Simon Andrewes
Gracias al rescate efectuado por la nave Aquarius en la noche del sábado al domingo son 629 personas que no van a ahogarse en el Mediterráneo: desde 2013 han sido más de 15 mil las personas que no han logrado evitar este destino. Tampoco van a ser devueltas a Libia, donde pueden ser expuestas a altísimos niveles de violencia, todo tipo de torturas, vejaciones y abusos incluidos.
Hay que reconocer que es una locura que estas 629 personas vayan a quedarse en el mar durante tres o cuatro días más, encima de lo que han sufrido hasta ahora, pero es un precio que aceptarán, teniendo en cuenta la alternativa.
También hay que reconocer que traerlas a Valencia no es una solución real al problema de la migración hacia Europa, un problema creado por la política racista e imperialista de la EU. Una política que tiene tres principios: 1. Que refugiados y desplazados no lleguen a las fronteras de la Fortaleza Europa. 2. Que si llegan, no entren. 3. Y que si entran, no se queden, sea por expulsiones o por la creación de un ambiente hostil.
Estas 629 personas rescatadas por el Aquarius han tenido la suerte de poder aprovecharse de un gesto político generoso por parte del nuevo gobierno del PSOE que quiere enseñarnos que “es la izquierda” sin que le cueste demasiado. También se habla de concederles el anhelado “estatus de refugiados”, una suerte extraordinariamente excepcional.
Estas circunstancias excepcionales no van a beneficiar a los demás. Como María del Mar Pageo, presidenta de Cruja Roja en Andalucía, nos recuerda, desde el 1 de junio han llegado a las costas de este territorio unos 1.200 inmigrantes, casi el doble de los que llegan con el Aquarius. A ellos les espera un rápido retorno a sus países de origen si son magrebíes, o el ingreso en un CIE (campo de concentración moderno), si son subsaharianos. De ahí saldrá la mayoría rumbo a su país de origen o con una orden de expulsión que les obligará a vivir de la mendicidad. Poquísimos obtendrán el preciado estatus de refugiado.
Está claro que esto crea un agravio comparativo entre los “afortunados” que vienen a Valencia y los que llegan en patera a las costas andaluzas.
Sin embargo, les damos la bienvenida a estos 629, porque sabemos que negarles esta acogida humanitaria no va a ayudar en absoluto a todos los demás solicitantes de asilo e inmigrantes llamados “irregulares”. Sabiendo también que hay personas sin techo y gente que vive bajo del umbral de la pobreza en Valencia, como en todas partes.
La razón de nuestra solidaridad incondicional con los refugiados del Aquarius es sencilla. La solidaridad es nuestra arma más efectiva contra la clase que nos explota y nos oprime. Dejarnos dividir entre “españoles” y migrantes, “legales e ilegales”, afortunados y desafortunados, etcétera, nos debilita en nuestra propia lucha por una vida digna para todo el mundo. Ponernos al lado de la clase que nos domina es entregarnos eternamente a la continuación de su dominación.

Solución real

Aquí tenemos además la explicación de por qué la solución humanitaria del gobierno PSOE no es una solución real.
Su solución no significa otra cosa que empeñarse en coordinar la política racista e imperialista de la UE. Hay divisiones entre las clases dominantes europeas, pero lo que tienen en común es el deseo de controlar las fronteras terrestres y marítimas según su propio interés. Puede ser que discutan entre sí sobre el grado preciso de control, pero ya se han puesto de acuerdo en triplicar en los próximos años los gastos para fortalecerlo contra el movimiento libre de personas. Sus planes incluyen un cuerpo permanente de 10.000 guardias fronterizos, una mejorada infraestructura apoyada por la última tecnología y equipos de perros rastreadores.
Las clases dominantes gestionan la inmigración según sus propios intereses, y sus intereses no pueden ser los nuestros.
A nosotras y nosotros, no nos sirven las fronteras. Las fronteras nos dividen y debilitan. La coordinación política entre las clases capitalistas europeas hay que enfrentarla con una solidaridad internacionalista que sirva a nuestra causa. La eliminación de las barreras entre la gente llana y últimamente entre las secciones diversas de la clase trabajadora mundial es la única salida de la locura que experimentamos por las injusticias, las violaciones de derechos, y las represiones de la economía global y capitalista.


Simon Andrewes es miembro de Marx21 en Granada