra los integrantes del Partido Independentista Puertorriqueño, especialmente al fallecido Gallisá; por conspirar para manipular la Rama Judicial y la prensa; por su homofobia, misoginia y gordofobia, porque las mujeres somos vida y lucha.
Isabel Ortiz López
Estudiante de la Universidad de Puerto Rico, 22 años
Protesto porque por muchísimo tiempo el pueblo puertorriqueño se ha resignado a creer que “así son las cosas”. Nuestro estatus colonial ha estancado nuestro progreso como nación, pero cualquiera puede ver que no nos ha detenido a la hora de formar un significado fuerte y unificador de lo que es ser puertorriqueño. Ese orgullo inconfundible es lo que nos ha reunido en el Expreso Las Américas el 22 de julio de 2019, y lo que continuará acercándonos los unos con los otros hasta que Puerto Rico se convierta en la nación que todos llevamos en el corazón.
Fotos: Alonso Sambolín
Foto principal: El Centro Puertorriqueño de Periodismo de Investigación (CPIPR, por sus siglas en inglés) reportó 500.000 manifestantes en las calles el 22 de julio en un país de aproximadamente 3 millones.
Foto 2: Los conductores sindicalizados bloquearon la carretera principal del país con caravanas de camiones, pequeños y grandes, y tractores.
Este artículo se publicó por primera vez en la web de nuestro grupo hermano en EEUU, Marx21US.org.