Jesús M. Castillo

Pedro Sánchez, presidente del gobierno del Partido socialista obrero Español (PsoE), ha convocado elecciones generales para el próximo 28 de abril. Esta convocatoria electoral llega tras haber fracasado en su intento de aprobación de unos presupuestos generales que defendía como “los más sociales de la historia”, junto con el apoyo de Unidos-Podemos (Podemos + Izquierda Unida).

La verdad es que estos presupuestos suponían un menor gasto social (como porcentaje del PIB) que casi todos los de Mariano Rajoy. En realidad, los presupuestos del PsoE asumían el austericidio impulsado desde los capitalistas europeos a través de la Unión Europea (UE) y sus políticas de déficit público.

Inestabilidad política

Este nuevo anuncio electoral es una gota más en la inestabilidad política que se extiende como una mancha de aceite en el Estado español. Desde las elecciones generales de finales de 2015, que tuvieron que repetirse en 2016 al no poderse formar gobierno, los gobiernos estatales no han podido gobernar con la comodidad que hubieran deseado para seguir impulsando medidas neoliberales de recortes de derechos, libertades y servicios públicos.

Así, el gobierno del Partido Popular (PP) de Rajoy obtuvo un 33% del voto en 2016, frente al 45% que obtuvo en las elecciones de 2011. Este gobierno del PP se encontró en un parlamento donde el bipartidismo tradicional de las últimas décadas se había evaporado con la entrada de Podemos desde la izquierda (recibiendo un 17% de los votos) y de Ciudadanos (Cs) desde la derecha (con un 4% de los votos). Desde 2016, el gobierno de Rajoy fue un “gobierno zombi” que mantuvo los recortes y ataques impuestos entre 2011-2016 cuando gobernaba con fuerza para diseñar una salida de la crisis según los intereses de las clases dirigentes.

Sin embargo, el gobierno de Rajoy en su segundo mandato no pudo implementar nuevas leyes importantes que profundizaran en sus ataques a la gente trabajadora. Rajoy fue expulsado del gobierno en junio de 2018 afectado por graves escándalos de corrupción y con fuertes movilizaciones en las calles, como la huelga general del 8M y el movimiento por las pensiones públicas. Triunfó una moción de censura apoyada por PSOE, Unidos-Podemos y partidos vascos y catalanes. Esta moción de censura llevó a la jefatura del gobierno a Pedro Sánchez que pronto defraudó las expectativas que mucha gente progresista que volvía a confiar en la socialdemocracia y su política parlamentaria.

El gobierno de Sánchez ha logrado aprobar pocas leyes en el parlamento, debido a las limitaciones propias del neoliberalismo del PsoE unidas a su debilidad parlamentaria y al bloqueo legislativo ejercido por la derecha de PP y Cs. Solo algunos reales decretos realizaron guiños insuficientes a la gente de izquierda, como la subida del salario mínimo. Un ejemplo paradigmático de las hipocresía en las políticas sociales del PsoE ha sido el bloqueo de los barcos de Open Arms que rescatan migrantes en el Mediterráneo y continuar con las inhumanas e ilegales “devoluciones en caliente” en las fronteras de Ceuta y Melilla.

Son varias las causas de la crisis política actual en el Estado español y que muy posiblemente continúe tras las elecciones del 28 de abril. Destacan la crisis territorial y las derivadas aún presentes de la crisis económica de 2008-2010.

El conflicto político catalán

Quizás el eslabón más débil de la cadena del Estado español en estos momentos es su unidad territorial. Una gran mayoría (cerca del 80%) de la población de Catalunya apuesta por un referéndum de autodeterminación para decidir si quieren seguir siendo parte del Estado español o apuestan por la independencia. Frente a esta reivindicación democrática, el Estado español ha respondido con represión e imposición, negándose a permitir el referéndum y encarcelando a los líderes políticos catalanes que impulsaron una consulta popular seguida de una declaración política unilateral de independencia en 2017. El juicio a estos presos políticos se está realizando en estos momentos en el Tribunal Supremo acusados de “rebelión violenta”.

Esta tensión territorial ha llevado a la derecha de PP y Cs, y a parte del PsoE, a lanzar un discurso hiper-nacionalista españolista, lo que, unido a los escándalos de corrupción que asolan al PP, ha abierto las puertas al crecimiento de la ultraderecha de Vox. Un partido de extrema derecha que entró por primera vez en un parlamento con el apoyo del 6% del censo (cerca del 11% de la participación) tras las pasadas elecciones de andaluzas de diciembre de 2018. Ante esta amenaza hará falta construir movimientos unitarios en todos los territorios posibles, tal y como proponen los movimientos existentes, como la Red Unitaria contra el Fascismo y el Racismo.

Además, el conflicto por la independencia de Catalunya ha aumentando aún más la inestabilidad en el parlamento español, donde el nacionalismo catalán de derechas se había comportado de bisagra de estabilidad al ofrecer apoyo, indistintamente, al PP o el PsoE; una colaboración con la derecha catalana que se ha roto, pero en la que continúa la derecha vasca con el Partido Nacionalista Vasco (PNV).

Crisis económica

Por otro lado, la inestabilidad política tiene raíces profundas en la situación económica. La salida a la crisis económica de 2008 diseñada, primero por el gobierno del PsoE de Zapatero y después por el del PP de Rajoy, hizo que la gente trabajadora cargase con todo su peso al tiempo que se rescataba a los banqueros con dinero público, se recortaban servicios sociales, y se facilitaba y abarataba el despido. Estas medidas austericidas y reaccionarias aumentaron la precariedad laboral y vital de la gente trabajadora.

Aún hoy, cuando la crisis económica ha quedado atrás en las cifras macroeconómicas, mucha gente trabajadora sigue sufriendo esta precariedad que genera un malestar social con “los partidos del Régimen del 78” (PP y PsoE) e impulsa las luchas de los movimientos sociales. Movimientos sociales que van desde luchas sindicales a las mareas en defensa de los servicios públicos, el movimiento por las pensiones públicas y un potente movimiento feminista. A los efectos aún presentes de la última crisis económica amenaza con sumarse ahora una desaceleración económica que podría convertirse en recesión: la alarma de esta nueva crisis económica viene de las economías de Italia (en recesión) y Alemania (en estancamiento). Además, la crisis económica, y la protesta social que genera, también están relacionadas con el aumento del apoyo a la independencia en Catalunya en los últimos lustros.

Alternativas

Esta situación general de inestabilidad política podría y debería haber conducido a un crecimiento de una alternativa de izquierda. Pero Podemos, que se formó hace solo cinco años, ha abandonado muchas de sus promesas antineoliberales iniciales para convertirse en otro partido del sistema, respaldando al PsoE con muy pocas críticas. En esta situación, Sánchez calcula que puede recuperar a muchas votantes de Podemos de vuelta al PsoE. ¿Por qué votar por la copia cuando se puede tener el original?

En este contexto de inestabilidad, crecen las oportunidades para la izquierda anti-capitalista que plantee claramente que es hora de decidirlo todo desde debajo de forma radicalmente democrática, desde el derecho de autodeterminación hasta el funcionamiento de la economía. Estas ideas estarán presentes en las luchas sociales de los próximos meses antes de las elecciones generales, como la huelga general contra el machismo convocada el 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, y la movilización internacional contra la extrema derecha de 16-23 de marzo. Luchas sociales que, de tener fuerza, marcarán la agenda electoral y serán claves en los resultados de este nuevo ciclo electoral.


Jesús M. Castillo es militante de Marx21 en Sevilla y delegado sindical del SAT en la Universidad de Sevilla.