Alex Kerner

Como aficionado al tenis de toda la vida, he visto a Serena Williams dominar el deporte durante los últimos veinte años, desde la gran sorpresa de 19 años del US Open hasta superar a Steffi Graff como la jugadora más galardonada de la Open Era. Desafortunadamente, también la he visto tratada como ningún otro campeón, ya sea por innumerables incidentes de racismo o sexismo explícito o implícito, pruebas de detección de drogas que solo pueden describirse como acoso o por infracciones que rara vez se imponen a otra persona.

Ya en 2001, Williams y su hermana mayor, Venus, se enfrentaron a la imagen desagradable de los fanáticos del tenis en el torneo de Indian Wells, quienes las abucheaban regularmente. Su padre recordó que los fanáticos los llamaban “[N-word]” (negratas) y un hombre le dijo que “desearía que fuera ‘75; te despellejaríamos viva”. Como resultado de este trato, las hermanas Williams se rehusaron a jugar el torneo por más de una década.

Sin embargo, estos incidentes no fueron únicos. En un partido en 2007, Williams tenía un fan gritándole: “¡Esa es la manera de hacerlo! ¡Golpea la red como lo haría cualquier negro!” Cuando ganó en Wimbledon en 2015, Twitter estuvo plagado de comentarios describiéndola como un gorila. Estos son solo ejemplos evidentes de cómo el éxito de Williams ha estado plagado de epítetos racistas descarados o atribuciones racistas de este éxito a ideas estrepitosas sobre el cuerpo y el físico afroamericanos.

Doble rasero racista y sexista

Además de esto, Williams se ha enfrentado a un intenso control de los organismos que regulan el mundo del tenis, tanto dentro como fuera de la cancha.

Fuera de la cancha, Williams se ha enfrentado a un control excepcional por parte de los oficiales de pruebas de drogas, a pesar de que ninguna vez dio positivo en más de 20 años de competición como profesional. Aunque las pruebas regulares de detección de drogas son la norma en los deportes profesionales, informes recientes han señalado que a pocos atletas se le hacen la prueba tanto como Williams, y que se por ejemplo en 2018 se la realizaron el doble de veces que cualquier otra jugadora estadounidense.

Williams también ha enfrentado críticas por la ropa que usa en los torneos. En este año en el Roland Garros de Francia, Williams compitió en su primer Grand Slam desde que tuvo un hijo y, debido a las complicaciones que tuvo con la coagulación de la sangre, vestía un traje negro, que en broma lo llamó su catsuit Black Panther. Después de que finalizara el torneo, el presidente de la Federación Francesa de Tenis y dirigente de Roland Garros, Bernard Giudicelli, decidió prohibir el uso del atuendo en el futuro, declarando “Creo que a veces hemos llegado muy lejos. El conjunto de Serena de este año, por ejemplo, no será aceptado más. Hace falta respetar el juego y el lugar.” Aunque las jugadoras usan regularmente faldas muy cortas, que a menudo revelan su ropa interior, fue el atuendo de Williams el que se consideró desfavorable por alguna razón.

En la cancha, Williams también parece recibir advertencias y sanciones desfavorables que rara vez se dan a otros jugadores.

En el US Open de 2009, jugando contra Kim Clistjer y sirviendo para permanecer en el partido, Williams fue apercibida por una falta de pies. En más de treinta años de ver tenis, he visto sancionar por una falta de pies solo dos veces, pero aquí Williams fue acusada de una falta que casi nunca se sanciona. Molesta, Williams comenzó a desafiar al juez de línea que hizo el apercibimiento, lo que resultó en una penalización que le costó el partido.

Y luego, este año, durante la final del US Open, el árbitro le dio a Williams una advertencia por coaching, otra vez más una penalización que casi nunca se aplica. Posteriormente, Williams recibió una penalización por golpear su raqueta, y después de gritarle al árbitro por la penalización inicial de entrenamiento y de llamarlo ladrón, Williams recibió una penalización en un punto clave del partido. Estas son penalizaciones que raramente se mencionan, especialmente en el juego masculino, donde los jugadores regañan, reprendían y maldecían a los árbitros, quienes generalmente se muerden la lengua y dejan que los jugadores se desahoguen. ¿Por qué aplicar a Williams una penalización tan grande en un momento clave?

Williams señaló con razón el rostro de doble rasero de las mujeres en estas situaciones, y cómo ella ha sido blanco de llamadas y sanciones a las que otros no se han enfrentado. En un mundo deportivo en el que los mejores jugadores obtienen el beneficio de la duda y se les da margen de maniobra, Williams señala correctamente que no recibe ninguno de estos tratamientos a pesar de ser la mejor jugadora de todos los tiempos.

Después, Williams se ha enfrentado a un aluvión de críticas, con los árbitros amenazando con boicotear sus partidos y un periódico australiano que publicó una caricatura vil y racista que representa a Williams con los estereotipos que recuerdan la era de Jim Crow en la historia estadounidense, que tristemente persiste hoy.

Solidaridad

Por lo tanto, esto plantea todo tipo de preguntas, especialmente para la gente de izquierdas que ama los deportes. Es fácil simplemente descartar a Williams por haber “perdido los estribos” en la cancha y pensar que merecía las sanciones por haber infringido las reglas. Pero eso elimina todo el contexto de quién es Williams, la experiencia que ha tenido como estrella del tenis, y la vigilancia constante de su cuerpo y su actitud en formas que ningún otro jugador enfrenta. Además del racismo y el sexismo generalizados que ella padece todos los días, simplemente por ser una mujer negra.

Sí, Williams perdió la compostura en este momento en particular. Pero lo que es más notable es la medida en que Williams permanece serena frente a un interminable aluvión de críticas y tratamiento explícitamente diferenciado motivado por el racismo y el sexismo.

Este es el panorama: Serena Williams, la mejor jugadora de la historia, recibe una advertencia propia de ligas menores en la final de un Grand Slam y luego debe lidiar con los árbitros que amenazan con boicotearla cuando no amenazan a McEnroe, Connors o cualquier otro jugador masculino que han gritado y gritado y gritado insultos mucho peores que “ladrón”. Este flagrante doble rasero, y sus consecuencias para la carrera de Williams, deberían ser el verdadero escándalo.

No se puede separar el trato que enfrenta Williams del racismo y el sexismo en los deportes. Su éxito nunca ha sido aceptado como lo ha sido para Roger Federer o Rafael Nadal. Recibe los insultos de Twitter, las caricaturas racistas, las advertencias adicionales y las críticas de su vestimenta y físico, y esto es solo lo que es público. Sabemos que los implacables ataques que Williams sufre en privado rara vez obtienen el tipo de cobertura de primera página que tiene este problema. Ese es el precio que pagó por su éxito sin precedentes como mujer negra en un deporte aparentemente blanco.

Entonces, para la gente marxista revolucionaria, no hay absolutamente ningún debate. Debemos ser tribunos de los oprimidos y cuando sabemos que alguien enfrenta algún tipo de ataque debido a su raza o género, los apoyamos incondicionalmente. Solidaridad con Serena.


Este artículo se publicó en la web de International Socialists, el grupo hermano de Marx21 en Canadá, el 17 de septiembre de 2018