Marina Morante

[Català]

Un fantasma recorre Europa, y no, no es el fantasma del cual hablaba Karl Marx… Es el fantasma de la izquierda cediendo a los discursos de la extrema derecha europea. Es Manuel Monereo y Julio Anguita aplaudiendo políticas del fascista Salvini. Son sectores de Die Linke y de la izquierda francesa apostando por endurecer los controles migratorios.

El auge de la extrema derecha en Europa es una realidad: Jobbik en Hungría, el Frente Nacional Francés, DF en Dinamarca, AfD en Alemania, FPÖ en Austria o “Demócratas de Suecia”. La crisis de los partidos tradicionales de la socialdemocracia, las medidas de austeridad y el racismo permeabilizado en nuestras sociedades son algunas de las causas de este auge. Pero ante esta realidad, la izquierda europea, incluso la “nueva izquierda”,  también ha jugado y juega un papel.

Hace tan sólo unos días, dos referentes de la izquierda española, Julio Anguita y Manuel Monereo, defendían que, a pesar de la xenofobia, “el Gobierno italiano está asumiendo la defensa de las clases populares frente a grupos de presión poderosos e influyentes” y que “guste o no guste, el Decreto Dignidad constituye un notable esfuerzo por defender al pueblo italiano”.

A mediados de mayo de este año, Sahra Wagenknecht y Oskar Lafontaine —dirigentes del partido de izquierdas alemán,  Die Linke— presentaron un llamamiento para la creación de una nueva línea política. En éste no se denuncia ni se contrapone el discurso del partido de la ultraderecha creciente en Alemania, más bien todo lo contrario. Pidiendo más refuerzo policial y judicial, se reproduce un discurso contra la religión islámica.

Esto parte de varias concepciones terriblemente, hablando coloquialmente, asquerosas.

En primer lugar, cuando hablan de clase obrera, se dirigen a un imaginario racista donde su clase obrera es blanca y de plantilla fija. Pero si abrimos los ojos y bajamos al parque del barrio vemos que la clase trabajadora aglutina una gran diversidad. ¿A quién se refiere Anguita y Monereo cuando hablan de clases populares? A la trabajadora ambulante gitana, diana del fascista Salvini, seguro que no. Mi clase también es migrante, trabaja en eso que llaman «de forma irregular» y sí, lleva velo. Aplicar el discurso de que “Salvini representa una auténtica rebelión popular contra la UE” no es comprender ni dirigirse al conjunto de la clase trabajadora, sino dividirla bajo una lógica racista.

En segundo lugar, esta línea política parte de la idea de que «si nosotros adoptamos este discurso, la extrema derecha dejará de crecer». Así como «si no te gustan mis principios, tengo otros».  Pero las personas identitarias y racistas seguirán votando al original y no a la copia. Hacer concesiones al discurso de la extrema derecha en ningún caso la combate, al contrario, la alienta a seguir creciendo. La demonización de las personas migrantes, y principalmente musulmanas y gitanas, es fundamental para el ascenso de la extrema derecha en toda Europa.

La única manera de hacerles frente es desenmascarar el fascismo y combatir el racismo en el seno de los centros de trabajo y de estudio, en los barrios y pueblos.


Marina Morante es militante de Marx21 en Nou Barris, Barcelona