Clare Fester
Desde febrero de 2018, los trabajadores de la educación en huelga han vuelto a poner la lucha de clases en la agenda política de los Estados Unidos. Comenzó en Virginia Occidental cuando los maestros y otros trabajadores de escuelas públicas de los 55 condados del estado se negaron a trabajar, exigiendo el fin de los bajos salarios y los costos crecientes de atención médica.
Tras décadas de destrucción del movimiento obrero estadounidense, su huelga de 12 días desencadenó una reacción en cadena en todo el país. Muchos años de rabia por la lamentable inversión en educación pública, salarios inaceptables, pensiones reducidas, aumento en el tamaño de las clases, atención médica costosa, pruebas monótonas estandarizadas, recortes para personal de apoyo, privatización descontrolada, racismo desenfrenado y reducciones de impuestos para los ricos provocaron protestas y huelgas por todo el país.
Profesores en Oklahoma, Colorado, Arizona, Carolina del Norte, Carolina del Sur, Kentucky, Virginia, California y Oregón siguieron el ejemplo de West Virginia. Los conductores de autobuses en Georgia se unieron a ellos. Los profesores de Tennessee aún siguen resistiendo en Nashville, y en New Haven, California, todavía están luchando contra el distrito escolar por sus demandas. Ohio podría ser el siguiente, donde los profesores votaron a fines de mayo por la huelga si las negociaciones fracasan.
No todas las huelgas de profesores hasta ahora han ganado sus demandas, pero muchas lo hicieron. Su lucha es una lección para todos los que desean una educación gratuita y accesible para todos. Los profesores nos muestran que si peleas, puedes ganar.

Luchando contra la agenda de la privatización

Varias de las huelgas de los profesores han incluido demandas salariales. En un país que gasta miles de millones de dólares en guerras y prisiones privadas, mientras los maestros compran sus propios suministros para el aula, tienen que hacer dos trabajos e incluso venden su sangre para llegar a fin de mes, su lucha por aumentos de sueldo parece bastante razonable.
Pero muchos profesores en huelga argumentan que sus huelgas no son realmente sobre temas salariales. Están luchando contra la agenda de privatización que ha privado de fondos a las escuelas durante muchos años y ha desviado recursos a las escuelas autónomas privadas financiadas con fondos públicos. Estas escuelas autónomas, las “escuelas charter”, pueden ser administradas por organizaciones sin fines de lucro, pero su tendencia general es hacia el control corporativo. En Michigan, por ejemplo, las empresas con fines de lucro ahora operan el 80 por ciento de las escuelas charter.
Estas escuelas tienen la capacidad de seleccionar qué estudiantes admiten, lo que deja a los estudiantes más vulnerables en el sistema de escuelas públicas con pocos recursos. En Carolina del Norte, Pensilvania, Indiana, Michigan y Texas, las escuelas charter también han profundizado la segregación racista. En Nueva Orleans, la proporción de maestros negros también se redujo del 70 al 50 por ciento debido a que la privatización después del huracán Katrina se extendió por toda la ciudad.
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Centrándose en el antirracismo

En algunos lugares, el profesorado pone la justicia social al frente de sus luchas, haciendo demandas que generalmente no se consideran temas fundamentales para los sindicatos, como lo son los salarios y las condiciones laborales. La huelga de profesores de Los Ángeles a principios de 2019 es un buen ejemplo.
El distrito escolar tiene casi un 90% de estudiantes de color y la gran mayoría de la fuerza laboral de educación pública son mujeres de color.
Gracias al esfuerzo concertado de activistas de izquierda en el sindicato de docentes, tanto los docentes como la comunidad entendieron la huelga como una lucha para defender el último espacio público al que pueden acceder los niños de color en los Estados Unidos. El sindicato obtuvo una reducción de los registros racistas «indiscriminados” en escuelas y la designación de un abogado dedicado a las familias inmigrantes. Los registros indiscriminados deben no sólo disminuir sino detenerse, pero lograr la reducción es un paso para terminar con el racismo en las escuelas. Lograr que haya un abogado no es lo mismo que la demanda original de los profesores de un fondo de defensa de migrantes de 1 millón de dólares, pero les indica a las familias inmigrantes que sus escuelas los respaldan contra la deportación y la difamación.
Ayudé a organizar una campaña de solidaridad comunitaria llamada Tacos para maestros, junto con activistas de la Organización Socialista Internacional (ISO), Socialistas Demócratas de América (DSA) y California Educators Rising. No solo recaudamos casi 50.000 dólares para entregar tacos a miles de maestros en huelga en todo el distrito, sino que elevamos el perfil de los derechos de los inmigrantes en la ciudad y en contra del muro racista de la frontera de Trump.

Mujeres en primera línea

Los sectores económicos dominados por mujeres lideran la ola actual de huelgas: más de tres cuartos de los docentes en los Estados Unidos son mujeres. Las trabajadoras de servicios, hostelería y salud (también fuerzas laborales dominadas por mujeres) también han impulsado este renacimiento sindical. A menudo se alienta a las mujeres a trabajar en estas áreas, donde enfrentamos salarios crónicos bajos, condiciones degradantes y acoso sexual.
La clase dominante espera que criemos a la próxima generación de trabajadores (en casa y en el aula), cuidemos a los enfermos, cocinemos y limpiemos. El sistema capitalista se basa en la idea de que las mujeres son naturalmente aptas para este tipo de trabajo de cuidado, con la esperanza de que seamos obedientes y pasivas frente a nuestra explotación.
Pero las mujeres están liderando la lucha para ganar un mundo mejor libre de este tipo de opresión: así logran avances para todos los géneros.
Las mujeres irlandesas lucharon contra la prohibición de aborto de su gobierno y ganaron. Las mujeres del Estado español lideraron una popular huelga internacional de mujeres el año pasado. Las mujeres migrantes en la frontera entre Estados Unidos y México iniciaron recientemente una huelga de hambre contra los lentos procesos de asilo. Las trabajadoras de Google lucharon contra acoso laboral el año pasado y ganaron muchas de sus demandas.
Éstas son expresiones organizadas de resistencia contra un sistema diseñado para favorecer a una pequeña élite que se beneficia del resto de nosotros. Deberíamos inspirarnos en la ola de huelgas de los profesores de EEUU mientras nos preparamos para luchar contra las prohibiciones estatales del aborto y cualquier otra cosa que la administración sexista de Trump nos lance.


Clare Lemlich es militante de nuestro nuevo grupo hermano en EEUU, Marx21. Escribió este artículo para su web. Traducción: Xoan Vázquez, de Marx21.net.