[Català]

Marina Morante

El jueves 26 de abril se hizo pública la sentencia de la Audiencia de Navarra, que condena al grupo de cinco hombres, “La Manada”, a 9 años de prisión por abuso tras violar brutalmente a una chica de 18 años en los Sanfermines de 2016.

Conversaciones de Whatsapp y vídeos colgados en la red demostraron que la agresión había sido planificada, ejecutada y celebrada posteriormente con orgullo por el grupo de cinco hombres, uno de ellos miembro del cuerpo policial de la Guardia Civil. En paralelo, la víctima ha sido cuestionada y culpabilizada durante el proceso judicial.

¿Abuso o violación?

Si bien la sentencia reconoce una situación de opresión, no se considera la existencia ni de una agresión sexual ni de intimidación. Según el tribunal, no se ha probado que existiera fuerza física para doblegar la voluntad de la denunciante. Así pues, se entiende que si la víctima no opone resistencia física ante cinco hombres superiores en edad, no es cumple la fuerza física como elemento normativo para calificarla de agresión sexual. Se exige, así, a la víctima una resistencia física en un escenario donde, valorando la situación, tenía todas las de perder.

En otras ocasiones, compañeras, valorando la situación, optaron legítimamente por la resistencia física. Algunas consiguieron zafarse. Otras, como la Diana, fueron asesinadas en el intento. Exigir a una víctima de agresión sexual que oponga resistencia física para calificarla como tal, es digno, sin duda, de un sistema ideológico machista.

Así mismo, esta exigencia podríamos decir que, además de sumamente machista, es también “contra natura”. Varios psicólogos han demostrado cómo, ante una situación de peligro, el cerebro humano puede ejecutar la reacción básica de quedarse pasiva y quieta.

Luchamos por cambiar el sistema

Ante la sentencia, las plazas de los Ayuntamientos de ciudades, barrios y pueblos se llenaron de reivindicación contra un sistema judicial machista y la cultura de la violación. Claramente, quedó demostrado que cuando nos tocan a una, nos tocan a todas… y a todos. Se ha de destacar y muy en positivo que aunque las protestas hayan sido mayoritariamente femeninas, muchos miles de hombres también se han sumado. Además del sentimiento general de solidaridad humana, muchos hombres han entendido que un sistema que permite esta barbaridad machista también los perjudica a ellos.

Ante los miles de personas concentradas en las principales ciudades, miembros de asociaciones judiciales, de magistrados y del Consejo General del Poder Judicial emitieron un comunicado público donde se señalaba de alarmante la “virulenta” respuesta social a la sentencia de “La Manada”.

Es hora de denunciar que el machismo y la cultura de la violación son elementos estructurales en el sistema capitalista opresor. Las mujeres, principalmente las más explotadas y oprimidas, no podemos depositar nuestra confianza en los tribunales. Nuestra confianza debe quedar depositada en el colectivo, en la lucha… porque sólo luchando conquistamos victorias, y porque la huelga del 8 de marzo marcó el camino.