ES CA

Joan Heras

Nuestras formas de democracia —estos modelos que quieren reducir la participación política sólo al acto de escoger a los que nos tienen que representar en las instituciones, depositando un voto en una urna cada vez que toca— evidencian su fragilidad, sus grietas profundas, cuando no asumen con claridad ni tan siquiera el compromiso de garantizar que toda la población pueda ejercer el derecho fundamental del voto de una manera autónoma y secreta.

¿Podemos decir que vivimos en un sistema democrático medianamente cualitativo cuando no se garantiza que las personas ciegas podamos votar de manera secreta y autónoma en las elecciones municipales, o cuando queremos votar por correo o desde el extranjero?

A pesar de que la Constitución española marca claramente que el derecho al voto secreto es un derecho fundamental —¡qué fácil que resulta saltarse la Constitución cuando interesa o cuando se quiere!— no fue hasta el año 2008 que las personas ciegas del Estado español pudimos votar por primera vez de manera secreta y autónoma.

Protesta de ACIC, ante las elecciones municipales del 24 de mayo de 2015. Foto de personas encadenadas ante el colegio electoral de Neus Salvat, presidenta de ACIC.

Esto fue sólo tras una larga y dura lucha impulsada por la Associació Catalana per a la Integració del Cec (Asociación Catalana para la Integración del Ciego, ACIC), una pequeña entidad de base que lucha para crear, consolidar y ampliar las condiciones que hagan posible nuestra plena integración social en todos los ámbitos (cultural, laboral, de movilidad, de acceso a la información, etc.). Mediante la movilización conseguimos que se reformara la legislación española que regula los procesos electorales y que se implementara un sistema —inspirado en los procedimientos electorales de Suecia y de Alemania— que, bajo demanda previa, nos permite elegir la papeleta que deseamos sin que nadie nos tenga que ayudar a hacerlo.

El sistema es muy sencillo. Unas semanas antes del día de las elecciones solicitamos que queremos disponer de un kit de votación que, si todo funciona como está previsto, nos facilitará el presidente o presidenta de la mesa electoral que nos corresponde el mismo día de las elecciones. Una vez que nos han entregado el kit —un pequeño maletín de cartón— nos deben ofrecer un espacio reservado —una salita— dentro del colegio electoral para que podamos elegir entre las diversas candidaturas. Cada papeleta —la papeleta oficial, la misma que coge todo el mundo, sin ningún tipo de otra marca— se encuentra dentro de un sobre que lleva escrito en Braille el nombre de la candidatura correspondiente. De este modo, sólo necesitamos buscar el sobre que nos interesa, sacar la papeleta y depositarla en un sobre convencional, de nuevo sin ningún tipo de marca especial. En el caso del Senado, la papeleta está colocada dentro de una plantilla troquelada y con una numeración que, siguiendo el listado en Braille que la acompaña, nos permite localizar los nombres de las candidatas que queremos marcar con una cruz.

De este modo, con una sencillez absoluta, las personas ciegas podemos votar de manera secreta y autónoma.

Protesta d'ACIC, 24 de maig de 2015

Protesta de ACIC, ante las elecciones municipales del 24 de mayo de 2015. Foto de Jose Ángel mientras hace declaraciones a la prensa

Ahora bien, a pesar de nuestra insistencia y presión, este derecho no está regulado —y por tanto aún no está garantizado— cuando las elecciones son municipales, cuando queremos votar por correo o cuando tenemos que votar desde el extranjero. Con el pretexto de que las elecciones municipales presentan una mayor complejidad, la falta de voluntad política del gobierno español de turno —el de 2007 y todos los que han venido después— se hace evidente. A los diferentes responsables políticos españoles les resulta absolutamente indiferente e irrelevante que una parte de la sociedad que supuestamente representan —un colectivo pequeño, ciertamente, pero supuestamente, también en este caso, somos ciudadanos de pleno derecho— no disfrutamos en todas las elecciones de aquellos derechos fundamentales que determinan tanto la Constitución española como la Convención de 2006 de las Naciones Unidas sobre los derechos de las personas con discapacidad.

La falta de voluntad política del gobierno español de garantizar derechos fundamentales se concreta en una clara discriminación que en las elecciones del 26 de mayo toma un relieve muy peculiar. Curiosamente, en esta doble convocatoria electoral las personas ciegas podremos votar de manera autónoma y secreta al Parlamento Europeo —ya que dispondremos, como marca la ley, de un kit de votación que nos permitirá escoger la papeleta que deseemos— y tendremos que pedir ayuda a una tercera persona para poder elegir la papeleta que preferimos para nuestro ayuntamiento.

Pero en este contexto de reiterada vulneración de nuestros derechos fundamentales se ha abierto una puerta a la esperanza y la dignidad.

Cuatro municipios catalanes —Cubelles, Cerdanyola del Vallès, Ripollet y Palau-solità i Plegamans— han decidido que sus ciudadanos con ceguera son miembros, como cualquier otro ciudadano, del municipio y tienen todo el derecho del mundo de poder elegir de manera autónoma y secreta la candidatura que consideren más oportuna. De este modo, un puñado de personas que lo han solicitado podrán disponer de un kit de votación de unas características similares para poder ejercer con dignidad su derecho al voto en las dos urnas.

Desde ACIC valoramos muy positivamente el compromiso con su ciudadanía de estos cuatro municipios y entendemos que esta iniciativa demuestra que la posibilidad de garantizar nuestro derecho básico al voto secreto es perfectamente posible en términos técnicos si existe la voluntad política de hacerlo. Y, más allá de este hecho tan importante, esta iniciativa de responsabilidad democrática nos evidencia que, sin duda, los ayuntamientos representan la institución fundamental —por su conexión directa con las realidades concretas y diversas de las personas— que nos debe permitir avanzar hacia una sociedad auténticamente justa para todos.

Esperamos que estas elecciones municipales del 26 de mayo de 2019 sean las últimas en que las personas ciegas no tengamos garantizado nuestro derecho fundamental al voto secreto. Estamos convencidos de que el compromiso de los cuatro municipios catalanes que han permitido garantizar este derecho básico será un paso muy importante para acabar con una discriminación vergonzosa e incomprensible.


 

Protesta d'ACIC, 24 de maig de 2015

Protesta d’ACIC, davant les eleccions municipals del 24 de maig de 2015. Foto de Jose Ángel, Meritxell i altres davant la urna.