Miguel Silva

Muchos conocen la larga historia de agresión económica y hasta invasiones perpetradas por EEUU en pro de sus intereses económicos y geopolíticos. Esta historia muestra las íntimas relaciones que han existido y existen entre la fuerza del estado norteamericano y las empresas que buscan oportunidades de nuevos negocios bajo su protección. Pero la política de EEUU no siempre es invasión y destrucción; por ejemplo, su accionar frente a la competencia con China es más bien de índole económica. Sin embargo, para ver cómo pueden operar en un país donde hay petróleo, en una zona de importancia geopolítica, mejor echar un vistazo a su política en Iraq DESPUÉS de la invasión…

Durante la década de los ‘90, los neoconservadores de Washington tenían mucha confianza en el futuro de su país como mandamás mundial, luego del colapso de la Unión Soviética y las décadas de cambios neoliberales que confirmaron el papel de su imperio. Calculaban que podían crear una nueva época de poder yanqui sin límites.

En 2001, una comisión oficial de Estados Unidos sobre política energética recomendó que el gobierno debería “llevar a cabo una revisión inmediata de la política hacia Iraq” para incluir “evaluaciones militares”. Y en 2002 el subsecretario de comercio estadounidense dijo que una guerra en Iraq podría “abrir la llave” del petróleo iraquí.

Aunque el régimen baazista en Iraq abrazaba el capital privado, su poder estaba principalmente en el control de los recursos públicos, sobre todo el petróleo: Iraq tenía la segunda mayor reserva de petróleo del mundo. Entonces, sacar el control sobre ese recurso de las manos del estado, necesariamente iba a significar la reestructuración de la economía.

Las actividades de Bin Laden y Al Qaeda, que ellos mismos habían financiado en Afganistán, fue una tremenda sorpresa y los neoconservadores reaccionaron con toda su fuerza. Después de la invasión y toma de control de Iraq en 2003, comenzaron a crear un nuevo “sueño americano” en ese país.

Según Paul Bremer, nombrado por Bush en 2003 para dirigir la Autoridad Provisional de la Coalición (CPA) que dirigió la ocupación estadounidense durante sus primeros 14 meses, su misión era privatizar los recursos estatales y eliminar el rol del Estado (al estilo de Milton Friedman). Y así fue. Bremer redujo el salario mínimo, eliminó los aranceles clave sobre los bienes importados, anunció un programa de privatización de empresas públicas, invitó a compañías extranjeras a ingresar a Iraq con todos los derechos para repatriar las ganancias y eliminó el sistema baazista de impuesto a la renta, recortando el impuesto de empresas del 40 a 15 por ciento, es decir a la misma tasa pagada por la masa de iraquíes.

Las reformas de Bremer fueron iniciadas por edictos emitidos por la CPA. Su Orden 1, implementó la “desbaazificación” y ordenó que todos los miembros del antiguo partido gobernante fueran retirados de sus cargos y con prohibición de volver a trabajar en el sector público. La orden 2, emitida unos días después, disolvió las instituciones clave del estado: las fuerzas armadas, los servicios de inteligencia y seguridad y el ministerio de defensa. Más de 500.000 iraquíes perdieron sus empleos inmediatamente: millones se vieron afectados directa e indirectamente y el empleo aumentó a más del 50 por ciento de la fuerza laboral.

En esta situación, los Estados Unidos se dedicaron a saquear los recursos públicos. Las demandas al estado iraquí por compensación de las actividades del régimen baazista significaron que enormes cantidades de dinero salieron del país. Durante los primeros dos años de ocupación, Kuwait recibió 19 mil millones de dólares en relación con las reclamaciones por la invasión de Saddam en 1990. Casi 2 mil millones se pagaron a corporaciones internacionales, como compensación por “pérdida de ganancias” o “problemas de negocios”; que dijeron que ocurrieron durante los eventos de 1990.

En fin, en un país donde no existían las reglas normales de la competencia entre empresas, los Estados Unidos construyeron un estado de corrupción en el que el soborno, la malversación y el nepotismo eran rutinarios. Así fue la política yanqui en Iraq.

El futuro de EEUU en América Latina

Venezuela tiene los recursos de petróleo más grandes del mundo, ni hablar del oro, diamantes y agua dulce que existen. Cabe hacernos la pregunta, entonces, si los EEUU. ¿están pensando aplicar en Venezuela la misma política que aplicaron en Iraq?… ¿o quieren instalar un neoliberalismo sin destruir la infraestructura económica y social necesaria para un sistema eficiente de explotación? ¡Gran pregunta!

Algunos sostienen que la crisis del capitalismo es ahora tan grande, que los imperialistas no piensan en más que destruir, destruir y destruir. Es decir, que no tienen un futuro, un gran plan de futuro, que puede integrar a los poderes del mundo. ¿Eso es cierto? Creo que el poder norteamericano enfrenta la competencia económica en un mundo todavía globalizado y no saben cómo derrotar a sus “enemigos”. Una opción es destruir el enemigo, eso sí. Pero no es una opción que usan generalmente.

Si hablamos un poco sobre países como Brasil o Argentina, países que todavía tienen empresas estatales grandes, queda más o menos claro que, por ejemplo, las empresas de seguros internacionales como Metlife pueden instalarse para ganar sus billones del desmantelamiento del sistema de pensiones en Brasil. Y EEUU no tiene por qué invadir ese país para facilitar ese tipo de imperialismo económico. Igual sería en el caso de comprar las empresas del gas y petróleo de Argentina.

Pero también es obvio que usan su fuerza armada cuando no basta con la fuerza económica. Es decir, cuando hay oposición a la toma de control de sectores de la economía por empresas externas. En el caso de Venezuela, hay sectores privados y estatales. Por lo general, el sector privado está con la oposición y el sector estatal, donde los gerentes (intendentes y Alcaldes), por lo general
son altos oficiales de las FF.AA. y están con Maduro. ¿Bajo cuáles condiciones esta capa de gerencia estatal va a cambiarse de lado?… Cuando piensen que pueden llevar “sus” empresas con sigo y así privatizarlas sin mayores trastornos internos. Bajo esas condiciones, Maduro sería “poco útil” para sus negocios. Bajo ese escenario, podrían hacer una alianza con un sector de la oposición y deshacerse de Maduro y otros del gobierno, creando una nueva economía híbrida, privada y no estatal. ¿Para hacer ese cambio, sería necesario una invasión?… no. Lo que sí sería necesario serían condiciones económicas en que dejen de ganar los millonarios sueldos y bonos que en este momento llevan a sus casas en la Venezuela de Maduro.

Bueno, para sacar algunas conclusiones de esta discusión… El imperialismo generalmente usa la presión económica. Usan la fuerza cuando, para tomar control económico tienen que eliminar un grupo cohesionado que actualmente tiene esas fuerzas económicas en sus manos. Por ejemplo, el PSUV o el alto mando de las FFAA en Venezuela. Pero, primero intentan “mover” esos grupos y
convencerlos que está en sus intereses aliarse a los cambios yanquis.

El elemento clave, entonces, que decide cuál política yanqui se aplica, es la presencia, o no, de una oposición coherente y fuerte en el país donde quieren operar. En el caso de Argentina, históricamente el Estado ha intervenido en la economía múltiples veces y quizás no sería posible convencer a los gobiernos peronistas y funcionarios estatales, podrían llevar “sus” empresas a sus casas. Y por eso, quizás el imperio va a usar la fuerza armada en el futuro.

En Brasil, ya existe un gobierno neoliberal, por razones históricas y el fracaso de la política del PT, que va a pedir ayuda externa para la reestructuración de la economía. El uso de la fuerza estaría de más. ¿Podemos resistir el imperialismo con la construcción de alianzas locales de desarrollo nacional independiente, lo que intentó hacer Hugo Chávez? La respuesta es SÍ y NO. Sí, cuando las condiciones económicas imperantes son buenas… por ejemplo durante el aumento en los precios de exportaciones de materias primas en la época 2002-2012. ¿Pero qué pasa en una época, como la actual, cuando las condiciones económicas de cada país no son buenas y el imperio tampoco ofrece mucho? Según lo que ha pasado en América, podemos ver que los mandamases de cada país intentan mejorar las condiciones internas para el capital privado y estatal nacional sin provocar una crisis nacional.

¿Estamos de acuerdo con ese tipo de “acuerdo nacional”? Creo que no, porque se generan más ganancias privadas y estatales a costa del sacrificio de la gente común y corriente. Oponerse a esos contratos sociales significa crear una alternativa, tanto al desarrollo nacional como al imperialismo. En fin, para evitar la privatización de empresas a manos de los actuales mandamases y una “transición pacífica” a la implementación del sueño americano en cada país, se necesitan movimientos sociales con base en esas mismas empresas y una clara conciencia que el imperialismo yanqui es “fuerza económica más fuerza armada”. No son “puros brutos”, pero podrían serlo una vez fracasado un plan de ganar, por lo menos, un sector de los mandamases actuales de cada país a su lado. Claro está que estamos al lado, en solidaridad con, los que enfrentan o resisten al imperialismo. Pero no estamos en favor que los trabajadores paguen el precio de acuerdos nacionales de desarrollo económico ‘anti-imperialista’.


Este artículo procede de la web Revista De Frente. Miguel Silva es militante anticapitalista en Chile.