Entrevista con Pedro Brieger, destacado analista internacional, periodista y sociólogo de origen judío, sobre Palestina, la situación en Oriente Medio, y si es posible criticar al Estado de Israel sin ser antisemita. Entrevista realizada por David Karvala y Aleix Bombilà para la revista La Hiedra, en marzo de 2009.
Pedro Brieger es analista de política internacional, periodista i sociólogo. Desde el 2001 es titular de la cátedra de Sociología de Medio Oriente en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Pedro es autor de libros como ¿Adónde va Nicaragua? (1989), Medio Oriente y la guerra del Golfo (1991), Los últimos días de la URSS (1991), ¿Guerra santa o lucha política? (1996), ¿Qué es Al Qaeda? (2006), además de varias participaciones en libros colectivos y publicaciones académicas. Es columnista de política internacional en Radio Nacional, La Red y Radio de las Madres mientras que en televisión lo es del Noticiero Central de Canal 7. Judío argentino de origen alemán, vivió en Israel once años impartiendo clases, hasta que decidió abandonarlo.
¿Es posible criticar Israel sin ser antisemita?
El título lleva en sí mismo una trampa pues gran parte del trabajo intelectual tiene que ver con ello. Es posible criticar absolutamente todo, pero hay algo especial con el cuestionamiento a Israel. Como yo soy judío no pueden decir que soy antisemita, y cuando la gente de la comunidad judía me pregunta ¿Por qué hablas mal de Israel? Yo les respondo siempre: yo no tengo la culpa. Yo no tengo la culpa si Israel bombardea pueblos enteros y mata niños, si expulsó a miles de personas y mienten al negar hechos que son obvios.
El problema entonces es que la mayoría no soporta que se les diga las atrocidades que comete Israel, cuando los lideres israelíes han sido muy transparentes al respecto. Esto es materia de debate permanente en las comunidades judías de todo el mundo, como de hecho sucedió cuando se realizó el ataque de Israel a Beirut en el año 1982, donde muchos judíos dijeron: no digan que lo hacen en mi nombre. Esta es la trampa a que se llega cuando el estado de Israel se define como judío y habla en nombre de los judíos, incluso de aquellos que no quieren ser representados por éste. Se mezcla lo judío y lo israelí en todo momento. Así, aparentemente, cualquier acto del Estado de Israel, implícitamente , involucra a todos los judíos del mundo. Está claro que algunos sectores políticos ponen a todos “en la misma bolsa” cuando cualquier crítica al Estado de Israel permite aflorar una crítica al mundo judío en general y permite aflorar sentimientos antisemitas, aunque no hayan sido abordados. Pero esta confusión está hecha adrede, sin tener en cuenta que la defensa acrítica de Israel por parte de dirigentes comunitarios puede generar respuestas violentas contra la comunidad judía. En medio de la furia provocada por los ataques israelíes, no se demuestra un alto nivel de lucidez política a cualquier persona que entienda efectivamente que los dirigentes comunitarios y los dirigentes del Estado israelí hablan en representación de todos los judíos cuando en realidad no lo hacen.
Ante la pregunta ¿Por qué los palestinos tendrían que haber aceptado la partición de su territorio o el derecho de retorno judío a Israel? se plantea el chantaje ideológico de tal manera que sitúa al interrogador en el papel de alguien que se opone a los derechos de los judíos, e intrínsecamente antisemita. La superficialidad de este análisis reside en una consecución clara: No debatir sobre lo que es Israel. Porque al debatir lo que está sucediendo en la Franja de Gaza, nadie puede llegar a la conclusión, como hizo el embajador de Israel en Argentina: “en la franja de Gaza, no se vive tan mal”.
Muchos palestinos dicen que ellos también son semitas, con lo cual no pueden ser antisemitas.
Cuando uno utiliza la palabra antisemita no se refiere a los semitas en general, en árabe esta palabra no existe, ya que es un invento del mundo europeo cristiano. El término en realidad expresa algo contra los judíos, odio a los judíos, persecución de lo judío. El mundo árabe es un ejemplo de convivencia entre musulmanes, judíos y cristianos mucho mejor que el que se ha dado históricamente con los judíos en el mundo cristiano. Pero también es verdad que muchos textos antisemitas entraron en el mundo árabe a raíz de la penetración del movimiento sionista en el territorio de Palestina.
Así textos apócrifos como Los protocolos de los sabios de Sión, creados por la policía zarista para presentar a los judíos como elaboradores de un plan para dominar el mundo, fueron tomados como ciertos por los árabes en su momento. Les cuesta entender que un estado tan poderoso como Israel pueda aparecer como indefenso en su contracara, cuando los judíos eran empujados a la cámara de gas en la Alemania nazi. Los árabes de hoy ven a los judíos como agresores y eso les incapacita para ver el padecimiento histórico de este pueblo. Hay el atenuante de que la persecución a los judíos se dio en territorio europeo aunque hoy día hay suficiente material e investigación como para que cualquier intelectual serio del mundo árabe pueda negar estos hechos. De hecho, le faltaría la legitimidad moral para poder hacer este tipo de debate.
¿Puedes explicar algo de los orígenes del sionismo?
El problema que tiene Israel con las críticas y su propia historia es que cuando uno va a la historia moderna que es cuando surge el sionismo para dar una respuesta a la persecución de los judíos especialmente en la Europa oriental, la mayoría de los judíos no eran sionistas. La mayoría de judíos perseguidos principalmente en la Rusia zarista y Polonia no fue a Palestina sino a todos los lugares del mundo. Rechazaban el sionismo porque creían que no era una respuesta a los problemas que tienen los judíos en el mundo. Y es un problema porque el movimiento sionista primero, y luego Israel a partir del 1948, considera que la judeofobia es algo eterno e inevitable, viene desde siempre y nunca terminará. El gran debate que hubo entre las diferentes corrientes socialistas sionistas a principios de siglo XX, fue porque las corrientes socialistas decían que con el socialismo no habría antisemitismo, en principio habría igualdad i respeto para las minorías nacionales.
La respuesta del movimiento sionista ante el antisemitismo era muy diferente, esta sería la concentración de todos los judíos en un solo territorio como única garantía para que los judíos no fueran perseguidos. Uno ve, mirando la historia, que el estado de Israel no es garantía para la seguridad de los judíos, es más, los actos que realiza Israel en contra de los palestinos y los estados limítrofes incrementan el odio contra el estado de Israel, y a su vez, a los judíos. Los representantes de las comunidades judías están tan asociadas a Israel que les cuesta distinguir y produce el rechazo en los no judíos.
El sionismo surge a fines del s.XIX en un contexto concreto de grandes persecuciones de judíos, sobre todo en la Europa Oriental. Tiene un problema en sus inicios, el de intentar construir un estado en un territorio donde no están los judíos. Este sí era el caso de muchas ciudades de Polonia y Rusia donde los judíos eran mayoría y compartían un idioma común, el yidish. Había entonces que intentar reunir a los judíos de todo el mundo para concentrarlos en un lugar que, por diversas razones de origen histórico, debía ser Palestina. El problema es que este territorio estaba ya ocupado aunque uno de los mitos fundacionales de Israel sea “un pueblo sin tierra para una tierra sin pueblo”. Y para construir un estado-nación exclusivamente judío había que expulsar a la población local. Esto sucede así pues ya desde un primer momento el sionismo bebe de la ideología colonialista propia del contexto europeo capitalista en expansión. Por eso busca en un primer momento la alianza con las potencias imperialistas como el imperio otomano, la Rusia zarista o los británicos, y no va a buscar la relación con las clases oprimidas como los campesinos árabes o rusos que se revelaban contra sus opresores para tejer una alianza de clases.
Desde el movimiento sionista se presenta el proyecto del estado judío como valedor de los intereses occidentales, la muralla frente la barbarie del mundo árabe. Se explota entonces una mitología del judío portador de civilización y progreso en una tierra de barbarie, creando un vergel donde antes solo había dunas. Estos serían los valores intrínsecos de la identidad judía, de pueblo elegido con valores morales superiores.
¿Nos puedes hablar un poco de qué crees que es la identidad judía?
Ha de quedar claro que la cuestión nacional es unívoca y múltiple. Si cogemos los puntos que Stalin estableció para definir el concepto de pueblo, podemos ver que los judíos no tenían un territorio ni una lengua en común a principios del s. XX, algunos sí como los de Polonia y Rusia, los otros no. Es más, el yidish, la lengua que compartían los judíos de la Europa oriental, era mirada de manera muy despectiva y racista desde los judíos alemanes, como sucedía en mi casa. También existía una gran diferencia en el aspecto religioso de las comunidades judías. La gran mayoría de los practicantes se concentraba en el mundo árabe, mientras que los judíos occidentales se incorporaban masivamente a los movimientos socialistas obreros, laicos, empujados por el capitalismo.
Citando a Isaac Deutscher, en una serie de artículos que abordaban la cuestión del judío “no judío”, nos presenta a cinco judíos: Heme, Marx, Rosa Luxemburgo, Trotsky, Freud y explica, “escriben como judíos porque son judíos”, sin embargo su legado no es judío, es universal. ¿Que tenían ellos de judíos? Es muy difícil de explicar. Yo te podría contar mi identidad judía como lo haría Deutscher, la identificación con los oprimidos en el mundo. Él se sentía mas identificado con los panteras negras de los guetos que con un judío religioso porque lo une la lucha contra esta opresión.
En mi caso la cosa se complica más, pues pasé once años de mi vida viviendo en Israel y escuchando su radio, por que es parte de mi identidad, múltiple y compleja. Qué tienen en común un judío etiope con un judío ruso? Probablemente nada pero todos acabaron en la cámara de gas. Se da la identidad negativa, producto del rechazo del no judío, porque uno es señalado como tal. La persecución nazi a los judíos proporciona una sensación de identidad judía muy fuerte, yo la sentiría mía la historia del holocausto judío. Pero es una cuestión que no se puede abordar teóricamente como hizo Stalin.
¿Y crees que existe también una identidad israelí?
Israel utiliza el holocausto para justificar permanentemente todo lo que hace, el levantamiento de los judíos hubiera tenido como fin la creación del Estado de Israel, cuando ello nos es verdad. El judío indefenso, en la imagen colectiva de Israel y en gran parte de los judíos del mundo, es la del judío que va como un cordero al crematorio. Por eso desde que nace el estado de Israel busca sistemáticamente revertir esta imagen, destruyendo todos los vínculos que existen con la diáspora y elimina de manera consciente la identidad yidish. Se rechaza la figura del judío del gueto que del miedo, la persecución y humillación pasa al levantamiento y se la sustituye por la del luchador sin miedo, el pequeño David contra Goliat. Este mito tan arraigado configura la actitud que tienen los israelíes respecto a su situación en Oriente Medio.
¿Por qué tantos israelíes apoyaron el ataque a Gaza?
Israel se ve a sí misma como un pequeño grupo inofensivo que se defiende de un monstruo, una hormiga contra un elefante. Es ridículo plantearlo de esta manera cuando posee un arsenal de unas 200 cabezas nucleares listas para usar. Que Hamás no puede destruir Israel, lo prueba la guerra, pero en el ideario israelí funciona la imagen de pequeño país asediado al borde de la destrucción inminente. En la construcción del discurso mediático han sido extremadamente inteligentes al ponerse constantemente a la defensiva, como cuando se plantea “qué país soportaría ser bombardeado durante ocho años” a lo que algún palestino tendría que haber respondido qué país soportaría 40 años de ocupación.
Creo que todo nos lleva a la deshumanización del otro, del palestino, por eso es tan fácil el bombardeo. La mayoría de israelíes no saben qué sucede en Gaza, y no les importa. Como ellos son permanentemente perseguidos, se traza una línea falsa e irreal que une al victimario nazi con el árabe y se legitima cualquier acción punitiva contra los palestinos. Hace décadas que creen que los palestinos utilizan a los niños como escudos humanos; también se tragan que Tel Aviv nació de las dunas; se trata de negar que allí vivía gente con sus ciudades. También les parece normal que, en periodo de guerra, los diputados árabes del Parlamento sean arrestados preventivamente. Eso los faculta para deshumanizar al enemigo, que ahora son Hamás y Hezbollá, pero en realidad siempre ha sido el pueblo palestino y el mundo árabe.
Ante la afirmación que Hamás utiliza escudos humanos yo respondo: hay una alternativa, que es la de no disparar. El problema es que gran parte de la intelectualidad israelí ha sucumbido a la demonización de Hamás, no quiere ver la evolución de Hamás, que no es la misma que cuando nació hace veinte años.
Cuando el Estado de Israel se representa a sí mismo como víctima deja de ser victimario. Por eso los palestinos utilizan el tema del nazi-holocausto-genocidio, para poner en el otro la sensación de victimario.
Esta comparación entre lo que hace Israel ahora y el Holocausto nazi es bastante extendida. ¿Cuál es tu opinión de ella?
Yo creo que se equivocan con eso porque le permite a Israel salir del rol de victimario y asumir el rol de víctima. Y lo consigue poniendo la culpa sobre el otro, sobre el pueblo palestino, como cuando se les acusa de no aceptar la partición del territorio palestino en 1947. No hay que dejarse chantajear por el tema del Holocausto ni por el del antisemitismo para invalidar toda crítica a Israel. Cualquier persona tiene derecho a criticar absolutamente todo, este es el ABC del pensamiento intelectual. Soy cauteloso con las comparaciones, y entrar en este terreno histórico tiene que ver con un debate teórico más que con un debate político. Pero yo me pongo siempre al lado de la víctima, tanto del judío perseguido por los nazis como del palestino perseguido por los israelíes, sin distinciones. Yo me identificaría plenamente con lo que dijo Che Guevara: “hay que sentir el golpe en la mejilla propia cuando golpean la mejilla ajena”.