Laura Ribera e Ibrahima Dabo
ES CA EN
La situación en el Mediterráneo es crítica. Los gobiernos de la orilla norte nos dirán que es crítica por razones de seguridad.
Su lógica, en conjunto con la de la Unión Europea, es que las fronteras son lugares que tienen que ser protegidos, en gran medida para evitar incursiones de personas externas. Paralelamente, oenegés, plataformas de ciudadanos y parte de la opinión pública afirman que la situación es crítica por razones humanitarias y por el elevado número de muertos intentando cruzar el mar.
Habremos leído ya sobre el cierre de los puertos italianos para el desembarco de personas rescatadas en aguas internacionales impulsada por Matteo Salvini, la negativa de diferentes países europeos a autorizar a las oenegés especializadas en rescate a dar auxilio en el mar o sobre el hecho de que se considera Libia como un país seguro para el retorno de los migrantes. Estos son los titulares que de vez en cuando los medios convencionales sacan, sin profundizar más tampoco.
¿Y en el Estado Español qué ha pasado en el último año? Muchas personas tenían algo de esperanza puesta en el cambio de gobierno del pasado junio de 2018. Lejos de la realidad, Pedro Sánchez no ha dejado de sorprendernos negativamente.
En enero de 2019 el gobierno impuso un “apagón informativo” —terminó que se usó desde diversos colectivos y medios de comunicación— sobre el rescate y llegada de pateras. Previo al apagón, toda la ciudadanía teníamos acceso a la información pública a través de redes sociales para saber cuándo Salvamento Marítimo realizaba un rescate, de cuantas personas y en qué puerto iban a desembarcar.
Consecuentemente podíamos saber si había personas desaparecidas u otras que habían fallecido en el trayecto. En la línea de cambios en los rescates marítimos, el gobierno creó un mando único operativo para coordinar las actuaciones para “hacer frente a la inmigración irregular” —en sus palabras— primero en la zona del Estrecho y posteriormente en el mar de Alborán.

Situaciones de peligro

Cuando a principios de año el PSOE se vio en la situación de tener que convocar elecciones, empezamos a notar un descenso de llegadas marítimas a territorio del Estado Español. Si bien el tiempo y el estado del mar no han sido muy favorables para cruzar, no todo ha sido a causa del clima.
Coincidiendo con la visita del rey Felipe VI a Rabat (Marruecos) a principios de febrero las llegadas marítimas se redujeron. Al mismo tiempo las pocas salidas que han tenido lugar se han producido en situaciones de peligro aumentando considerablemente el número de muertes en esta zona del mediterráneo respecto a años anteriores. El capital y la presión europea encabezada por el Estado Español hacen que las autoridades marroquíes aumenten la represión contra las personas migrantes y los activistas y oenegés allí presentes hablan de detenciones y expulsiones masivas —hacía el sur de Marruecos o países de origen—.
Poco ha quedado de aquellas fotos del gobierno en el #OpenArms ni de sus discursos con voluntad de acoger.
Ante esta situación nos quedan las luchas cuotidianas de tantas y tantas personas alrededor del Estado que dan una respuesta coordinada y unitaria. Porque ante todo eso, el mejor antídoto es la unidad.