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David Karvala

Vivimos tiempos convulsos y difíciles. Muchas personas llevamos días, semanas, meses… llevando a cabo una actividad frenética. Pero, a diferencia de los que dirigen las instituciones y los grandes partidos, los y las activistas dedicamos poco tiempo a desarrollar nuestros análisis de lo que está pasando para poder plantear nuestras propias estrategias, desde abajo. Debemos robar tiempo al activismo para hacerlo. Debemos debatir colectivamente, y desde una visión anticapitalista, sobre los hechos de las últimas semanas y sobre cómo podemos luchar mejor por nuestras libertades, tanto nacionales como sociales.

Estas notas son una aportación a estos debates.

El PP y sus aliados se han vuelto locos

Hace bastantes semanas escribí que el PP haría cualquier cosa para impedir que el pueblo de Catalunya votase. Pero los hechos superan las predicciones. Ya se había convertido en norma anular leyes y denunciar a líderes políticos, pero ahora la intensidad de la represión ha aumentado exponencialmente. Ya hemos visto las redadas de la Guardia Civil en oficinas gubernamentales, y el intento de entrar en la sede de la CUP, con capuchas pero sin orden judicial; un intento resistido magníficamente por una respuesta mayor y unitaria. Ya perdemos el recuento de las webs intervenidas por el mismo cuerpo policial-paramilitar; una medida que no se ha podido aplicar a webs fascistas. En el momento de escribir parece que intentan fomentar el miedo entre el pueblo de Catalunya; dicen que pueden alojar a 6.000 Guardias Civiles a los barcos (los mismos a los que los sindicatos portuarios se han negado a suministrar).

Estas acciones del PP son seguramente irracionales; sólo fomentan el rechazo y excluyen la posibilidad de una salida negociada con el sector más moderado del movimiento.

Vencer el miedo

Dicho esto, sí que pueden producir miedo. Debemos pensar con claridad.

Ante una manifestación de unos miles o incluso decenas de miles de personas, 6.000 Guardias Civiles (y el equipamiento de antidisturbios que exhiben a la menor oportunidad) podrían hacer muchísimo daño. Pero ante un país de 7 millones y medio, del que una parte importante se está movilizando, pueden hacer daño a unos cuantos individuos, pero no pueden detener al movimiento.

Incluso si los Mossos en su conjunto se sumaran a la represión (lo que confirmaría que hay muchas más cosas del estado autonómico que tenemos que cambiar de lo que se querría plantear JuntsxSí), sólo llegarían a 3 agentes por cada mil personas. Seguramente hay pastores que se enfrentan a las ovejas en estas proporciones, pero la población catalana actual no somos ovejas.

La solución tanto a la represión como al miedo es la movilización amplia. La clave no serían los actos heroicos y guerrilleros de unos pocos. Necesitamos un heroísmo de otro tipo; el de las personas que normalmente no se manifiestan (excepto quizás en las Diades o el 1 de mayo, y muchas que ni tan siquiera entonces) pero que esta vez sí salen a la calle.

Los Comunes se suman a la defensa de la democracia

Ya lo decíamos, que el Estado español es capaz de cualquier tontería para intentar evitar que el pueblo catalán vote sobre la independencia. Pero Podemos insistía que la solución era esperar, negociar con este estado. (Realmente, estaban diciendo que la única solución era votarles a ellos.) Ahora se ha demostrado qué está en juego.

Como han dicho muchas personas, muy diversas, ya no se trata de independencia sí o no, sino de democracia sí o no.

Es muy positivo pues que Catalunya en Común (CeC) haya adoptado una posición tan clara ante la represión. (Hay que reconocer que Podemos Catalunya, liderado por Albano Dante-Fachín, que no forma parte de CeC, ya estaba en esta vía).

Ya habrá oportunidades para criticar las posiciones defendidas en el Parlament por la dirección de Catalunya Sí Que Es Pot hace muy poco tiempo. Ahora se trata de buscar la máxima unidad en las luchas venideras.

Algo sí se podría pedir al espacio de los Comunes: que exijan la máxima firmeza a Podemos a nivel estatal, en la defensa de los derechos democráticos, contra la represión, pero también específicamente en defensa del referéndum del 1-O. Ya sabemos que querrían que las cosas hubieran ido por otro camino. Pero el ejercicio democrático que el PP intenta impedir es este y no un ejercicio hipotético avalado por la cúpula de Podemos. Si se defiende la autodeterminación, se debe defender el 1-O (con las críticas que se quieran, esto es otra cosa); si no se defiende, significa que realmente no se defiende la autodeterminación.

Los fascistas salen de las alcantarillas

Como ha denunciado Unitat Contra el Feixisme i el Racisme (UCFR), las acciones represivas del estado contra el referéndum están dando oxígeno a los grupos fascistas, recientemente muy debilitados en Catalunya, en gran parte por el trabajo de la propia UCFR. A raíz de los atentados de agosto los fascistas empezaron a salir a la calle; ahora hay cada vez más acciones, generalmente muy pequeñas.

Una excepción, sin embargo, fue la concentración ante la sede nacional de la ANC el pasado viernes 22 de septiembre, que reunió a cientos de personas. No se trataba exclusivamente del núcleo duro neo nazi. Participaba gente de Sociedad Civil Catalana (SCC), un espacio que combina muchas personas no fascistas con otras que son claramente de extrema derecha. La parte positiva es que a día de hoy no son capaces de movilizar a 500 fascistas de Barcelona y alrededores; la negativa es que hay sectores españolistas que, sin ser fascistas, están dispuestos a participar en un acto liderado por fascistas que han llevado a cabo brutales agresiones.

La acción en Zaragoza contra el encuentro impulsado por Podemos tuvo una naturaleza similar. Reunió a unos cientos de personas, tanto fascistas como no, y golpearon a la presidenta del Parlamento de Aragón con una botella.

Debemos criticar a la gente no fascista de espacios como SCC por el hecho de hacerle el juego al fascismo. En cambio, si tratamos como fascistas a las personas que no lo son, provocamos confusión y también desmoralización. Hace parecer que el fascismo tiene más fuerzas de las que realmente dispone.

Todo ello, confirma algo que UCFR Catalunya lleva diciendo desde 2010; que el fascismo es una amenaza. Evidentemente, el PP y el estado también lo son, pero el fascismo es un enemigo cualitativamente diferente, como demuestran los terribles acontecimientos de los años 30.

Se necesitan movimientos unitarios contra el fascismo en Europa, en las diferentes partes del Estado español. Y al igual que UCFR Catalunya, este movimiento no puede limitarse a las personas y fuerzas que tengan una posición determinada sobre la cuestión nacional. No combatimos a los grupos fascistas españolistas por el hecho de sentirse españoles, sino porque son fascistas; igual que debemos combatir a los pequeños grupúsculos fascistas catalanistas.

Lucha obrera por la democracia

A un sector de la izquierda tradicional le gusta contraponer la lucha por el derecho a decidir y “la lucha de clases”… (como si la lucha de clases sólo fuera de sueldos y trabajos en una fábrica).

Está claro que la lucha de clases es un elemento clave para cualquier cambio social; esto es una idea fundamental del marxismo. El propio Lenin (que se supone que es bastante ortodoxo para este sector) escribió que el ideal del marxismo revolucionario “no debe ser el secretario de tradeunión, sino el tribuno popular, que sabe reaccionar ante toda manifestación de arbitrariedad de opresión, dondequiera que se produzca y cualquiera que sea el sector o la clase social a la que afecte”.

Esta visión también está presente en “la teoría de revolución permanente” de Trotsky, según la cual (en breve) la lucha por la liberación nacional la deberá liderar en última instancia la clase trabajadora (que no se limita, hay que insistir, a los tradicionales obreros masculinos de fábrica), porque sólo ésta tiene la fuerza colectiva para lograr un cambio real y el interés en promoverlo.

Pues bien, estos días hemos visto muestras de las dos cosas. Las y los estibadores se han negado a suministrar los barcos donde (se supone) se alojan miles de Guardias Civiles. Las y los Bomberos de Barcelona se han comprometido con la lucha por el referéndum y se han ofrecido como escudo protector para las manifestaciones.

Y por último, 4 centrales sindicales han anunciado una huelga general para el martes 3 de octubre.

Si se produce una huelga general de verdad, se confirmará lo que ya se debe saber; que todo lo que se mueve en esta sociedad lo hace gracias al trabajo de personas, gracias a la clase trabajadora. Sin esta clase, no hay buses o pan; ni siquiera hay electricidad o internet. Manuel Delgado escribió: “de esta herramienta suprema de la movilización social que es la huelga general política. Y el tema nos interesa porque se acercan momentos de una intensidad y de una efervescencia extraordinarias. Ante ciertas agresiones tendremos que pensar cuáles son, como pueblo, nuestros recursos de última instancia.”

Aquí, no valen evasiones y hablar de “huelga ciudadana”. Una protesta ciudadana puede ser muy positiva, pero no es lo mismo que una huelga. Es un tema muy serio.

La huelga laboral no es como cualquier protesta, donde el estado y la clase dominante puedan decidir hacer caso o no; los afecta directamente. Para que así sea, debe ser una huelga real y amplia. Esto significa que debe participar mucha más gente que las bases directas de los sindicatos más combativos. De ser posible, se debe arrastrar a las cúpulas de CCOO y UGT a apoyarla. Si esto no puede ser, hay que hacer todo lo posible para que las bases de estos sindicatos se sumen, y no lo harían en base a una retórica sectaria hacia sus organizaciones. Queda poco tiempo, pero los días ahora son largos. Se espera que se hagan todos los esfuerzos posibles para conseguir una huelga general de verdad.

¿Fuentes oficiales?

Últimamente, se han hecho llamamientos a sólo difundir informaciones de fuentes oficiales, refiriéndose al gobierno, TV3, las grandes entidades soberanistas… Ahora mismo, cuando se difunden rumores alarmantes, es un buen consejo. También se aplica cuando se dan diferentes lugares de convocatoria de una manifestación, posiblemente fruto de un intento de despistar a la gente. Hace falta más cordura y pensar antes de dar a “reenviar a todos” mediante WhatsApp o bien retuitear.

Pero esto sólo se aplica a rumores y a hechos concretos. Cuando se trata de los análisis y las propuestas políticas, hace falta una actitud un poco diferente. También hace falta cordura —de hecho hay que pensar todavía más— pero puede llegar el momento en que no se trate de hechos por un lado y falsedades por otro, sino de diferencias políticas respecto a la dirección del movimiento. Aquí, muy posiblemente habrá llamadas a sólo seguir la línea oficial, a no hacer caso a las distracciones, a las voces que plantean los momentos cuando hace falta luchar por cambios sociales, no sólo por cambios de bandera. Esto nos lleva al siguiente punto.

¿Camino de rosas?

El gran marxista británico, Chris Harman, solía explicar que todas las revoluciones comienzan con una gran unidad transversal entre (casi) todo el mundo. “Las diferencias políticas ya no importan”, “todo el mundo lucha por la misma democracia”, etc. Es verdad hasta cierto punto; realmente son momentos muy bonitos.

Pero tarde o temprano, en todas estas revoluciones, llega el momento en que se pone de manifiesto que la gran mayoría de la población —que es de clase trabajadora— tiene intereses diferentes a los de la minoría que manda actualmente, la burguesía y sus representantes políticos. (Cuando hablamos de personas de clase trabajadora, hay que recordar que pueden o no ser conscientes de ello, la pertenencia a una clase social es un hecho objetivo, no depende de las actitudes que se tengan en un momento dado.)

En estos momentos se desatan ataques brutales, inicialmente verbales, pero en algunos casos físicos, de parte del sector “razonable” del propio movimiento, contra el sector “radical”, “extremista”… Se les puede acusar incluso de ser agente del enemigo, de querer sabotear todo lo conseguido, etc. Es lo que hizo la derecha en la república (impulsada por el PSUC de entonces) contra la CNT y sobre todo contra el POUM en 1937.

A una escala meramente verbal, lo hemos visto en diferentes episodios de “Pressing CUP”, a destacar cuando la CUP, correctamente, se negó a investir a Artur Mas como Presidente. Hoy, poca gente querría que Mas estuviera en el lugar de Puigdemont, pero en ese momento no había límites a los ataques de la derecha catalanista contra la CUP; algún tuitero enloquecido los acusó de ser agentes del CESID.

Según como vaya la lucha, es muy probable que volvamos a ver una situación similar; como se ha dicho, casi siempre pasa. Sólo que no se sabe cuándo, ni quién la protagonizará. Para complicar aún más la historia, sí hay “radicalismos” que no ayudan a llevar adelante la lucha.

Todo esto confirma la importancia de hacer los análisis, desde un punto de vista anticapitalista; marxista revolucionario, diría yo. Y confirma la importancia de un espacio político para desarrollar estos análisis y actuar en consecuencia.