El fascista Norbert Hofer podría ganar la presidencia austríaca en la elección repetida

Xoán Vázquez

El domingo 4 de diciembre Norbert Hofer podría convertirse en presidente de Austria y ser así el primer jefe de Estado europeo de extrema derecha.

El candidato del Partido de la Libertad (FPÖ) fue el candidato más votado en la primera vuelta, siendo derrotado en la segunda vuelta por el ecologista Alexander Van der Bellen por poco más de 30.000 votos. Casi la mitad de los austriacos que fueron a las urnas en esta segunda vuelta (49,70 %) apoyaron a Hofer y a su Partido de la Libertad.

El FPÖ recurrió ante el Tribunal Constitucional en Viena el resultado de esta segunda vuelta de las elecciones alegando, en un escrito de 150 folios, “los errores masivos e irregularidades” que afectaban al recuento del voto por correo en 94 de los 117 distritos electorales austríacos y a más de 500.000 papeletas de las casi 800.000 emitidas por correo.

El Ministerio del interior reconoció algunas irregularidades. “Hubo dejadez” afirmó el ministro del interior. El 1 de julio el Tribunal reconocía que más de 70.000 votos se habían visto afectados por las irregularidades electorales y ordenaba la realización de una nueva segunda vuelta.

Esto ayudó a Hofer a posicionarse como el candidato “anti-establishment”.

Tras la victoria de Trump, Norbert Hofer podría ganar las elecciones presidenciales sobre la misma base, el rechazo generalizado del establishment político.

Esto tiene su reflejó en el hundimiento del centro-izquierda y centro-derecha tradicionales, que desde la Segunda Guerra Mundial siempre se habían repartido la presidencia en Austria y que no consiguieron llegar juntos al 25% de los votos.

“En Austria, los gobiernos europeos pueden ver un espejo de su propio futuro” escribía el periodista Peter Schwarz en febrero de 2000, cuando el Partido de la Libertad formó parte de una coalición de gobierno por primera vez. Por entonces, su carismático líder, Jörg Haider, no dudaba en elogiar públicamente al cuerpo de combate de las SS de Adolf Hitler y en defender abiertamente sus posiciones antiinmigrantes.

Y la historia se repite. Con una brillante oratoria y una imagen más afable y simpática, Hofer es un fascista igual que lo era Haider, y como él se ve obligado a moderar sus posiciones en público.

Basta recordar que en 2011 Hofer fue el encargado de renovar el manifiesto del Partido de la Libertad. En él reintrodujo un “compromiso con el pueblo alemán”. Usó el término Volksgemeinschaft (comunidad), que recuerda fuertemente a la retórica nazi.

Y aunque no pone en duda que Austria es un país soberano, muestra orgulloso su pertenencia a la fraternidad estudiantil nacionalista Marko-Germania, que defiende la “comunidad cultural alemana” y cuyo eslogan es “Honor, Libertad, Patria”.

Al igual que los sondeos, parece que el canciller austriaco, el socialdemócrata Christian Kern cree que Hofer puede ser el ganador. Quizás por eso el 24 de noviembre sellaba la paz con el líder fascista Heinz-Christian Strache (presidente del FPÖ) en directo en un programa de televisión, anunciando que pondrá fin al bloqueo y abrirá su partido al Partido de la Libertad.

Una decisión excesiva incluso para Austria y su larga tradición de banalización del fascismo. Decisión que viene a corroborar los oscuros presagios de su primera comparecencia como canciller cuando declaró que no descartaba posibles alianzas con el FPÖ cuando llegue el momento, añadiendo que el veto de larga duración que su partido mantiene en contra de gobernar a nivel nacional con el FPÖ, de carácter xenófobo y islamófobo, se encuentra “obsoleto”.

En cierta medida este movimiento desastroso se puede comparar con Barack Obama mientras estrechaba la mano con el presidente electo Donald Trump.

Movilizaciones

El 26 de noviembre, dos semanas antes de la segunda vuelta presidencial en Austria, miles de antirracistas salieron a las calles de Viena para defender a los refugiados contra las deportaciones. El movimiento antirracista en Austria mostraba su solidaridad con los refugiados en una demostración de fuerza que recordaba aquel 19 de febrero de 2000 en el que más de 150.000 personas se movilización contra el racismo y la inclusión de los fascistas del FPÖ en el Gobierno de coalición austriaco, en la mayor movilización en Austria desde el final de la II Guerra Mundial.

Los manifestantes denunciaban que el gobierno del canciller Kern ha deportado a cientos de refugiados a Croacia y otros países en las últimas semanas. Los policías están sacando a los niños y jóvenes refugiados de las escuelas por la fuerza, recogen personas gravemente enfermas de los hospitales y las empujan a los aviones. La protesta fue organizada por la “Plataforma para una Política Humana de Asilo”, una coalición de 150 ONGs, asociaciones de ayuda a los refugiados y organizaciones políticas como el Partido Verde.

Muchas pequeñas comunidades y ciudades se han movilizado para la protesta en todo el país. Dos semanas antes organizaron vigilias contra las deportaciones en 15 lugares diferentes de Austria. Muchos se manifestaron en contra de la terrible campaña racista encabezada por el gobierno y aprovecharon la oportunidad para expresar su rechazo al partido fascista Partido de la Libertad. Bajo la constante presión de los fascistas, el gobierno de coalición de los socialdemócratas (PSÖ) y los conservadores ha girado más y más a la derecha durante los últimos meses.

Estrategia

Algunos en la izquierda radical critican la política de confrontación y las protestas, ya que según ellos eso garantizaría el éxito de Hofer. “Esto es ridículo”, señala David Albrich de Linkswende, grupo hermano en Austria de Marx21: “Mi organización está respondiendo a este desastroso error con una ofensiva contra los fascistas. Nos estamos movilizando para una protesta de F*CK HOFER el día antes de las elecciones, y también nos preparamos para una respuesta inmediata en las calles si Hofer sale elegido.”

Hofer es conocedor de ese importante y activo rechazo a su presidencia. En un programa en directo en televisión se quejó de la protesta planeada por F*CK HOFER e incluso mostró ante la cámara pancartas de la campaña con los lemas “¡Que se queden los refugiadas, Hofer fuera!” Una web cercano al Partido de la Libertad mostraba su enfado porque los activistas habían puesto carteles de F*CK HOFER en su ciudad natal.

¿Un régimen fascista?

En este momento la resistencia es muy importante a la vez que es necesario impulsar una alternativa de izquierda capaz de dirigir la ira de la gente común en otra dirección, lejos del racismo y la extrema derecha.

Pero una cuestión importante sigue siendo: si Hofer es elegido, ¿está el fascismo en el poder? No. Tenemos que ser muy precisos sobre esto. Ni siquiera llegaríamos al fascismo si el Partido de la Libertad ganara las próximas elecciones parlamentarias y entrara en el gobierno (el propio presidente tiene una autoridad muy limitada). Lo mismo podría decirse del Front National en Francia o de la Alternativa para Alemania (AfD). Esto no es enero de 1933 cuando las élites capitalistas y militares alemanas estaban tan desesperadas y no tenían otra opción que entregar a Hitler las riendas del poder. La destrucción total de la democracia es, al menos por el momento, contraria a los intereses de las élites. Además, a diferencia de los años 1920 y 1930, no hay una aceptación generalizada de bandas de matones en las calles.

Por otro lado, existe el peligro de subestimar la amenaza a la que nos enfrentamos. Los partidos fascistas no son iguales a otros partidos conservadores o socialdemócratas neoliberales que “gestionan la crisis”, privatizando y recortando salarios y prestaciones sociales. En el gobierno o como presidente, los fascistas no pueden establecer un régimen fascista, pero sí pueden aprobar leyes racistas, infiltrarse en la máquina estatal, aumentar su influencia en la policía y crear un clima de odio y temor en el que puedan forjar un movimiento político independiente de masas (tanto electoral como en las calles), capaz de aterrorizar a la clase obrera, a los musulmanes, a los refugiados ya los migrantes, el tipo de fuerza que garantizó el éxito de Hitler.

Las y los socialistas revolucionarios deben tomar este desarrollo del fascismo muy en serio, pero al mismo tiempo aprovechar la oportunidad de construir resistencia y una alternativa anticapitalista. Es más urgente que nunca.

Más información (en alemán): Linskwende