Este artículo apareció por primera vez en el periódico mensual En lucha No 47, enero de 2000
Paty Gómez
El final de milenio nos ha obligado a asistir a otro de los bailes organizados por el gobierno, donde las parejas no estaban muy claras y donde además éstas ponían condiciones claras para salir a bailar.
Con todo, al final se ha aprobado la ley de extranjería, la que ya tenía el visto bueno del Congreso, en principio incluso el PP estaba a favor, y ahora se ha vuelto a ratificar en la misma cámara. Pero eso sí, hemos tenido que aguantar como CiU, un día sí y otro no, decía que no pactaba enmiendas a la mencionada ley con el PP. Como Coalición Canaria pretendía vender su apoyo a cambio de favores en las islas y en el último momento votó en contra de las enmiendas pactadas entre el PP y CiU. Así mismo CiU, para mantener “su coherencia y responsabilidad”, también votó en contra.
Ahora nos queda por ver qué hará el gobierno con el reglamento de aplicación de la ley, para el que en principio tiene 6 meses (justo con las elecciones por medio) y que puede dar al traste con las expectativas creadas. Más aún cuando el gobierno ya ha hecho público que si gana las próximas elecciones cambiará la ley.
Ante esto se nos abre un interrogante de fácil respuesta, ¿cómo es posible que el PP, en un primer momento estuviera a favor de la ley, si después presentó las mil y una enmiendas? Para responder a esto, va como anillo al dedo las declaraciones de UGT: “El PP confiaba en que ese texto no saldría adelante en esta legislatura, por lo que podía respaldar fácilmente una reforma en la que no creía y cuyo apoyo le daba la imagen progresista que anhela frente al electorado”. El PP, como lo hizo en su día el gobierno del PSOE, ha mantenido siempre una posición durísima frente a la política de migración. No hay que olvidar que el Estado español, está en la primera línea de la muralla europea.
Mano de obra
A pesar de los elementos progresistas introducidos a la ley original, la reforma no es una consecuencia de la buena voluntad del gobierno o de su socio CiU, sin duda responde a la presión ejercida por la patronal; que, en una situación económica muy favorable para ellos, necesita mano de obra barata en sectores como la construcción o el turismo.
Seguimos escuchando argumentos racistas, no en vano, estos días se ha hablado más que nunca de la baja natalidad en el Estado español y que si no se pone “remedio” habrá que “importar” personas trabajadoras. Se pone mucho énfasis en que: la apertura de los controles, tiene que ser temporal y en función de las necesidades del mercado de trabajo, que la cobertura sanitaria y la defensa legal de las personas migrantes supone un coste económico que repercutirá en los bolsillos de las y los “nacionales”, etc. Y ¿Qué ocurrirá ante una crisis económica? En ningún momento el objetivo es otorgar unos derechos que, de por sí, son intrínsecos a las mismas personas. Al final, todo se reduce a comercio y trapicheo.
Lo que tampoco han reconocido los medios de comunicación y, mucho menos el propio gobierno y los partidos, es la importancia y el peso que han tenido las movilizaciones en la calle en oposición a las contrarreformas introducidas por el PP y CIU, para el resultado final en el Congreso. Esto nos enseña que si nos oponemos y nos movilizamos podemos lograr pequeñas mejoras.
La reforma de la actual Ley de extranjería, supone un paso adelante en los derechos de las personas migrantes y por ello hay que apoyar que esa reforma siga adelante y no quede en un mero gesto electoral. Sin embargo, hay que ir al fondo de la cuestión: ¿Debemos defender los controles de inmigración? Rotundamente no. Si reconocemos la necesidad de su existencia, estamos defendiendo la idea de que las personas migrantes son un problema: si hay demasiadas, los servicios sociales se resienten, el paro aumenta, la conflictividad social estalla…
Estas cuestiones son las que se utilizan para defender la necesidad de poner barreras a la migración. Si existe desempleo, marginación, si los servicios sociales no funcionan, no es por qué haya “demasiada” gente, sino porque vivimos en un sistema injusto, basado en la explotación y que siempre busca chivos expiatorios a los que culpabilizar de las desigualdades que él mismo genera.
Leer también Todos los inmigrantes son bienvenidos, por Paty Gómez, de noviembre de 2000.