Nicole Möller González
Desde mayo de este año varias universidades de Chile han sido ocupadas por sus alumnas para protestar contra los casos de acoso y abuso sexual en sus instituciones y en la sociedad. Este artículo explica un movimiento joven que tiene como objetivo “¡que todo Chile se vuelva feminista!”
El 16 de mayo se manifestaron miles de chilenas y chilenos bajo las consignas: “Por una educación no sexista, contra la violencia de género”. Tan sólo en la capital del país, Santiago, se reunieron y manifestaron 150.000 personas. Además, estudiantes de varias universidades (15 en el momento de la marcha) a lo largo del país han llevado a cabo ocupaciones feministas en facultades enteras para protestar contra los casos de abuso y violencia de género en las instituciones educativas.
Las marchas no sólo atrajeron a estudiantes universitarias sino también a estudiantes de educación secundaria. Además gran parte de la población ha demostrado su solidaridad con las demandas feministas de las jóvenes.
El apoyo que han recibido claramente responde al indiscutible nivel de violencia machista que existe en Chile. En el año 2017 un 38,8% de las mujeres entrevistadas, de entre 15 y 49 años, dijeron haber sido víctimas de violencia intrafamiliar al menos una vez en sus vidas. En el mismo año se registraron ante la policía 16.336 casos de violencia sexual, de los cuales el 84,8% eran mujeres y 15% niños y niñas.
Sin embargo, la opresión y discriminación de las mujeres va más allá de la violencia y el sexismo diarios.
Tan sólo desde el 2017 las mujeres chilenas pueden optar a abortar y únicamente bajo tres causas: violación, inviabilidad del feto y peligro de la vida de la mujer. Las mujeres trabajan (incluyendo el trabajo no remunerado y reproductivo en casa) un promedio de 1,65 horas más por semana que los hombres y reciben un promedio del 31,7% menos de salario que los trabajadores hombres (cifra del 2016).
Ser feminista ya no es un insulto
No son tan sólo las cifras las que demuestran la necesidad de protestar en la calle de las mujeres. En Chile se está iniciando un nuevo fenómeno.
Las emisoras de televisión y otros medios de comunicación hablan casi diariamente de la violencia de género y la importancia del feminismo. Cada vez más, mujeres conocidas y periodistas se han declarado abiertamente feministas ante los medios. Los casos de violencia de género, como el último caso de violación en grupo (“la manada chilena”), ganan mayor notoriedad en el país y son condenados con más seriedad y fuerza en el discurso público, en los medios y en la redes sociales, en comparación con hace unos años.
Todo esto demuestra que se está dando un profundo cambio en la sociedad chilena. La palabra “feminismo” ya no es un tabú o un insulto como lo era tiempo atrás y las mujeres ya no tienen miedo de reivindicarlo. Los medios de comunicación hoy hablan de una nueva ola feminista, algunos incluso de un “Mayo 2018” chileno.
La historiadora María José Cumplido ha asegurado que éste es el “movimiento feminista más grande” en la historia del país y ha destacado el logro de los últimos movimientos feministas al implantar el término de forma positiva en el discurso público.
En las universidades chilenas hay fuertes organizaciones estudiantiles que se ganaron un gran reconocimiento internacional durante las movilizaciones del año 2011 contra la educación privada. Todas las instituciones escogen una llamada federación, que organiza a los estudiantes de cada universidad y éstas a su vez conforman la CONFECH (Confederación de Estudiantes de Chile) a nivel nacional. La CONFECH, además, ha creado una comisión de mujeres llamada COFEU que coordina las asambleas feministas de cada institución.
La primera ocupación feminista ocurrió en la Universidad Austral de Chile (UACh) al sur del país en la ciudad de Valdivia, lo cual para parámetros chilenos también ha sido inusual: las movilizaciones se concentran mayoritariamente en la capital.
Las demandas de las y los ocupantes se basan en la gran cantidad de casos de acoso sexual que provienen tanto de docentes y profesores como de estudiantes y en el caso de las escuelas, por parte de maestros y compañeros de sala. El caso más reciente en la UACh fue el acoso que sufrió una funcionaria por parte de un docente. El caso generó una ola de solidaridad en la institución, dado que muchas de las alumnas habían sido víctimas del mismo acosador. Las distintas instancias de la institución se vieron bajo presión cuando este caso se hizo público. Sin embargo, el docente no fue despedido y sí relocalizado dentro de la misma universidad. Este hecho causó gran conmoción entre las y los estudiantes y otros docentes, dando inicio a la primera ocupación feminista del país.
Demandas
Otro motivo que motivó la ocupación fue el completo colapso de la comisión encargada de lidiar con los casos de acoso sexual dentro de la universidad, dado que había recibido demasiadas denuncias. La presidenta de la federación de la UACh, Valentina Gatica, se pronunció: “No era ningún secreto lo que ocurría dentro de las facultades en cuanto a machismo y acosos sexuales. La diferencia radica ahora en el hecho de que hemos organizado espacios donde podemos hablar abiertamente sobre el problema y defendernos. Las estudiantes están hartas de confrontarse constantemente con el sexismo de las instituciones de educación. Hemos perdido el miedo a levantar nuestras voces.”
En 2016 a lo largo del país se registraron 228 casos de abuso sexual dentro de las instituciones educativas. Estos abusos pueden llevarse a cabo dado que muchos docentes y funcionarios protegen al responsable y no les interesa combatir la violencia sistémica en la que viven las alumnas. Gatica también afirma, “queremos que estos casos ya no se den más en nuestra institución ni a nivel nacional”.
Las principales demandas de las estudiantes de la UACh, que también se reflejan a nivel nacional, son: las sanciones vinculantes contra los responsables, estructuras mejoradas y sensibilizadas para tratar con las alumnas víctimas de acoso, la eliminación del lenguaje sexista durante la formación de los estudiantes, la eliminación de la diferencia salarial entre funcionarios de la universidad y el reconocimiento oficial de los nombres de alumnos y alumnas transexuales.
Las demandas que han alzado las alumnas feministas van más allá de las instituciones educativas y esto se ve reflejado en el respaldo que han recibido a nivel nacional por muchas mujeres y hombres chilenos. Para muchas la violencia diaria —ya sea en el trabajo, en la casa o en las calles— ya no es tolerable. La buena noticia es que esto claramente es una señal de la creciente concientización feminista en toda la sociedad.
En las marchas del 16 de mayo se podían escuchar desde todas las esquinas, incluso por parte de aquellas mujeres que no conformaban la marcha, las consignas: “No, es no: ¿qué parte no entendiste, la N o la O?”, “¡Nos matan y nos violan y nadie hace nada!”, “¡Ahora que estamos todas, ahora que sí nos ven, abajo el patriarcado se va a caer, arriba el feminismo que va a vencer!”, “¡Que todo el territorio se vuelva feminista!”
Nicole Möller González es militante de Marx21 que actualmente vive en Chile.
Traducción realizada por la autora de su artículo original en alemán: https://www.marx21.de/chile-eine-junge-feministische-massenbewegung
Fotos impresionantes de las movilizaciones: http://www.t13.cl/noticia/nacional/impactantes-consignas-dejo-marcha-estudiantil