Fatiha El Mouali es activista de Unitat Contra el Feixisme i el Racisme en Catalunya. Es coautora del libro “Combatir la Islamofobia”. Nació y creció en Marruecos y sigue la actualidad del país muy de cerca.
Para la gente que no conoce el país. ¿Puedes resumir brevemente la situación política en Marruecos?
Es complicada. Por un lado crece la libertad de expresión; la gente cada vez habla más abiertamente de temas que eran tabúes, sobre todo de aquellos relacionados con la monarquía. Pero por otro lado, no hay ninguna mejora real en las condiciones sociales ni en los derechos básicos de la ciudadanía, como la educación y la sanidad.
El rey tiene muchas competencias: tiene la primera y la última palabra. Hay un gobierno elegido democráticamente (aunque con una participación poco representativa), todo y que debe ejercer los mandatos del Banco Mundial, el FMI y del rey. Pocas veces se llegan a cumplir las promesas electorales.
Ha habido luchas sociales importantes recientemente. ¿Las puedes explicar?
Siempre había luchas en Marruecos durante la época colonial contra los empleadores y después para reivindicar la igualdad ciudadana y mejores condiciones sociales y políticas.
Últimamente los principales temas son:
— manifestaciones para defender el derecho a la educación y la sanidad, que fueron reprimidas violentamente por el Estado.
— en el Norte de Marruecos hubo enormes manifestaciones contra la empresa francesa Amandis, por emitir facturas abusivas y falsas de luz y agua. Al final el Estado intervino para manipular y acallar a la gente.
— manifestaciones contra la ley que quiere subir la edad de jubilación.
— las reivindicaciones de siempre para revisar la constitución y limitar las competencias del rey, para más poder para el parlamento, así como para la separación de poderes y la autonomía de la justicia.
— finalmente también se han descubierto casos de personas influyentes con dinero en Panamá y otros que se han apropiado de bienes comunes.
Hay más temas relacionados con la privatización y cesión de competencias al sector privado; como lo que está pasando en el Estado español, empresas de gente en el poder que compran servicios estatales para sacar provecho y poder enriquecerse más. Es la lógica capitalista.
Recientemente se ha hablado mucho de los desechos nucleares italianos que la ministra de medio ambiente ha dejado que se tiren en Marruecos.
¿Llegó la “primavera árabe” a Marruecos?
Como en la mayoría de los países árabes, la gente en Marruecos salió a pedir más libertad y más derechos. Las protestas, bajo el lema “20 de febrero”, duraron bastante tiempo.
Hubo una reacción muy rápida por parte del “Majzen” [la cúpula alrededor del monarca]; el rey hizo un discurso pidiendo la revisión de la constitución y los islamistas del PJD —que en principio se presentaban como defensores de las reivindicaciones del pueblo— ganaron unas elecciones muy reñidas. La gente se calmó pensando que este partido podría mejorar un poco la situación; también influyeron los retrocesos de las revoluciones de Libia, Siria y Egipto.
¿Qué clase de izquierda hay en Marruecos?
Difícilmente se puede hablar de izquierda a Marruecos, en el mundo árabe o musulmán: es mi parecer basado en mi experiencia universitaria, donde conocí muy de cerca a gente de izquierdas.
Veía personas obsesionadas con la religión de los demás y con el pañuelo de las mujeres, interpretando éste como un signo de falta de libertad e inteligencia. No veían la utilidad de la religión en la vida de la gente, sólo como “el opio del pueblo” de la famosa frase de Marx. En función de ello trataban a las personas, y sobre todo a las creyentes, desde la superioridad intelectual, desprecio… Esto que se vive ahora con la comunidad musulmana en Europa, ya lo vivimos en nuestro país y en nuestras universidades. Y esto ha sido, en mi opinión, uno de los motivos de la radicalización de los islamistas, porque respondían a los discursos de los países coloniales.
Con su discurso, la izquierda no pudo sumar para hacer frente al verdadero culpable de la situación de miseria del país, sino que dividió. Con ello, el único que beneficiario es el régimen.
¿Cuáles son las principales fuerzas islamistas en el país?
Hay un solo partido islamista legalizado, el PJD. Se considera moderado y se autodefine de islamista; de hecho, es muy monárquico.
Los otros islamistas son partidos no autorizados y el movimiento “Justicia y Espiritualidad” que no acepta entrar en el juego político mientras no se hagan cambios reales y radicales en las reglas del juego. Tienen muchos seguidores a pesar de vivir bajo presión. Su líder actual, Nadia Yassin, es una de las caras visibles del feminismo islámico.
¿Cómo ven las diferentes fuerzas políticas la cuestión del Sahara, así como la situación del pueblo amazigh?
El tema del Sahara es tabú y sagrado a la vez; es un tema heredado de la época colonial que nos ha costado mucho a todos. Es uno de los motivos del conflicto con Argelia y también con un sector de los políticos españoles. El tema está en la mesa de Naciones Unidas desde hace muchos años y se ve que no hay voluntad seria de encontrar soluciones.
Mientras tanto, muchas personas están sufriendo y viviendo en condiciones infrahumanas.
Los partidos no se declaran honestamente ni se posicionan firmemente ni tampoco protagonizan acciones reales para hacer que esto se acabe de una vez.
El tema amazigh es muy polémico: hay divergencias en la lectura de la historia de los amazigh y también respecto a su relación con la cultura que no se considera amazigha.
Hay una militancia amazigha que quiere recuperar la cultura y dar más valor a la lengua y a la herencia de los padres y abuelos, sin romper con la identidad árabe y la religión musulmana; hay una minoría que quiere la autodeterminación; y entremedio la gran mayoría que está más bien por los temas del día a día y las dificultades de la vida cotidiana.
En occidente existe la visión de mujeres musulmanas sumisas. ¿Cuál es la situación de las mujeres en Marruecos?
Es una visión equivocada construida durante la época colonial: primero para justificar la colonización, civilizando a unos pueblos primitivos con creencias arcaicas; en segundo lugar para consolidar un sentimiento de superioridad cultural y de raza de un mundo que se ha auto considerado un modelo a seguir y la única forma de estar y de ser. Este estereotipo de la mujer marroquí y musulmana sumisa sigue vigente, a pesar de los esfuerzos por desmontarlo.
A las personas realmente interesadas en conocer a la mujer marroquí los invito a leer Fátima Mernissi y Yolanda Aixelà, y sobre todo a viajar a Marruecos y contactar con su gente.
La mirada hacia la mujer marroquí en occidente ha favorecido una política de inmigración que ha reforzado un trato discriminatorio hacia muchas mujeres, haciendo que se encuentren ante barreras casi insuperables y que una parte de este colectivo viva en exclusión social y al margen de todo.
Hay muchas personas refugiadas en Marruecos que intentan llegar a Europa. ¿Cómo los trata el Estado marroquí y cuál ha sido la respuesta popular?
Marruecos es un país de paso para la población subsahariana que aspira llegar a Europa, como fue el Estado español cuando la gente se dirigía a Francia y al norte de Europa antes de los años 70-80.
Las guerras y las condiciones económicas y políticas impulsan a las personas a salir del país de origen. Ahora cuando éstas llegan a Marruecos tras unos trayectos duros, reciben un trato muy hostil de parte de la autoridad marroquí que hace de gendarme, según tratados firmados con la Unión Europea, para frenar la salida hacia Europa.
Muchos africanos se encuentran aislados en las montañas esperando saltar las vallas, viven en condiciones infrahumanas. Los medios y los rumores sobre esta gente hace crecer el discurso racista y actitudes de rechazo y hostilidad.
En cuanto a los refugiados árabes, pocos quieren vivir en Marruecos porque saben que no hay infraestructuras que puedan garantizar una vida digna y también creen que en cualquier momento la cosa puede estallar.
En Marruecos el tejido asociativo que trabaja estos temas es muy pobre y poco reconocido. La población generalmente es muy hospitalaria, si no se manipula.
¿Cómo ves el futuro del país?
En Marruecos hay mucha injusticia social y los partidos políticos no tienen credibilidad, los jóvenes viven en condiciones precarias, viven en un país donde hay mucha diferencia social entre la clase rica que acapara gran parte de la riqueza del país y la clase pobre que vive bajo mínimos.
Hay jóvenes abiertos al mundo que ven las pocas oportunidades que les ofrece el país. Pero las puertas hacia fuera están cerradas y hay mafias de todo tipo que aprovechan estos ambientes para captar a la gente y utilizarla en causas diversas.
Personalmente veo el futuro de Marruecos muy preocupante.
Este artículo se publica en la revista La Hiedra, No. 2, que ahora está en venta.