Alistair Farrow
El intento de toma de control del Estado venezolano por parte de la derecha ha llevado al país a una crisis más profunda.
El miércoles, ante una manifestación antigubernamental, Juan Guaidó se autoproclamó como el “presidente interino”. La fecha coincidía con el aniversario del derrocamiento de la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez en 1958.
Enseguida comenzaron a llegar mensajes de apoyo de los derechistas de toda América, desde Bolsonaro hasta el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
La declaración de Trump decía: “Continuaré usando todo el peso del poder económico y diplomático de Estados Unidos para presionar por la restauración de la democracia venezolana. Alentamos a otros gobiernos del Hemisferio Occidental a que reconozcan al Presidente de la Asamblea Nacional Guaidó como Presidente Interino de Venezuela”.
Siguiendo el ejemplo del presidente racista de Estados Unidos, los líderes occidentales se alinearon con Guaidó.
El secretario de asuntos exteriores de Gran Bretaña, Jeremy Hunt, dijo que Guaidó es “la persona adecuada” para hacer avanzar al país. El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, se hizo eco del apoyo de Trump, y la Unión Europea dijo que la voz de la gente “no puede ser ignorada”.
Pero el episodio puede acabar resultando una lección de los límites del poder de Estados Unidos. El jueves tanto Rusia como China respaldaron al presidente Nicolás Maduro.
Para los Estados Unidos y las demás potencias imperiales que buscan dividir a América Latina, los venezolanos comunes se encuentran al final de la lista de prioridades. En lo más alto está el premio de acceso a las vastas reservas de petróleo de Venezuela, las más grandes del mundo.
Estados Unidos está considerando prohibir las importaciones de petróleo venezolano para acelerar la crisis económica del país. Prohibir la venta de productos para tratar el crudo pesado que produce Venezuela tendría un efecto similar.
Esa crisis económica ha llevado a la hiperinflación y al aumento de la pobreza.
Alrededor del 90 por ciento de la población venezolana vive en la pobreza y cerca de 2,5 millones de personas han abandonado el país.
Los ricos de Venezuela y sus partidarios imperiales siempre han explotado despiadadamente a la gente del país.
Cuando Hugo Chávez llegó al poder en 1998, implementó algunas reformas a favor de los pobres. Pero se echó atrás a la hora de desafiar directamente a los ricos, dejando intacta su riqueza y control de las franjas de la economía y los medios de comunicación.
Inevitable
Cuando los precios del petróleo cayeron, fue inevitable un choque con la derecha.
El actual presidente Nicolás Maduro se opuso a la derecha, pero también atacó a la gente común. Esto ha facilitado los golpes de estado y la intervención.
“La violencia es el arma del usurpador”, dijo Guaidó el miércoles. “Solo tenemos una acción clara, permanecer unidos y firmes por una Venezuela democrática y libre”.
Su acción está diseñada para aumentar el malestar, no para disminuirlo.
Maduro respondió a la declaración de Trump ordenando que todo el personal diplomático de los Estados Unidos abandonara el país en 72 horas. Guaidó revocó la orden. Los Estados Unidos respondieron diciendo que no retirarían a sus diplomáticos, desafiando efectivamente a Maduro a hacer un movimiento contra ellos.
Esto provocaría un incidente diplomático que podría darles el pretexto para la intervención militar.
La clave del éxito del golpe es la posición de los militares venezolanos. Maduro ha tenido cuidado de enriquecer a las capas superiores del ejército en un intento de cortar movimientos dentro de él para derrocarlo.
Hay algunas señales de que esta estrategia está en peligro de deshacerse. El lunes, 27 guardias nacionales fueron arrestados luego de presuntamente planear un levantamiento.
El senador estadounidense Marco Rubio salió en apoyo de un posible golpe militar. “Debemos apoyar a los miembros del ejército en Venezuela que han anunciado que defenderán la constitución y reconocerán a Guaidó como legítimo presidente interino”, escribió.
Se nos quiere presentar Venezuela como un ejemplo de cómo el socialismo nunca funcionará.
Pero realmente es un ejemplo de cómo los compromisos con la clase dominante llevan a un desastre a largo plazo.
Cuando Chávez se enfrentó a un golpe de estado, fue salvado por una movilización popular masiva. Ésta es la única manera de vencer a la derecha, pero será mucho más difícil porque Maduro no ha implementado una política para inspirar la resistencia de la clase trabajadora.