Ruben James Vargas

Cuando se habla del Protestantismo en relación a la historia del Estado español se podría empezar a hablar del siglo XVI. Sin embargo, en relación a este texto y teniendo en cuenta que en general protestantismo de esa época estaba limitado a la población alfabetizada, o sea la nobleza, se va a enfocar mas en la época de finales del siglo XIX hasta hoy, que ha sido donde este movimiento y todas sus versiones han tenido un mayor calado y relación con la clase trabajadora.

La historia

Desde la labor de los colportores (personas que vendían biblias y textos religiosos durante el siglo XIX) a la primera asamblea de la Iglesia Evangélica Española y la Comunión Anglicana de España en 1869, hasta que se abrieron la iglesias bautistas en 1870 por Madrid, Levante y Cataluña, pasando por los misioneros de la Asamblea de Hermanos —que pasan por Madrid, Barcelona hasta extenderse hasta Galicia, zonas de Andalucía y León entre 1873 y 1875— hay una clara diferencia con los movimientos protestantes anteriores.

Éstos llegaron para quedarse, tuvieron un mayor calado en la clase trabajadora algo mas alfabetizada y ésta se benefició de la naciente revolución industrial. Ésta era una clase que empezaba a expresar una clara desafección por la institución de la Iglesia Católica, a veces hacia la Monarquía y las opulencias de éstas.

No era raro pues encontrar entre los feligreses personas abiertamente republicanas, marxistas y anarquistas. Los misioneros protestantes abrían escuelas para poder alfabetizar a la población, ya que entendían que era necesario que la población pudiera leer para poder extender sus creencias.

Durante la Segunda República, se contaba que la población protestante era de 30.000 personas. Al llegar la Guerra civil, muchos de los pastores y misioneros extranjeros se vieron obligados a abandonar el país y dejaron las congregaciones en manos de Ancianos y “obreros”.

La persecución franquista

Durante la Guerra Civil los protestantes son perseguidos por franquistas y falangistas ultracatólicos, ya fuera para fusilarlos o llevarlos al exilio. Por tanto muchos —aunque no fueran necesariamente republicanos, anarquistas o comunistas acérrimos— se vieron posicionándose a favor de la República; esto será importante mas adelante.

No pretendo pintar una mala imagen de toda persona católica así que romperé una lanza a favor de ellas. Por eso comparto la historia de mi bisabuelo Severino: republicano y el primer converso protestante de mi familia. No le caían bien los curas, salvo uno que era muy buen amigo suyo. Cuando entró la Falange en su pueblo, gracias a un chivatazo lo buscaron para fusilarlo por protestante y rojo. Fue gracias a Don Lauro el cura del pueblo que se pudo salvar de ese final tan trágico: dicho cura declaró que era hombre de bien y su familia un ejemplo. Tal era la relación entre ambos que éste le pidió que el hijo de Severino tuviera el honor de llevar su ataúd al morir. Al fin y al cabo los protestantes se relacionaban y convivían con la mayoría católica de forma normal. Otros muchos no tendrían la misma suerte.

Mitos

Al terminar la guerra, la persecución y la discriminación continuaron y se cerraron las escuelas y los lugares de culto; se prohibían traducciones no católicas de la Biblia y se suprimía la libertad de conciencia. Esto significaba que los protestantes tenían que reunirse de forma clandestina, y si el clero se enteraba de que en un pueblos se reunían en un local se formaban escraches para cerrar el local. Tal era el intento de borrar toda presencia de la existencia de protestantes que incluso se extendían mitos sobre ellos, como por ejemplo, los niños cuando veían un protestante comentaban entre ellos “¡Pero si no tiene cuernos!”.

Cuando escucho anécdotas como estas por parte de mi abuela, aunque siempre me produce una carcajada, por otra parte se puede apreciar que no es muy diferente a los  prejuicios que pueden sufrir hoy otras minorías y grupos marginados.

En 1945 se permitió el culto en privado, pero en locales que no podían identificarse en el exterior. Seguían siendo discriminados de forma legal y en cuanto a servicios de forma pública.

Con la constitución del 78 y las Leyes de Libertad Religiosa culminando en 1980, la población definida como protestante se ha recuperado y a día de hoy existen alrededor de 1,5 millones. En parte gracias a la inmigración desde países latinoamericanos, que ahora suponen dos tercios de la población protestante del país. Otro subgrupo a destacar es el de los gitanos evangélicos que son alrededor de 150.000 personas.

La actualidad

Es verdad que a día de hoy, gracias a estas leyes, la discriminación no es tan perceptible como durante la dictadura. Incluso se podría decir que la población española protestante se ha podido volver un tanto complaciente, incluso hay quienes le dan el merito al Ministro Manuel Fraga por ello.

Sí que puede percibirse como una jugada maestra por parte de la derecha reaccionaria concentrar su discurso alrededor del rol de familia, la binaridad de género y las campañas Pro-Vida. Temas que en parte se afianzan en la mentalidad de los feligreses gracias los discursos neoliberales que llegan a manos de pastores y telepredicadores estadounidenses.

Por un lado consiguen derechizar a la los protestantes y se nota. Esto explica el auge de políticos de ultraderecha populista como Trump en EEUU o Bolsonaro en Brasil que reciben el apoyo incondicional de grupos y pastores evangélicos adinerados.

Pareciera ser que el carácter revolucionario de Jesús de Nazaret —lo que buscaban los primeros conversos del siglo pasado, lo que atraía tanto a comunistas como a anarquistas— se hubiera perdido durante la transición.

Hay que entender que el protestantismo en el Estado español no evolucionó de la misma manera que el de otras partes del mundo.

En EEUU y el Reino Unido tiene un carácter más imperialista, al estar más institucionalizado dentro de dichas potencias, considerando el colonialismo de África, los problemas del norte de Irlanda o la conversión forzosa de los pueblos indígenas norteamericanos. El protestantismo d el Estado español en buena parte del siglo XX tenía un carácter subversivo que ponía en cuestión la relación de Iglesia y el Estado.

Solidaridad con otras minorías

Aunque las y los protestantes españoles hoy día no sufrimos el mismo acoso que antes, hay que tener en cuenta que tanto los grupos protestantes latinos y gitanos sí pueden sufrir una doble discriminación por su creencia y también por condición de minoría étnica, donde ciertos estigmas xenófobos se les añaden.

También es importante tener solidaridad con otras minorías y comunidades étnicas y religiosas —como son la musulmana— que a día de hoy sufren agresiones físicas contra sus lugares de culto y ataques en los medios de comunicación.

Es triste ver como muchos protestantes han perdido su memoria histórica de cuando nuestros abuelos fueron los perseguidos y que cuando vemos al vecino musulmán sufrir los mismos abusos se mira para otro lado.

Lo interesante del protestantismo español es que al tener esa evolución distinta, no tiene porque estar tan estancada en doctrinas neoliberales y conservadoras.

A mi tío Abuelo Francisco Fernández lo excomulgaron de la Asamblea de los hermanos en 1976 por escribir un ensayo a favor de que las mujeres no tuvieran que ser obligadas a llevar velo durante el culto. Esto no le frenó y con los que estaban de acuerdo con el abrió una nueva iglesia cristiana evangélica.

Podríamos decir que el protestantismo se parece a los partidos izquierdas, puesto que siempre hay escisiones.

Marcharse del sermón

Para mis confeligreses, insistiría que hay ser revolucionarios incluso dentro de la congregación. Cuando se escuchen temas reaccionarios desde el púlpito, puesto que este es una posición de poder, ya sean homófobos, islamófobos, pro-sionistas o machistas, siempre puede uno levantarse y marcharse en mitad del sermón. Y si puedes encontrar a más de uno que piense igual que tú, si lo hacéis juntos la iglesia tendrá que tomar nota y el discurso se moderará. Obviamente es importante mantener esa conversación con los demás feligreses.

Hay que resaltar que en muchas iglesias se desempeñan labores sociales (colaboración con bancos de alimentos y ONGs de concienciación en contra de la esclavitud moderna; apoyo a personas refugiadas; contra el alcoholismo o la drogodependencia…), incluso por personas que mantienen ideas bastante reaccionarias reforzadas por la interpretación de su fe. De alguna manera las iglesias han adquirido estos roles por culpa de la ineficacia que tiene el Estado para solucionar los problemas.

En conclusión, este texto no pretende ser una apología hacia el protestantismo como una forma superior a las otras de interpretar la espiritualidad y la realidad de cada uno, comparándolo con otras religiones o ninguna. Es difícil incluso escribir de forma global sobre este movimiento al ser por naturaleza tan descentralizado si lo comparamos con el Catolicismo o la Iglesia Griego Ortodoxa.

Es importante mantener la solidaridad con las minorías étnicas y religiosas del Estado español y del resto del mundo. Ya que, si no, se pueden repetir los mismos errores que se cometieron durante la Guerra civil.

Es importante que cada persona revolucionaria con una fe sea vocal, en cuanto a las perspectivas reaccionarias que puedan salir de textos religiosos (escritos hace miles de años) o la interpretación de un predicador para así crear espacios mas inclusivos.

Lo que pueden tener en común un ateo, un católico, un protestante, un musulmán y un agnóstico es que todos somos trabajadores y esa solidaridad es la que permea cualquier diferencia religiosa, ya que estamos sujetos a las mismas realidades materiales.

Es importante apuntar el dedo a donde esta el poder y poner en cuestión la riqueza de dichos pastores que apoyan partidos populistas de derechas.

No hace falta ser cristiano para ser marxista, pero en mi caso diría que soy marxista porque soy cristiano.


Ruben James Vargas es militante de Marx21 y protestante evangélico.

Hablará en el taller sobre Marxismo y religión en las jornadas de Marx21, el viernes 7/12/18, a las 17h.