Violeta Benítez
¿Es posible hacer la revolución sin tomar el poder? Esta cuestión se la plantean, ahora mismo, muchos movimientos sociales que luchan por crear espacios ajenos y alejados de la lógica del sistema capitalista.
La creación de espacios de ‘contrapoder’ consiste en la generación de núcleos sociales donde la forma de funcionar, producir o relacionarse suponen un rechazo al sistema actual, actuando de forma opuesta a la lógica capitalista: creación de huertos ecológicos, ocupación de casas vacías, centros sociales, comunas, etc.
Todo ello establece un punto de encuentro de personas que quieren cambiar el mundo, siendo además lugares de creación de pensamiento crítico y social. Por ello, su existencia constituye un avance más en la lucha y han de ser promovidos y apoyados para que continúen ejerciendo su labor transformadora.
El problema se encuentra en creer que con la creación de espacios de ‘contrapoder’, a medida que éstos se multipliquen y se unan por coalescencia, podemos hacer una red de espacios ‘liberados’ que terminen por minar y hacer desaparecer el sistema capitalista. Esta idea choca de lleno con la realidad.
Estos espacios son una muestra del ascenso del movimiento. Con las crecientes luchas sociales se puede generar una oleada de movilizaciones y autoorganización que choquen frontalmente con el poder del estado. Tal situación se llama ‘poder dual’. Se trata de una situación inestable en la cual nuestro poder y el del estado miden sus fuerzas.
Sólo hay dos salidas: o bien la toma del poder desde abajo por parte de la gente, creando un nuevo orden social; o bien el cansancio y la destrucción del movimiento por parte del sistema opresor.
Si no tomamos el poder, jamás podremos destruir el capitalismo. Hemos de ser conscientes de que el sistema posee un gran aparato represor, bien organizado y estructurado, que si no es destruido será utilizado en nuestra contra en cuanto sienta que sus cimientos se tambalean.
Los espacios liberados jamás podrán llegar a crecer hasta el punto de generar una red que consiga derribar el sistema, sin que éste los destruya antes. Cuando el sistema ha querido desalojar casas que llevaban ocupadas más de cinco años, lo ha hecho, usando la violencia policial y judicial.
La posibilidad de cambiar el sistema, de hacer una revolución real, y de que ésta triunfe, pasa sin miramientos por la necesidad de tomar el poder para evitar que el sistema nos reprima y cambie el rumbo de los momentos potencialmente revolucionarios. Momentos en los que el pueblo realmente podría llegar al poder, arrebatándoselo a la minoría que nos explota y oprime.
Estos espacios de ‘contrapoder’ pueden ser ejemplos vivos de cómo queremos que funcione el nuevo mundo que está por construir, de conseguir aniquilar al capitalismo. Pero no podemos perder de vista las limitaciones de estos ejemplos: Al esquivar la cuestión de la toma del poder pueden facilmente quedar aisladas criminalizadas.
No debemos confundir la creación de estos espacios con el ‘hacer la revolución’; no podemos cambiar el sistema si no logramos acabar con él. La creación de estos espacios es algo progresivo, pero no dejan de ser medidas a medias, dentro de un sistema que sigue oprimiendo, en mayor o menor medida, a casi todas las personas que vivimos en él. Mientras algunos viven en una comuna en mitad del campo, la represión y la destrucción del planeta continúan en otra parte; por otro lado, no todo el mundo puede irse al campo a vivir.
En definitiva es necesario construir espacios de generación de pensamiento crítico y revolucionario. Es positivo que haya lugares donde nos podamos permitir el lujo de darnos un descanso y experimentar nuevas maneras de relacionarse y vivir, contradiciendo a los que dicen que no hay alternativas.
Pero no podemos perder de vista nuestro objetivo principal, que nos permitirá el descanso definitivo y real para todas las personas: hemos de luchar por la construcción de un movimiento revolucionario en el cual la mayoría de la gente se conciencie para tomar el poder, y es entonces cuando empezaremos a hablar de la construcción de un mundo mejor.