Marx21

El mundo está inmerso en múltiples crisis. El propio Estado español, también. Ante esta situación, surgen luchas, más o menos espontáneas y más o menos organizadas. Pero las luchas pueden aparecer y desaparecer muy rápidamente. Como solía decir Tony Cliff —autor de uno de los textos incluidos aquí— en una metáfora basada en los fuegos artificiales, “los movimientos suben como un cohete, pero caen como un palo”.

De ahí la insistencia del marxismo revolucionario en construir organizaciones políticas —partidos— que sean capaces de ir aglutinando fuerzas a lo largo del tiempo, más allá de las sucesivas olas de luchas sociales. Pero esta propuesta ha sido motivo de muchos debates, desde hace mucho tiempo.

Como muchos debates interminables, gran parte del problema es la confusión sobre conceptos. A menudo, diferentes personas se refieren a cosas muy diferentes cuando hablan de un partido político.

Por un lado, están los partidos grandes e institucionales: históricamente serían los partidos socialdemócratas, hoy en día hay que añadir los “nuevos partidos” como Syriza o Podemos. Éstos a veces promueven, conscientemente o no, una visión de partido único. Dan por sentado que todo el mundo —o al menos toda la clase trabajadora, o toda la gente de un movimiento dado…— se identifica con su partido. Convocan movilizaciones supuestamente unitarias en nombre de su partido; acusan a otras opciones de izquierdas de sectarias y de dividir las fuerzas si se atreven a presentar candidaturas propias, o incluso simplemente por defender ideas propias.

Por el otro, existen partidos de la izquierda radical que sí parecen sectarios. Presentan a su grupo reducido como la vanguardia revolucionaria, poseedora del programa perfecto que todo el mundo —sobre todo una mitificada “clase obrera”— debería seguir fielmente.

En los textos publicados aquí, tanto Harman como Cliff defienden una visión muy diferente. Partiendo de la inevitable pluralidad de ideas dentro de la clase trabajadora, no plantean el partido revolucionario como la voz única de toda la clase, ni tampoco como la vanguardia que se arroga el derecho de exigir que el conjunto la clase trabajadora la siga. Más bien, entienden el partido revolucionario como un grupo de activistas que se organizan para participar mejor dentro de las luchas más amplias, a la vez que intentan ganar a más personas a sus ideas.

Lejos de ser un ataque contra la independencia o la democracia interna de los movimientos sociales, el hecho de organizarse abiertamente como un grupo político permite que el resto de la gente pueda juzgar sus propuestas y sus intervenciones, sabiendo de dónde provienen y qué argumentos tienen detrás. De esta manera, las personas que comparten esta visión son libres de unirse al partido (no es una élite cerrada). Y por supuesto, las personas que no la comparten, o sólo coinciden con ella parcialmente, podrán defender sus propias propuestas políticas.

Si se le entiende así, queda claro que muchos elementos que se asocian con un partido —comités, cargos, asambleas o congresos…— pueden tener su utilidad, según la situación concreta, pero no constituyen el eje central del partido, al menos de un partido revolucionario. El eje es el hecho de ser un grupo de personas con un proyecto político compartido; lo demás son detalles coyunturales.

El último texto, que se ha escrito expresamente para este folleto, adopta el formato de respuestas a “preguntas típicas” o FAQ (“frequently asked questions”), precisamente con el objetivo de aplicar la visión teórica aportada por Harman y Cliff a los retos para crear un grupo revolucionario en el Estado español actual.

Tony Cliff

Tony Cliff (1917-2000) fue un destacado militante y autor marxista. Tuvo sus inicios políticos como revolucionario en la Palestina ocupada de los años 30. En 1946 fue a vivir a Gran Bretaña, donde desarrolló una larga trayectoria militante como teórico y dirigente del que sería el Socialist Workers Party. Fue un prolífico escritor que buscó recuperar las ideas fundamentales de Marx, a la vez de superar las distorsiones del estalinismo y las visiones cerradas del trotskismo ortodoxo. Entre sus obras destacan Capitalismo de Estado en la URSS (publicado en castellano en 2000), Trotskismo después de Trotsky y las biografías políticas de Lenin, Trotsky y Luxemburg (su obra sobre Rosa Luxemburg así como el volumen, Lenin. La construcción del partido, están disponibles en castellano).

El artículo de Cliff fue publicado por primera vez en Marxism at the millenium. Este libro corto fue una compilación de textos —casi cartas— que Tony Cliff escribió a grupos revolucionarios de Alemania y Turquía.

Chris Harman

Chris Harman (1942-2009) militó durante muchos años en el Socialist Workers Party (SWP), organización hermana de Marx21 en Gran Bretaña. Fue miembro del comité central del SWP, editor del International Socialism Journal y destacado teórico marxista. En la web de Marx21 se encuentran otras obras de Chris Harman como La locura del mercado, La clase trabajadora en el siglo XXI o Islam, imperialismo y resistencia.

El artículo “Partido y clase” se publicó en inglés, en el International Socialism de invierno de 1968/9, la revista trimestral del grupo International Socialism, que más tarde se convertiría en el Socialist Workers Party (GB). Es un análisis clásico del tema y ha sido traducido a muchos idiomas. La primera edición en castellano se publicó en Londres en 1977. Esta edición revisada la publicó la revista Socialismo Internacional (grupo antecesor de Marx21) en marzo de 1995.

Desde hace años la siguiente observación —o algo parecido— acompaña las reediciones de este texto:

En un punto del artículo, Harman habla de limitar el partido a los “marxistas revolucionarios que someterán a un escrutinio científico tanto su situación como la situación de la clase en su conjunto…” Este lenguaje refleja el momento y el contexto en el que escribió. Hubiera sido mejor decir que hay que evitar el crecimiento del partido a cualquier precio. El partido depende de la participación activa de todos sus militantes tanto en los debates como en las tareas prácticas. Eso sí, sin excluir a aquellas personas que realmente quieren luchar contra el sistema, pero todavía no saben argumentarlo teóricamente. Lo que sí es cierto es que para ser revolucionarias efectivas, estas personas tendrán que ir adquiriendo una base teórica marxista. Sean cuales sean las experiencias de las luchas que los han llevado a conclusiones revolucionarias, hay que complementar estas experiencias directas con lo que se ha aprendido en unos dos siglos de luchas obreras; experiencias que se han destilado en la teoría marxista.

Marx21, noviembre de 2018

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