Miguel Silva
Así que Jair Bolsonaro piensa que Chile se parece mucho a Suecia. Supongo que será por la cordillera.
¿O será por su tranquilidad, el éxito, la gente tranquila y bien vestida, el bienestar -neoliberal en nuestro caso- lo que les garantiza un futuro digno?
Jair Bolsonaro cree que un sistema de AFP va a mejorar las pensiones. Que las tasas de impuestos más bajas para las empresas van a mejorar la economía para todos. Que los salarios más “controlados” van a mejorar los mismos salarios. Etcétera.
Guaidó y la oposición en Venezuela piensan en un libre mercado, es decir, que las empresas libres van a poner fin a la inflación y le devolverán al país el estado “feliz”, antes de Chávez. País donde los pobres tenían claro que eran pobres para siempre y los ricos sabían bien que su futuro de ricos estaba bien seguro.
En fin. Parece que en América se está rebobinando la historia de los ’70. Cuando en Chile se reestructuró la economía, -todo por la fuerza y la convicción-, por un país donde mandan los diez mandamientos del “capitalismo moderno”.
¿Cuáles son estos diez mandamientos de la “Nueva América Latina”?
– Amarás el lujo por sobre todas las cosas.
– No tomarás en vano el nombre del capitalismo.
– Respetarás el día de reposo, si no estás de turno o tu horario es flexible.
– Honrarás las ganancias y la renta, padre y madre de un buen futuro.
– No matarás, por lo menos si no estás en guerra, en huelga u otro conflicto social.
– No cometerás adulterio, con mujeres u hombres de tu misma clase; si es con gente indefensa, no importa.
– No robarás, si no te van a pillar o si puedes arreglarte con la justicia.
– No levantarás falso testimonio contra tu prójimo, pero si vas a ganar un buen negocio, no importa.
– No consentirás en tu pensamiento que los empresarios son los que tienen la gallina de los huevos de oro.
– No codiciarás en el caso que no puedas ganar dinero del negocio. La casa, la mujer, los siervos, los animales, ni cualquier otra cosa de tu prójimo.
Para cumplir la gran obra de cambiar todo un sistema de creencias, los poderosos de un país se aprovechan de la desconfianza que ya tienen los millones de personas que van a sufrir las consecuencias.
La desconfianza de esos millones que tienen en sus propias capacidades, las incapacidades de sus organizaciones y gobiernos, es por eso que la campaña es tan fuerte en Brasil contra la corrupción, las pensiones “demasiado altas” de los trabajadores, la campaña contra los “flojos”.
Y por eso, la campaña es tan fuerte contra la inflación en Venezuela. La corrupción, la ineficiencia.
¡Ustedes son tan inútiles, déjennos hacerlo mejor! Es el mensaje que transmiten hora tras hora, día tras día. De esa campaña nació lo de “no estoy ni ahí”, según el tenista.
La derecha populista, sin o con decirlo públicamente, apoya cualquier ataque a los débiles, porque quieren crear divisiones dentro de los trabajadores, y así facilitar la explotación.
Nosotros siempre apoyamos a las mujeres, las minorías, los indígenas, los oprimidos, y a los más débiles, contra los ataques que sufren, porque queremos una fuerza unida, solidaria.
Bueno, frente al fuerte ataque contra nuestros propios principios y capacidades, contra las minorías y los débiles, ¿qué hacemos?
Creo que debemos tener principios propios bien fundamentados y alternativos a lo que ellos con tanta fuerza insisten que son lo único que sirve.
Algunos ejemplos:
Ellos dirán: miren la inflación en Venezuela y durante la Unidad Popular, ustedes ni siquiera tienen ni tenían como controlar los precios.
En cambio, diremos: seremos nosotros los que podremos controlar los precios. Calcularemos un precio promedio según las horas de trabajo que integra cada producto y fijaremos los precios democrática mente.
Ellos dirán: miren las fábricas cerradas, los supermercados sin abastecimiento, el petróleo que hay sin uso, los medicamentos que faltan, las colas para comprar el pan. Ustedes no saben cómo hacer las cosas.
En cambio, diremos: somos nosotros los que trabajamos y por ende somos el eje central de la producción. Nosotros calcularemos cuántas cosas necesitaremos, cuántos paquetes de espaguetis, cuántos tubos de pasta de dientes, cuánta energía sustentable, cuántos colegios y hospitales necesitamos. Fabricaremos, construiremos y echaremos a andar democráticamente.
Después de todo. ¿Quiénes son el motor de la economía? Los trabajadores y trabajadoras.
Nuevamente ellos dirán: miren lo “corruptos y chuecos” que son sus políticos. Ustedes ni siquiera tienen “representantes confiables”.
En cambio, diremos: nosotros elegiremos a nuestra gente y si no cumplen vamos a elegir a otros u otras rápidamente, sin esperar los años para las elecciones.
¿Cómo haremos eso? Tendremos nuestras propias organizaciones de base, donde discutiremos y votaremos. De esa democracia conoceremos los buenos dirigentes y serán enviados a una Asamblea Nacional, donde se decidan temas a nivel país.
¿Y si no cumplen? elegiremos otros. Esa sí que es democracia, mucha más que las elecciones “truchas” cada cuatro años y tanto.
Ellos dirán: miren lo flojos que son los trabajadores, los negros y las mujeres. Trabajan lo mínimo que pueden y se dedican a las fiestas y al “copete”. Ustedes ni siquiera respetan a su propia gente.
En cambio, diremos: nosotros somos así porque si trabajas de más, es el patrón quien se lleva las ganancias a su bolsillo. Una vez que seamos nosotros quienes mandemos, seremos los que ganaremos de ese trabajo duro y del sacrificio. Una vez que el país sea nuestro, verán la diferencia. Verán un país que sí toma vuelo, verán la solidaridad, la energía y la felicidad.
Ahora bien, para algunos todo esto les parece que son “cabezas de pescado” y que deberíamos comprometernos a hacer más cosas con el “cable a tierra”. Bueno, creo que la gran contra-ofensiva de Bolsonaro y Gauidó, ha tomado vuelo precisamente porque de lo “más práctico” no ha convencido a nadie. Muchos de los millones que han votado por los gobiernos del PT ya no creen en su realismo. Muchos de los millones que han votado por Maduro, tampoco creen en sus “soluciones”. Como dije antes, lo de Bolsonaro y Guaidó ha tomado vuelo porque construyen una alternativa a nuestros gobiernos, y por la falta de democracia de base. Se aprovechan de nuestras debilidades. Si repetimos lo mismo que antes, son muchos a los que no vamos a convencer.
¿A quiénes pertenece el futuro?
A los que pueden crear un nuevo país que satisfaga las necesidades de los millones que conforman el pueblo.
La nueva derecha popular dice que son ellos los quienes tienen las soluciones. Pero nosotros podemos -de verdad- construir ese futuro.
Todo dependerá de nosotros.
Este artículo procede de la web Revista De Frente. Miguel Silva es militante anticapitalista en Chile.