David Karvala
[Català]
El 15 de febrero de 2003 vio la mayor protesta internacional de la historia, contra la amenaza de guerra en Irak. Este artículo, escrito con motivo del 10º aniversario del 15F, analiza las lecciones de esta movilización.
En la manifestación de Roma participaron unos 3 millones de personas; en las de Londres, Barcelona y Madrid, más de un millón; y hubo marchas —algunas de decenas o cientos de miles de personas— en 600 ciudades más. Según estudios posteriores, unos 35 millones de personas participaron en las protestas de esa primavera.
Este artículo tratará dos cuestiones. ¿Cómo se organizó el 15F? Y ¿qué efectos tuvo?
Contrariamente a algunas teorías, una jornada así no aparece sola… ni gracias a Internet. Se acordó tras fuertes debates dentro del movimiento anticapitalista, nacido tras las protestas en Seattle de 1999.
La idea del 15F salió de Gran Bretaña —donde el SWP, grupo hermano de En lucha, jugó un papel destacado en el movimiento antiguerra— con un fuerte apoyo de los movimientos italianos. La propuesta reflejaba su convencimiento de la importancia estratégica de la “guerra contra el terror” de Bush, así como su confianza en la movilización masiva. Otros sectores del mismo movimiento, sobre todo los dirigentes de ATTAC Francia, no compartieron ninguna de estas ideas.
Al final se acordó convocar el 15F en el Foro Social Europeo de Florencia en noviembre de 2002.
Es una muestra de cómo los debates dentro del movimiento no siempre son una pérdida de tiempo, ni algo desafortunado; a veces del resultado del debate depende el avance o retroceso de la lucha.
El 15F: ¿un fracaso?
Como sabemos, EEUU —con el apoyo de Blair y Aznar— atacó y ocupó Irak. Para algunos, esto demuestra que las protestas fracasaron, pero esta afirmación ignora cómo funciona la lucha social. No es como apretar un interruptor y encender (o no) la luz. Con los años se ha visto que el 15F fue un enorme paso adelante.
A corto plazo, es probable que sin las protestas la guerra hubiese sido aún más sangrienta. El 15F también demostró a la población iraquí y del resto de la región que no estaba sola (ver abajo).
Más importante aún es el largo plazo. Si se tira una piedra en un lago, se producen olas. Si se tira una roca, estas olas son mayores. Pero si un meteorito cae al lago, cambia todo el paisaje y sus efectos llegan mucho más lejos.
Esto se ve claramente en el Estado español. Los meses de masivas protestas y otras acciones —incluso huelgas simbólicas— en la primavera de 2003 dejaron un poso de consciencia. Los atentados del 11-S en EEUU fortalecieron a Bush, permitiendo la psicosis de la “guerra contra el terror”. La respuesta popular tras los atentados de 11-M en Madrid fue totalmente la opuesta; se produjeron manifestaciones espontáneas (e ilegales, por celebrarse la víspera de las elecciones) que gritaron contra Aznar y la ocupación de Irak. La caída del PP en 2004 fue el resultado tardío del movimiento antiguerra.
Sobre todo, podemos ver cómo el 15F fortaleció los movimientos sociales, especialmente en Catalunya, con la Plataforma Aturem la Guerra. En ella, se unieron generaciones de activistas pacifistas y antimilitaristas con gente del nuevo movimiento anticapitalista… y luego representantes de la izquierda institucional y de los sindicatos. Cada semana, centenares de personas debatían las próximas movilizaciones en las asambleas de la Plataforma central, así como en el centenar de grupos locales.
Esta red diversa de activistas que aprendieron a trabajar de manera colectiva, más allá de sus discrepancias, ha sido la matriz de muchas luchas posteriores, como la campaña de boicot a Israel, o Unitat contra el feixisme i el racisme en Catalunya. En Madrid, en cambio, el 15F lo convocaron directamente las direcciones del PSOE, IU, CCOO y la UGT. Hubo mucha gente en la manifestación, pero no se dio este proceso de aprendizaje y autoorganización, con resultados que se notan aún hoy.
Con todo, la jornada del 15F fue histórica. Inspiró al New York Times a declarar que había dos superpotencias en el mundo; EEUU y “la opinión pública mundial”. Podríamos decir que el 99% del que hablamos hoy, se estrenó ese día. Queda mucho por hacer, pero en ese 15F empezamos a ver las posibilidades, y el camino a seguir.
¿Del 15F a Tahrir?
El 15F, hubo pocas movilizaciones en Oriente Medio, pero millones de personas vieron las protestas en Al Jazira. Ver que tanta gente se oponía a la guerra les animó. También debilitó al islamismo de derechas —como Al Qaeda— que presentaba “Occidente” como un bloque monolítico y hostil (igual que hacen algunos tertulianos aquí con Oriente Medio).
En Egipto, el 15F inspiró a miles de activistas a protestar cuando EEUU empezó su guerra. En marzo de 2003, fueron expulsados a golpes de la Plaza Tahrir, pero habían dado un paso hacia el movimiento que volvería a aquella plaza el 25 de enero de 2011, el inicio de la etapa actual de la revolución.
Y por supuesto, las revoluciones en Túnez y Egipto dieron un fuerte impulso a las luchas sociales en Europa. Las olas del 15F siguen avanzando.